Una vasca será la cara del Gobierno
Isabel Celaá Portavoz del Gobierno y ministra de Educación ·
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Isabel Celaá Portavoz del Gobierno y ministra de Educación ·
Sánchez confía la voz del Ejecutivo a la exconsejera de Patxi López, curtida enmil batallas políticasy educativasI.ORIO | K. DOMÍNGUEZ
Jueves, 7 de junio 2018, 07:47
Isabel Celaá (Bilbao, 1949) se ha convertido en la nueva ministra de Educación y en la portavoz del Gobierno de Pedro Sánchez. El presidente la ha reclutado por su experiencia en la gestión de políticas de enseñanza y por su conocimiento de un mundo lleno ... de aristas y recovecos en el que se desenvuelve como nadie. Por su paso por el Gobierno vasco y por haber sido también una de las principales voces de la oposición en Euskadi. Haber estado a ambos lados de la barrera le ha permitido aprender a escuchar y a negociar, todo ello sustentado en una oratoria brillante y en su capacidad para dejar a un lado la crispación de los debates cuando estos han terminado.
La comunidad escolar coincide en que Celaá siempre ha pisado fuerte en su terreno por su formación –es licenciada en Filología Inglesa, Filosofía y Derecho y catedrática de Lengua y Filología Inglesa– y su experiencia laboral en los institutos. Fue viceconsejera con Fernando Buesa y antes había dirigido el gabinete de José Ramón Recalde en el Departamento de Educación –tanto el atentado contra este último como el asesinato de Buesa la dejaron muy tocada–. Se ha curtido además en el Parlamento vasco tras bregar frente a tres equipos de EA (los de Oliveri, Iztueta y Campos) y está acostumbrada a 'pelearse' con los sindicatos. Es dura en la discusión y no regala méritos, pero nunca lo lleva a la parcela personal y sabe encajar las críticas sin mover una ceja.
Patxi López no dudó en llamarla cuando accedió a la Lehendakaritza en 2009. De hecho, desde que el exjefe del Ejecutivo autónomo llegó a la Secretaría General del PSE, en 2002, Celaá permaneció fiel a su equipo y formó parte de la dirección. No ha ocurrido así en la de Idoia Mendia. López le encargó la misión de dirigir Educación y la convirtió en una de las integrantes del Gabinete con mayor peso político. Acumula casi tres décadas en el partido a pesar de que su vocación desde que era niña, cuando estudiaba en el colegio del Sagrado Corazón de Bilbao, era ser profesora de inglés. Siempre hace gala de su especial vinculación con la cultura irlandesa, que iniciaron sus padres al enviarla los veranos a Belfast y Dublín –a las 'zonas católicas'– para perfeccionar el idioma. Celaá, casada y con dos hijas, aúna sin problemas su militancia de izquierdas con su condición de católica practicante.
VALORES La nueva ministra aúna sin problemas su militancia de izquierdas con su condición de católica practicante
SUS OBJETIVOS Isabel Celaá es una firme defensora de la escuela pública y de la búsqueda de la excelencia educativa
OTOÑO DE 2016 Se alineó con Sánchez en vísperas del congreso del PSOE que fulminó al hoy presidente del Gobierno
Aseguran quienes fueron sus más estrechos colaboradores que la mayor preocupación de la nueva ministra es la búsqueda incesante de la «excelencia educativa» por parte de los equipos directivos, los claustros de profesores y, por supuesto, del alumnado. Es desde esa excelencia, en su opinión, desde la que debe sustentarse el progreso y también la justicia y la igualdad social. Su apuesta por la formación permanente le granjeó el respeto de los círculos intelectuales, académicos y científicos. Desde el Gobierno vasco promovió diferentes normativas e iniciativas, pero dos de las más significativas fueron la implantación del trilingüismo en las aulas (ella habla castellano, euskera e inglés) y la presencia de víctimas del terrorismo en centros de Secundaria para ofrecer su experiencia a los estudiantes.
Y es que la enseñanza es un sector al que los cambios le generan vértigo, una característica sin duda motivada por la cantidad de modificaciones legislativas que ha sufrido en los últimos años en función del signo político de los gobernantes. Isabel Celaá, a quien el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero también tuvo en cartera en las recomposiciones de su Gabinete, es una firme defensora de la escuela pública como herramienta fundamental «en la igualdad de oportunidades», pero interpreta que esa lucha por la equidad no debe estar reñida con la excelencia.
La ministra se encontrará en su nuevo despacho la controvertida Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce), a la que el PSOE declaró la guerra desde su aprobación por el Ejecutivo del PP, en 2013. Los socialistas presentaron un recurso en el Constitucional contra 14 artículos de la conocida como 'ley Wert', pero el tribunal lo rechazó. Celaá tendrá que tirar además de mano izquierda para enfrentarse a las peticiones de las comunidades autónomas, con sesgos ideológicos y sistemas educativos muy diferentes. «Enhorabuena @CelaaIsabel por tu nombramiento como ministra de Educación. Confío en que podamos trabajar en la defensa y mejora del Sistema Educativo Vasco que tan bien conoces. Te deseo suerte en tu nueva responsabilidad. Zorionak eta zorte on zure ardura berrian», le recibió ayer la consejera Cristina Uriarte con un tuit.
Celaá se limitó ayer a asegurar que está «tranquila y contenta» y que «se ha abierto una ventana de oportunidad para el país». Transmitió a su entorno que es consciente de la responsabilidad del cargo que asume y que debe afrontarlo con el compromiso de «dialogar, escuchar y respetar las diferencias de perspectiva» en las materias que tendrá que gestionar. Su sobreexposición mediática a partir de ahora será notable. Todos los viernes comparecerá ante los periodistas para explicar los acuerdos del Ejecutivo y responder a las preguntas sobre asuntos de la actualidad. Será la voz y también la cara del Gobierno de Pedro Sánchez, que ha apostado por la veteranía y la madurez de la bilbaína para trasladar sus mensajes.
A finales de septiembre, en vísperas del congreso que fulminó a Sánchez, Celaá hizo un máster en diplomacia como presidenta de la comisión de ética y garantías. Los partidarios de Susana Díaz querían que la convocase tras la dimisión en bloque de diecisiete miembros de la ejecutiva y ella ejerció una defensa numantina de su territorio cuando la crisis había empezado a devorar ya a su partido. La ministra no dudó en situarse del lado del hoy presidente cuando todo estaba en su contra. Ahora es su voz en el Ejecutivo.
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