El lehendakari sostiene que el autogobierno «es y ha de ser factor de cohesión social» y que por tanto todas las iniciativas encaminadas a reformar el Estatuto y profundizar en ese objetivo deben partir del intento de búsqueda de amplios consensos entre todas las ... fuerzas políticas. Iñigo Urkullu lo ha asegurado en el pleno de control del Parlamento vasco en respuesta a EH Bildu, «preocupada» por las manifestaciones que realizó el pasado día 4 ante la diáspora en el reciente viaje a Argentina y Chile. El jefe del Ejecutivo autónomo dijo entonces que cuaquier perspectiva de cambio del estatus no puede surgir desde la imposición porque, de hacerlo con la fórmula de la unilateralidad -como ha ocurrido en Cataluña-, surgiría un riesgo de «fractura social». «El desprecio u olvido» de la necesidad de alcanzar acuerdos en esta materia puede generar división, ha subrayado hoy en la misma línea.
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Urkullu ha recordado en su intervención las palabras que pronunció hace menos de una semana en Sudamérica, en las que analizó las «realidades» en Cataluña y Euskadi. En este contexto, ha insistido en que ambas son dos «naciones sin Estado», pero también ha remarcado las diferencias, empezando por el reconocimiento de los derechos históricos vascos en la Constitución. El lehendakari es consciente de que la modificación de la Carta de Gernika es un asunto muy sensible y siempre que ha tenido oportunidad de pronunciarse públicamente al respecto ha defendido la importancia de los pactos. La transversalidad es en su opinión un elemento determinante y por ello ha recalcado hoy que caer en el error del «desprecio u olvido» de la búsqueda de consensos puede conducir a la «fractura» en la sociedad.
La coalición abertzale mantiene una actitud vigilante con el PNV desde que suscribió con los jeltzales las bases para la reforma del Estatuto. Sus dirigentes entienden que esos principios no tienen vuelta atrás y temen que la voluntad de Urkullu de ensanchar los acuerdos devalúe en exceso el texto original, eminentemente soberanista. De ahí que la parlamentaria de EH Bildu Jasone Agirre le haya preguntado en la Cámara por sus palabras en Argentina. En realidad, el guión del jefe del Ejecutivo autonómo sobre la pofundización del autogobierno, al margen de leves matices o la vehemencia con la que lo haya defendido, no ha variado desde que se abrió el presente curso político. De hecho, a finales de septiembre, y también en el Parlamento, ya avisó de que un pacto sobre la reforma de la Carta de Gernika sólo firmada por nacionalistas supondría un «fracaso estrepitoso».
Hoy Urkullu no ha querido ser tan contundente y ha preferido sumergirse en el discurso del nuevo estatus desde un prisma de «oportunidad» de todas las formaciones para llegar a una entente que sirva para consolidar el marco de «convivencia» en Euskadi. Y ha dejado claro en este sentido que sus llamamientos al consenso no tienen por qué presuponer una renuncia a sus principios. La reforma del Estatuto está ahora mismo en manos de los juristas encargados de redactar su articulado. Será posteriormente cuando los partidos politicos vuelvan a adquirir el protagonismo. Las posiciones de PNV y EH Bildu, por un lado, y PP, PSE y Podemos, por otro, están en estos momentos muy alejadas.
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