El lehendakari, Iñigo Urkullu, declarará el próximo jueves 28, a las 10 de la mañana, como testigo solicitado por las defensas en el juicio del 'procés', un llamamiento que los abogados de los acusados han justificado por el papel mediador que ... el jefe del Ejecutivo de Vitoria tuvo en los días más convulsos del 'procés'. Sus esfuerzos se enfocaron a evitar la aplicación del artículo 155 en Cataluña previa convocatoria de elecciones autonómicas por parte de Carles Puigdemont, pero el expresident se echó atrás en el último momento ante la presión de la calle y sus socios de ERC y el Parlament terminó por escenificar una declaración unilateral de independencia, que el lehendakari nunca consideró más que un simulacro.
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El adelanto de las elecciones generales ha propiciado que el Supremo pise el acelerador para citar a los testigos de carácter político, para evitar que su comparecencia ante el tribunal pueda coincidir con la campaña del 28-A. De ahí que las primeras pruebas testificales sean las del expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el lehendakari, entre otros. Todos ellos pasarán por el Supremo la próxima semana, entre el martes 26 y el jueves 28. De los primeros será Rajoy, que prestará declaración el martes, una jornada en la que también están llamados el exjefe de la Generalitat Artur Mas, el presidente del Parlament Roger Torrent, el diputado de ERC Joan Tardá, la excoordinadora general del PDeCAT Marta Pascal y el antiguo líder de Podem en Cataluña, Xavier Domenech. El miércoles será el turno de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y de los exministros Cristóbal Montoro y Juan Ignacio Zoido, entre otros. A Urkullu, el primero en prestar declaración el jueves, le seguirán el republicano Gabriel Rufián, el exdirigente de Podemos Albano Dante-Fachín, el expresidente del Parlament Ernest Benach y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
A la hora en que el Tribunal Supremo ha hecho público este mediodía el calendario de las pruebas testificales, Lehendakaritza no había recibido aún la citación oficial de la Sala presidida por Manuel Marchena. La cita coincidirá con la celebración de un pleno ordinario en el Parlamento por lo que el portavoz del Gobierno, Josu Erkoreka, ha sugerido la posibilidad de que Urkullu declarase por videoconferencia, aunque ha admitido que la decisión es una prerrogativa exclusiva del Tribunal, que de momento no ha dado muestras de que vaya a permitir que los testigos comparezcan a distancia.
El lehendakari, poco amigo de escenificaciones y mucho de mantener el perfil bajo que es en parte el secreto de su éxito, no oculta su incomodidad por tener que entrar a un juzgado en medio de una desmesurada atención mediática. De hecho, ya hizo notar su malestar a mediados de enero, cuando se enteró literalmente por la Prensa de la decisión del abogado Jordi Pina, letrado de Jordi Sànchez y los exconsellers Josep Rull y Jordi Turull, de llamarle a declarar como testigo en el juicio del 1-O. La perplejidad de Ajuria Enea por la actitud de la defensa, que no tuvo la deferencia de comunicarle sus intenciones, ilustra la frialdad de las relaciones entre Urkullu y el soberanismo más radical que representan Torra y Puigdemont. Un abismo que se fue ensanchando precisamente a raíz del fracaso de sus intentos mediadores.
De hecho, el relato de los hechos conocidos incidirá en que el lehendakari envió un último correo electrónico a Puigdemont y a Mariano Rajoy dos horas antes del pleno del Parlament que proclamó la DUI para dejar en suspenso el 155 con un compromiso por ambas partes, pero no sirvió de nada. Desde entonces, Urkullu ha visitado a Oriol Junqueras en la cárcel y ha mantenido un estrecho contacto con dirigentes de ERC como el vicepresidente catalán Pere Aragonès pero no con el círculo de confianza de Waterloo. En todo caso, es de suponer que la defensa buscará que la declaración de Urkullu ayude a demostrar que los dirigentes del 'procés' no emplearon métodos violentos sino que recurrieron al diálogo. Además, el propio Urkullu defendió en su día que no existía una declaración formal y unilateral de independencia como tal, sino un mero pronunciamiento simbólico del Parlament.
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