'Ten cuidado con lo que deseas porque puede hacerse realidad'. El PNV y el lehendakari Urkullu están viviendo en sus carnes la advertencia que encierra ese viejo axioma. Exigieron a Pedro Sánchez compartir el mando de la crisis del coronavirus a cambio del ... apoyo jeltzale a la última prórroga del estado de alarma y, transcurridas apenas 48 horas desde que la anhelada «cogobernanza» entró en vigor, el sueño va camino de convertirse en pesadilla. «Es lo que tiene gobernar», asumen en el entorno del jefe del Ejecutivo vasco. «Es más fácil gestionar el confinamiento que regular la libertad. Si pides foco, se ven más las carencias», opinan en el PSE, con quien el tira y afloja entre Urkullu y Sánchez ha desatado un áspero enfrentamiento.
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No ha sido el único quebradero de cabeza que la desescalada ha traído al lehendakari en puertas de unas atípicas y complicadas elecciones que el Gobierno vasco sitúa, sí o sí, en julio -la opción más probable- o septiembre. Pero sí el más novedoso, según el análisis de la 'pata jeltzale' del Gobierno, que, aunque precisa que la tensión no se ha disparado en el Consejo, sí admite que las fricciones entre PNV y PSE han sido «más fuertes» que nunca.
Todo lo demás, dicen, ya estaba ahí: las críticas de los sindicatos y su costumbre de dispensar una «amable recepción» al lehendakari en sus visitas institucionales -en alusión a los abucheos de personal del hospital de Cruces el pasado lunes-, los reproches de la oposición o incluso las sospechas de agravios territoriales que han copado las redes y que ya han saltado a la arena política. El PP de Gipuzkoa pidió ayer al diputado general, Markel Olano, que defienda el paso del territorio a la fase 1 con todas las consecuencias por su menor índice de contagios y fallecimientos frente a la política de «tabla rasa» de Urkullu, que beneficiaría a Bizkaia. Eso, hacia dentro. Hacia fuera, muchos presidentes autonómicos han puesto el grito en el cielo, convencidos de que Sánchez ha hecho un «apaño» para beneficiar a Euskadi, lo que reverdece esa imagen del nacionalismo insolidario, de privilegio y 'cuponazo', que el PNV siempre ha querido borrar.
Puede que nada sea nuevo, pero sí es pura dinamita en plena precampaña, con un electorado aún confinado, confundido y hastiado. Y, según reconoció ayer Andoni Ortuzar, «imposible de contentar al 100%». «Unos tienen muchas ganas de salir, ya se ha visto lo que ha pasado con las terrazas. Otros tienen miedo y les chillan desde el balcón», diseccionó en una entrevista en Onda Cero, en la que detalló otra anécdota muy reveladora de la 'patata caliente' a la que se enfrenta el PNV, que siempre ha hecho de la gestión su principal activo electoral. Contó el presidente del EBB su conversación con «un alcalde de la costa», de su partido, que le pedía manga ancha para que sus convecinos pudieran desplazarse a otro municipio y a la vez reclamaba restricciones para impedir que los veraneantes llevaran el virus a su pueblo.
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d. guadilla x. garmendia
Una endiablada cuadratura del círculo que está obligando al PNV a beber de su propia medicina. «Y eso que han hecho un decreto de tres artículos y no se han visto obligados a gestionar diecisiete realidades distintas como Sánchez», critican los socialistas, que parecen recordar ese dicho sobre lo que le pasa al que escupe hacia al cielo. Había ganas de cobrarse la factura y ya el lunes el guipuzcoano Eneko Andueza reprochó a sus socios que cometieran «los mismos errores» que Sánchez. Ayer, Ortuzar se confesó «apenado» por el «comportamiento» de «algunos portavoces» del PSE. «No me gusta. Hace diez días negaban que Sánchez cometiera errores», lamentó el presidente del EBB, convencido de que Euskadi ha actuado «con mayor prudencia y mayor rigor» que otros territorios.
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No obstante, eso no le ha librado de que cunda la perplejidad. El PNV encuentra dificultades para hacer pedagogía de las razones por las que Euskadi se ha quedado en ese limbo de la 'fase 0,5' si, como insistió ayer Josu Erkoreka, los tres territorios cumplen todos los parámetros para estar en la 1. Para algunos, la gestión se le ha escapado de las manos a una Arantxa Tapia que domina los aspectos económicos de la desescalada, pero no los sociales o legales. El plante de padres, educadores y sindicatos frente a la vuelta a las clases ha sido otro duro golpe. Y las elecciones aguardan a la vuelta de la esquina.
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