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José María Ruiz Urchegi, Itziar Korta, Bittor Zubizarreta y Jesús Mari Mujika, con la playa Itzurun de Zumaia de fondo. MIKEL FRAILE

Un viaje por la vida de Joxe Mari Korta

Su hermana y sus amigos íntimos recuerdan sus vivencias junto al empresario guipuzcoano asesinado por ETA hace 17 años y reivindican el legado del expresidente de Adegi. «Hay que trabajar para superar la degradación moral que ha provocado la violencia», coinciden desde la Fundación Joxe Mari Kortaren bidetik

ainhoa muñoz

Zumaia

Domingo, 6 de agosto 2017

Horas antes de su asesinato, Joxe Mari Korta disfrutaba, ajeno al terrible destino al que ETA le había condenado, de una preciosa y calmada puesta de sol. Sentado frente al mar, observó, sin saberlo y por última vez, cómo la playa Itzurun de Zumaia se ... apagaba poco a poco para dar fin a otra jornada estival. Lo que Joxe Mari tampoco sabía era que aquel día sería el último de todos. El último en cenar, el último en dormir junto a su familia. La organización terrorista había colocado quince kilos de explosivos en los bajos de un coche contiguo al suyo para acabar al día siguiente con la vida del empresario guipuzcoano. A las 12.20 horas del mediodía, el 8 de agosto del año 2000, Korta engrosó la sangrienta, cruel y larga lista de víctimas que ETA carga a sus espaldas. Tenía 55 años, estaba casado con Marian Zearreta y era padre de tres hijos, Andoitz, Ibai y Lander. Los tres escucharon incrédulos desde la oficina de la empresa familiar, ubicada en el polígono industrial Gorostiaga, aquel sonoro estruendo que arrancó de cuajo una parte de sus vidas. Porque no, Joxe Mari no llevaba escolta, pensando que la banda no se atrevería a dar el paso de asesinarle.

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