Alumnas del colegio CEU Virgen Niña de Vitoria, visitando la reproducción, a escala real, del zulo donde estuvo secuestrado Ortega Lara. igor aizpuru

Más de 30.000 visitantes en el primer año del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo

El Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo cumple su primer aniversario en un clima de «normalidad»

david guadilla

Domingo, 29 de mayo 2022, 02:16

Hay conversaciones que recuerdan por sí solas cómo fue Euskadi hace no mucho. Un país en el que había bandas terroristas, se mataba en nombre del pueblo vasco y se extorsionaba. Forma parte de la historia, pero de una historia que hay que recordar. Y ... de eso se ocupa el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, inaugurado hace justo un año en Vitoria. Durante estos últimos doce meses, Raúl López Romo, uno de los principales historiadores del museo, ha sentido de cerca cómo la violencia ejercida por ETA, los GAL, Grapo, Batallón Vasco Español y otros grupos marcó la vida de muchas personas. En realidad, cómo la sigue marcando.

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La historia de aquel guarda urbano de Barcelona que aún lamenta no poder haber evitado el atentado de Hipercor y que al recorrer el centro se reconoce en uno de los vídeos que componen la muestra; la visita a la que mientras se le enseñan las cartas de chantaje -el llamado 'impuesto revolucionario'- afirma: «Yo recibí una de esas»; la mujer que al ver las bombas lapa que hay expuestas lanza un «a mi marido le mataron así»...

Son relatos individuales que componen una obra más amplia. La de un centro, dirigido por Florencio Domínguez, levantado tras un proceso algo más lento de lo esperado y cuyo mayor logro ha sido «asentarse con normalidad» en un paisaje a veces tan complicado como el vasco. «Lo hemos logrado porque nos hemos acercado al terrorismo desde la historia. No hacemos partidismo, sino pedagogía democrática. Evidentemente, no gustamos a todos, en especial a los cómplices de los perpetradores. Pero mejor que nos insulten a que nos maten, algo hemos avanzado», razona López Romo.

Unos 300 profesores se han formado para explicar qué fue el terrorismo y una treintena de colegios han acudido al Memorial

La inauguración oficial fue el 1 de junio del año pasado, con un acto en el que el Rey ensalzó a las víctimas como «un pilar ético de nuestro sistema democrático». Pero el trabajo venía de antes. En los meses previos a su apertura, alrededor de 350 personas de diferentes ámbitos recorrieron las instalaciones, debatieron con todo el equipo del memorial, realizaron aportaciones, mejoras... Y para López Romo eso fue fundamental porque asumieron el centro «como propio». Las críticas al museo han venido, básicamente, de la izquierda abertzale.

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La apertura del memorial se puede considerar un éxito. En estos meses han pasado por sus instalaciones más de 30.000 personas, la mitad de ellos del País Vasco y Navarra. Un 5% son extranjeros, la mayoría de ellos franceses. Pero si hay un dato que para los responsables del centro tiene importancia es el de los escolares y profesores que han recorrido sus instalaciones. Porque, en el fondo, de lo que se trata es que lo sucedido durante cuatro décadas no vuelva a las calles de Euskadi.

«Ya no saben qué fue ETA»

Se ha formado a alrededor de 300 profesores de toda España para que puedan explicar en las aulas la unidad didáctica sobre el terrorismo, una treintena de colegios han estado en el memorial... El objetivo es que tengan claro qué fue el terrorismo. No es sencillo. Como recalca López Romo, «no es que los más jóvenes no sepan quiénes fueron Miguel Ángel Blanco y Ortega Lara, es que muchos ya no saben qué fue ETA».

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Ahí juega un papel importante la recreación del zulo en el que estuvo el funcionario de prisiones durante 532 días. Crea una sensación de asfixia y aparece la misma pregunta: ¿cómo pudo aguantar? «Es la mejor forma demostrar la deshumanización del otro», señala López Romo. Se transforma en un golpe en las conciencias. Lo mismo que un monopatín que también se ha convertido en uno de los elementos clave del centro. Perteneció a Ignacio Echeverría, el joven que murió asesinado al tratar de evitar un atentado yihadista el 3 de junio de 2017 en Londres. Junto a ellos, el historiador del memorial pone énfasis en los relatos de las familias de las víctimas: saber cómo se vivió el drama, el sufrimiento padecido, en muchos casos el olvido, el desdén...

Un año después queda mucho trabajo por hacer. Entre los proyectos de futuro, una exposición sobre las «pegatinas del odio», las que exaltaban toda la violencia. «Lo importante, lo que ha conseguido el memorial es que se hable más de un tema que hasta ahora había sido tabú», zanja López Romo.

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