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Con la fecha de las elecciones vascas aún en el aire, el lehendakari Iñigo Urkulllu va dejando pistas que refuerzan la idea que en las últimas semanas se ha instalado entre los partidos vascos: que los comicios se celebrarán en abril. El jefe del Ejecutivo ... de Vitoria, que por decisión de su partido no repetirá como candidato, reapareció ayer en un acto solidario en Bilbao y aprovechó para insistir en su «deseo» de «cumplir» con la duración «formal» de la legislatura.
Es decir, abogó por agotarla y exprimir su mayoría absoluta con el PSE hasta el último segundo aunque con un matiz en absoluto baladí. Y es que Urkullu recordó que, de no haber sido por la pandemia que en 2020 obligó a una inédita desconvocatoria de los comicios, estos habrían debido celebrarse en abril. Concretamente, las elecciones autonómicas de hace cuatro años estaban previstas, junto con las gallegas, para el 5 de abril, apenas un mes después de que Pedro Sánchez decretara un severo confinamiento frente al covid. Las elecciones se convocaron finalmente en pleno verano, el 12 de julio, en cuanto la emergencia sanitaria dejó un resquicio.
El apunte de Urkullu sobre el que debería haber sido el arranque «formal» de su tercer mandato sugiere que quiere evitar que se hable de adelanto forzado si, como parece, opta por disolver la Cámara en febrero para convocar los comicios el 14 o el 21 de abril. Con esa misma intención de rechazar que se le dé por amortizado antes de tiempo y con el mensaje de que ha trabajado para «cerrar bien» todos los flecos de su mandato, el lehendakari insistió ayer en que aún «queda trabajo por hacer» antes de dar por concluida esta etapa. En concreto, se fijó como metas dejar lista la «producción legislativa» comprometida por su Gobierno, culminar el «proceso transferencial» acordado con Pedro Sánchez y cumplir con algunos de los proyectos que el Ejecutivo de coalición ha anunciado ya en el Parlamento.
La Cámara reanudará su actividad, de hecho, el próximo miércoles para que en febrero puedan aprobarse leyes de tanto calado como la de Transición Energética –que se ha fijado como objetivo que Euskadi alcance la neutralidad climática antes de 2050– y otras como la de Cooperación. Además, Urkullu espera dejar encarrilados, aunque se firmen más tarde, los tres decretos de transferencias previstos para marzo: los ferrocarriles de Cercanías, la homologación de títulos universitarios y la acogida de inmigrantes. Todo para reforzar la idea de que ha trabajado hasta el último día para «preservar» a Euskadi del «clima de hostilidad permanente instalado en el Estado», uno de los tres deseos que formuló en la víspera de Reyes, junto con el fin de las guerras «mediante el diálogo» y una «emancipación más temprana» de la juventud.
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