Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Frente a la gran cúpula del Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, el único edificio que quedó en pie tras la bomba atómica que el Ejército americano descargó contra la ciudad japonesa el 6 de agosto de 1945 y que aún se conserva, el ... lehendakari Iñigo Urkullu ha querido hacer un «llamamiento a la paz» para poner el acento en que, casi setenta años después del final de la Segunda Guerra Mundial, el mundo sigue padeciendo conflictos «dramáticos e injustos que provocan miles de víctimas y destrozan hogares, marcando así el destino de las nuevas generaciones». «En un momento en el que estamos asistiendo a dramas humanos que cuestan sufrimiento a los hogares y a las vidas de las personas y las familias, que este sea un día de llamamiento a la paz» ha enfatizado Urkullu, tras visitar, en la cuarta jornada de su viaje oficial a Japón, el Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima.
Noticia relacionada
El lehendakari ha preferido no citar la guerra desatada tras el ataque de Hamás a Israel y el posterior asedio del Ejército israelí a la Franja de Gaza, pero en su equipo han confirmado que se refería precisamente a eso. Con la emoción aún a flor de piel tras recorrer las impresionantes salas del museo, donde aún puede contemplarse la ropa hecha jirones de las víctimas, explícitas fotografías de los cuerpos quemados por la radiación y retazos de aquella mañana negra -la sombra de un hombre que esperaba en la escalinata a que abriera el banco, el triciclo con que un padre enterró a su hijo muerto, los uniformes de los niños que trabajaban en la demolición de edificios precisamente para protegerse de las bombas-, el jefe del Ejecutivo vasco ha hecho un alegato contra el «olvido fatídico» y ha reafirmado el compromiso de Euskadi y Japón con la «educación en valores» y con todas las iniciativas que contribuyan a asentar la paz y los derechos humanos.
Una vez más, Gernika ha estado presente en la dedicatoria que el lehendakari ha dejado escrita en el libro de autoridades tras finalizar el recorrido por el museo que honra la memoria de las 140.000 víctimas -de una población de 350.000- que perecieron ese año a consecuencia del ataque nuclear, sin contar las 70.000 de Nagasaki, bombardeada tres días después. Sin contar tampoco las que enfermaron a consecuencia de la radiación y acabaron falleciendo, como la joven herida y magullada cuya imagen da la bienvenida al visitante. A lo largo del recorrido, se le informa de que logró sobrevivir pero murió de cáncer algunos lustros después, a los 42 años, una historia que ha podido conocerse gracias a que su hijo la reconoció en la fotografía.
Urkullu ha subrayado que la villa foral, ocho años antes, fue el primer enclave en el que la población civil sufrió las consecuencias de un bombardeo indiscriminado y ha confiado en que, como «ciudades mártires» Hiroshima y Gernika puedan dar testimonio contra la «barbarie» y evitar que se repita en el futuro. «Compartimos un llamamiento contra la violencia y la guerra que sale del corazón y la conciencia de la humanidad que anhela la paz», ha abundado.
«En nombre de toda la ciudadanía vasca, mi reconocimiento a la ciudad de Hiroshima. Tengo presente a todas las víctimas que sufrieron el ataque nuclear. Ellas son las que nos recuerdan la necesidad de construir un mundo mejor y en paz. Que así sea», ha escrito en el libro, en euskera, el lehendakari, que ha obsequiado al director del museo, Koichiro Maeda, con una réplica del árbol de Gernika. Un momento de gran intensidad para toda la delegación vasca y que ha emocionado especialmente a la esposa del lehendakari, Lucía Arieta-Araunabeña, que lucía en su solapa dos grullas. El ave es una de las más populares en el 'origami' (papiroflexia) japonés y las pequeñas figuras de colores honran en el parque memorial a los niños fallecidos en la masacre. La costumbre tiene su origen en las mil grullas que sirven para pedir un deseo según la tradición y que confeccionó en una cama de hospital Sadako Sasaki, que tenía dos años en agosto de 1945 y murió a los doce de leucemia.
Hace cinco años, en abril de 2018, una delegación de la ciudad de Hiroshima, con su alcalde, Kazumi Matsui, a la cabeza ya visitó la villa foral, donde se plantó un retoño de ginko biloba, el árbol que sobrevivió a la radiación atómica y que simboliza la esperanza en el futuro. «Gernika, el símbolo que representa nuestra libertad, identidad y razón, quedó también marcada para siempre como ciudad mártir», ha incidido el lehendakari. Como cada vez que Urkullu visita lugares de especial simbolismo, como el campo de concentración de Auschwitz, el Memorial del 11-S en Nueva York o el centro de detención de la ESMA en Buenos Aires, Gernika se ha convertido en el centro de su discurso.
Lugares de memoria y reconocimiento que ha recordado hoy al ser preguntado por sus sensaciones al visitar el museo. Urkullu ha compartido su «profundo sentimiento de dolor, horror y tristeza» y ha reflexionado sobre la «inhumanidad que subyace en las personas» que, guiadas por intereses espurios, «no toman en consideración la dignidad humana» y se transforman en «salvajes». «Remueve los sentimientos más primarios, que deben ser los del respeto a la otra persona», ha concluido Urkullu.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.