Director de Kabi Alai. Patxi Arratibel, al frente dela txaranga Beti Alai, en pleno Carnaval deTolosa.
Aniversario del asesinato de Francisco Arratibel por ETA

«Me acuerdo de Patxi todos los días desde hace 25 años»

El empresario gipuzcoano Francisco Arratibel fue asesinado por ETA en Tolosa un día como hoy en 1997, en plenos Carnavales

alberto surio

Viernes, 11 de febrero 2022, 07:59

usana Ezkurra llevaba 18 años acompañando siempre a su marido cada martes de Carnaval en Tolosa a las seis de la mañana. En 1997 era la primera vez que no lo hacía. Prefirió quedarse con su hijo mayor, Iñigo, que tenía un examen, y citarse más tarde. A las 11.50 Patxi Arratibel moría asesinado de un disparo en la nuca frente al restaurante Beti Alai. Caía desplomado junto a su hijo Borja, de 12 años. Había terminado el hamaiketako y la charanga se reagrupaba. Patxi era el director de la txaranga Kabila. Arratibel había sido objeto de una campaña de acoso y chantaje de ETA, como otros industriales, por el denominado 'impuesto revolucionario'.

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El crimen conmocionó Tolosa, reconoce el consejero de Educación, Jokin Bildarratz, entonces concejal, que luego, en 2003, fue alcalde. Pese al asesinato, no se suspendieron los Carnavales, aunque un mazazo de tristeza se abatió sobre el ánimo social. «Ciertamente hoy sería impensable tomar una decisión así, es algo que nos interpela si entonces estuvimos a la altura de las circunstancias y si tengo que buscar una respuesta, creo que no estuvimos», sostiene Bildarratz.

La viuda de Arratibel recuerda aquel día. «Era la única mañana en 18 años de matrimonio que no iba a Tolosa con mi marido al Toro del Aguardiente de primera hora, porque mi marido tenía dos cosas sagradas: los Carnavales tolosarras y los Sanfermines, formaban parte casi de las capitulaciones matrimoniales», bromea.

El impacto fue brutal. Arratibel -socio de un negocio de catering de comida- era un empresario muy conocido en el municipio. Jonan Fernández, hoy asesor del lehendakari Iñigo Urkullu, aún recuerda aquel 11 de febrero. «Iba con mi mujer y mis dos hijos, los cuatro disfrazados de payasos por la calle Mayor hasta que nos dieron la noticia. Nos quedamos horrorizados y fuimos a casa de mi madre con un nudo en el estómago. Nos quitarnos los disfraces. Para nosotros se acabó la fiesta».

Susana Ezkurra, viuda de Patxi Arratibel.

Ezkurra reconoce que el paso del tiempo -25 años- le ha permitido procesar el duelo y asegura que siempre se ha sentido muy acompañada y muy arropada. «Pero siempre digo», precisa, «que por respeto a la memoria de Patxi, del que me acuerdo todos los días desde aquel 11 de febrero, yo no puedo ni perdonar ni tampoco olvidar, eso lo tengo muy claro desde el primer momento».

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La viuda de Arratibel, que después del asesinato encontró un trabajo en Madrid, regresa a menudo a San Sebastián, donde vive uno de sus hijos. Lanza una mirada exigente y crítica sobre la realidad, con sus luces y sus sombras. «Afortunadamente, el terrorismo ha terminado, no ha conseguido absolutamente nada, sólo han creado mucho dolor en muchas familias, y a muchas de ellas les han arruinado la vida, les han dejado tremendas secuelas emocionales y también, en la parte económica, les han hundido», asegura.

El asesinato de Arratibel es uno de los crímenes de ETA que está aún por resolver. En su día se localizaron las pelucas y la chilaba negra que fueron utilizadas por el autor del disparo e, incluso, apareció alguna pistola. Pero no se logró esclarecer el asesinato y aún sigue pendiente. «Yo confío en que algún día sepamos la verdad, sólo pido eso, a lo hecho, pecho, y que se haga Justicia, que quienes lo hicieron, que eran muy conscientes de esa barbaridad, lo paguen. Ni más ni menos, que se investigue, que se juzgue y que los culpables paguen lo que hicieron».

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Pasar la página

Ella siempre se ha empeñado en que sus hijos vivieran y se educaran «con naturalidad», sin odio, sin que el asesinato de su padre supusiera un trauma insuperable. «Me entristece que Patxi no haya visto crecer a sus hijos y conocer a sus nietos», señala. Lo dice contenida. Porque, como más de una vez ha confesado, «nunca me han visto llorar». La emoción va por dentro.

Ezkurra considera que el riesgo que se corre es que la sociedad vasca quiera pasar la página de lo que supuso el terrorismo de ETA «demasiado rápido». «Yo puedo entender que haya gente que no le tocó directamente que diga que ya esta bien de hurgar en la memoria, pero tenemos derecho a ello, tenemos derecho a la verdad y a que se repare este dolor en la medida de lo posible».

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Tolosa ha cambiado bastante en los últimos 25 años, como otros municipios vascos. Ezkurra apuesta para que las nuevas generaciones no den la espalda a «toda la barbarie que ha ocurrido» y «escuchen con atención lo que ha sido el pasado en este país, aunque escueza». «Esa es la verdadera batalla», admite Bildarratz, «que los valores se vayan inculcando de verdad en los más jóvenes, el derecho a la vida como lo más sagrado, el pensar de manera diferente, el respeto». Bildarratz lleva, además, aquel aniversario como algo íntimo y muy personal, que le tocó como edil en la Corporación. El alcalde era José Gurrutxaga, de Eusko Alkartasuna. Pocos años después, en febrero de 2001, Tolosa sufrió un nuevo golpe muy duro tras el asesinato del trabajador de Elektra Josu Leonet, tolosarra también, en un atentado contra el concejal socialista de Ordizia Iñaki Dubreuil con un coche-bomba. Entonces tampoco se suspendieron los Carnavales.

Fernández ofrece una mirada personal sobre esa evolución y apunta una contradicción. «La vida de hoy no tiene nada que ver, en este momento hay un gran respeto a la pluralidad y a todo el mundo, pero todavía se mira a lo ocurrido de reojo, con miedo y sin valentía», recalca.

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