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Hace justo diez años, en febrero de 2014, Iñigo Urkullu, acompañado de su inseparable Jonan Fernández, emprendió un viaje en coche de madrugada a Madrid. Era sábado por la noche y el desplazamiento no había sido planeado previamente. Se produjo después de que el juez ... de la Audiencia Nacional Ismael Moreno decidiera citar a declarar como testigos a los verificadores que ejercían el papel de intermediarios con ETA para acelerar el desarme de la banda. Habían desembarcado en Euskadi ese jueves para anunciar el sellado de los arsenales etarras, con una grabación en la que aparecían junto a dos encapuchados de la banda y una cantidad exigua de armamento que, según se supo después, los terroristas se acabaron llevando en cajas de cartón.
Ya entonces se hablaba de lo ridículo de la puesta en escena, pero el lehendakari apoyaba firmemente la labor de aquel grupo y con su viaje a Madrid quiso expresar de manera inequívoca su respaldo a los tres verificadores que comparecieron ante el juez, el líder de la CIV Ram Manikkalingam, el sudafricano Ronnie Kasrils y Chris Maccabe, mediador en el proceso irlandés.
Ninguno de ellos esperaba la citación y todos ellos agradecieron efusivamente a Urkullu su «coraje personal y político» por respaldarles y por apostar por una vía no exenta de costes como aquella entrega a plazos de las armas que ETA quiso escenificar.
Ayer, una década después, Manikkalingam, acompañado de Juan Garrigues, otro de los integrantes del Dialogue Advisory Group (DAG), viajó a Euskadi de nuevo, esta vez para «despedirse» de Iñigo Urkullu que, tras tres legislaturas en el cargo, no continuará la próxima como lehendakari. Los expertos en intermediación internacional se pusieron en contacto hace unos días con Urkullu, según fuentes de Lehendakaritza, para proponer la reunión -que tuvo lugar ayer por la tarde en el edificio de La Bolsa en Bilbao con presencia de Jonan Fernández, entonces secretario de Paz y Convivencia-, una manera de «agradecer» al lehendakari su labor en el fin de ETA y su confianza en una comisión duramente criticada por dar cobertura a los intentos de ETA por maquillar su derrota.
La foto permite así a Urkullu cerrar otra etapa más, en este caso la de su implicación en el lento y complejo proceso de «final ordenado» de la banda y reivindicar un papel que siempre han rentabilizado, más bien, el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi.
Tras aquel episodio rocambolesco en 2014, ETA escenificó su desarme definitivo el 8 de abril de 2017 en Baiona, donde entregó 106 pistolas y fusiles y 3.000 kilos de explosivos. Posteriormente, en mayo de 2018, más de seis años después del cese definitivo de la violencia, la banda anunció por fin su disolución, puesta en escena en la localidad vascofrancesa de Cambo
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