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«Aquí y ahora». Tan cristalino ha sido este viernes el lehendakari con el dónde y el cuándo, como impreciso con el qué y el con quién. Iñigo Urkullu empuja con fuerza para que el Parlamento vasco recupere sin más dilación el debate en torno ... al nuevo estatus, aparcado desde hace año y medio, pero no se quiere mojar sobre lo que desearía que fuera Euskadi en unos años en relación con el resto de España. Eso sí, antepone que cualquiera que sea la meta, se deberá transcurrir por el camino del diálogo y el marco legal, no vaya a ser que otros atajos acaben por convertirse en «un callejón sin salida».
Hacía tiempo que el mandatario nacionalista no se pronunciaba de una forma tan manifiesta sobre este asunto. Las urgencias de la pandemia han relegado la cuestión soberanista a un segundo plano, pero a medida que la crisis sanitaria parece ir dando un respiro, rebrota el eterno debate de la política vasca. Lo hace, además, a lomos de la nueva etapa que se ha abierto en Cataluña tras la concesión de los indultos a los dirigentes del 'procés' y a las puertas del regreso de la mesa de diálogo entre los gobiernos autonómico y central.
En esta progresiva vuelta a la vieja normalidad política, el nacionalismo va tomando asiento. El PNV, con un perfil bajo en esta cuestión durante toda la pandemia, comienza a hablar de nuevo sobre una relación bilateral con el Estado y el reconocimiento como nación. Joseba Egibar, portavoz parlamentario y una de las voces jeltzales que con más ahínco reivindica un estatus remozado para Euskadi, diagnosticaba el viernes en ETB que el actual modelo de relación con el resto de España «está totalmente agotado» y que debe dar paso a «un salto cualitativo».
Enfrente, EH Bildu aprieta las tuercas. Después de denunciar durante toda la emergencia sanitaria la ausencia de instrumentos soberanos y la dependencia respecto a Madrid, Arnaldo Otegi emplazaba el jueves a Sabin Etxea a sacar del cajón las bases pactadas en 2018, el último gran entendimiento hasta la fecha entre las dos siglas abertzales. Urkullu, desde su papel institucional como lehendakari pero sin olvidar su condición de líder peneuvista, hablaba de reactivar ya el debate, sí, pero avisando a navegantes de que se han de «ensanchar al máximo» los acuerdos.
En el último pleno de control del curso, hace énfasis en el «aquí», en referencia a que el asunto debe abordarse en el Legislativo. En su segundo acuerdo de coalición consecutivo, PNV y PSE volvieron a apartar la renovación del autogobierno de la tarea del Ejecutivo y la depositaron en sus respectivos grupos parlamentarios para evitar choques internos habida cuenta de sus evidentes diferencias ideológicas al respecto. Y también ha subrayado el «ahora», en referencia al contexto de transformación global en el que «cualquier país debe plantearse las herramientas con que cuenta para adaptarse a un mundo cambiante».
Pero, más allá de eso, el lehendakari no se ha lanzado a dibujar el estatus que él mismo desea para la comunidad que preside desde hace ocho años y medio. El techo, ha comentado, está en el «ordenamiento jurídico» al que se refiere la disposición adicional del Estatuto de Gernika en caso de querer «actualizar» los derechos del pueblo vasco. Y la receta, ha agregado, es un debate en busca de un acuerdo amplio que encuentre las «coincidencias» para contribuir «a seguir mejorando el bienestar y las condiciones de vida de nuestra sociedad».
Debate que, según Urkullu, no tiene por qué amenazar la convivencia en Euskadi. El presidente del PP, Carlos Iturgaiz, le ha recirdado el «dislate» catalán y le ha emplazado a elegir entre «un marco donde quepamos todos los vascos o un escenario de ruptura entre los vascos mucho antes que entre vascos y el resto de españoles». El lehendakari discrepó con unas palabras que rezumaban a reproche tanto a la derecha como al independentismo unilateral: «La normalización del debate y la negociación política es una profundización de la democracia. Su negación o demonización conduce a callejones sin salida».
Sin marcar un objetivo concreto ni unos plazos fijos para llegar a la pretendida meta, pero Iñigo Urkullu cree que ya ha llegado el momento de recuperar uno de los debates más recurrentes de la política vasca: el nuevo estatus. «Lo valoro positivamente», ha asegurado este viernes el lehendakari en el último pleno de control de este curso. Bajo su punto de vista, esa reflexión debe comenzar «aquí», ha dicho en referencia al Parlamento autonómico como sede de la soberanía, y tiene que hacerlo «ahora», sin más dilación, en lo que ha contextualizado como un momento de «transformación global». Con la pandemia en aparente vía de extinción, el autogobierno se sitúa en la rampa de despegue.
No es casual el momento elegido. Ya no sólo por el respiro que parece empezar a dar la crisis sanitaria tras quince meses de máxima presión, sino por el contexto político en el resto de España. La concesión de los indultos a los condenados por el 'procés' y el inminente regreso a la mesa de diálogo entre los gobiernos catalán y central ha venido a alimentar las aspiraciones de quienes reivindican cuando menos un nuevo modelo territorial. El nacionalismo vasco, siempre atento al espejo catalán, quiere aprovechar esa percha para recuperar un debate sofocado por la pandemia a la vista del creciente rechazo de la ciudadanía a las tesis independentistas.
Tanto PNV como EH Bildu ya han marcado orgánicamente sus posiciones. Los jeltzales, reclamando una relación bilateral con el Estado y el reconocimiento de su realidad plurinacional con un sistema de garantías para la resolución de conflictos. La izquierda abertzale, exigiendo a Sabin Etxea que recuperen entre los dos las bases del nuevo estatus acordadas en la pasada legislatura y que se quedaron en el cajón. Este viernes, a preguntas de PP+Cs en el Parlamento, le ha tocado posicionarse al lehendakari, aunque no ha pasado de lo general a lo concreto. En resumidas cuentas, ha indicado que es el momento de recuperar el debate, pero no se ha querido adentrar más allá.
«Haremos todo lo posible para ensanchar al máximo ese nuevo acuerdo. Más y mejor autogobierno es sinónimo de estabilidad y convivencia. Contribuirá a seguir mejorando el bienestar y las condiciones de vida de nuestra sociedad, para eso debe servir el debate», ha afirmado Urkullu. Ha enmarcado la reflexión en un momento de transformaciones profundas -«globalización, crisis económica, pandemia, transiciones tecnológica y digital, energética y ecológica, reto demográfico, agenda 2030», ha enmuerado- que, en su opinión, debería llevar a todos los países a «plantearse las herramientas con las que cuenta para adaptarse a un mundo cambiante».
El jefe del Ejecutivo autonómico aboga por renovar el autogobierno -el Estatuto de Gernika contempla su «actualización» en la disposición adicional, ha recordado- en un proceso en el que no contempla riesgos para la convivencia. «La imposición o la negación del diálogo sí provocan problemas. La normalización del debate y la negociación política es una profundización de la democracia. Su negación o demonización conduce a callejones sin salida», ha respondido a Carlos Iturgaiz. El presidente del PP vasco le ha advertido de que «o se defienden marcos donde quepamos todos o habrá un escenario de ruptura entre los vascos mucho antes que entre vascos y el resto de españoles».
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