Pablo Iglesias | Exsecretario general de Podemos y exvicepresidente del Gobierno

«La unidad de la izquierda es posible en el futuro, pero no con Yolanda Díaz»

- ¿En calidad de qué está haciendo campaña europea con Podemos? ¿De fundador del partido, de líder mediático?

- En calidad de soldado que obedece las órdenes de Ione Belarra. Ella cree que hay un vínculo especial conmigo en las naciones sin Estado.

- ¿Queda algo de aquel Podemos que dio la campanada con 1,2 millones de votos en las europeas de 2014?

- Queda lo fundamental: un discurso sobre el poder que no ha tenido nunca la izquierda en nuestro país y la transformación del sistema político como legado. Eso anticipa una posibilidad republicana en clave confederal.

- ¿Hay masa crítica para eso?

- El precio ha sido, claro, que nos han intentado reventar por todos lados y han tratado de construir una izquierda más dócil respecto al PSOE. Pero estas europeas van a demostrar que Podemos sigue siendo una fuerza ineludible y marcarán un antes y un después en la configuración del liderazgo de Irene Montero junto a Ione (Belarra).

- ¿Se juegan el ser o no ser de la sigla, el seguir o desaparecer?

- Eso está superado. Las encuestas dan por seguros dos eurodiputados muy consolidados. Después del 9-J podemos aspirar a hegemonizar el espacio político a la izquierda del PSOE.

- ¿El desgaste de Podemos es culpa del 'lawfare' o de las guerras cainitas en su espacio?

- La dimensión del 'lawfare' es bestial, sobre todo en su pata mediática. La corrupción en el periodismo ha sido un mecanismo de desgaste para muchas fuerzas políticas y en especial para Podemos. Han alentado concentraciones en nuestra vivienda durante casi un año habiendo tres niños pequeños. Y también ha habido un intento de cortocircuitar Podemos desde dentro, alentando a una parte de nuestro partido que estaba a favor de dar el Gobierno al PSOE con Cs. ¿Qué hubiera pasado en España si hubiéramos permitido eso?

- ¿Un Gobierno transversal?

- En Euskadi no habría habido acercamiento de presos. El acercamiento no es consecuencia del avance del independentismo en el País Vasco, sino de que se abriera una oportunidad de negociación en Madrid porque Sánchez necesitaba los votos. Lo mismo cabe decir de la amnistía. ¿Eso habría sido posible sin Podemos? Creo que no.

- ¿Esa izquierda dócil de la que habla, refiriéndose a Sumar, no la alentó usted al designar a Yolanda Díaz a dedo?

- Si los inscritos e inscritas así lo deciden. Eso fue lo que dije. Para mí ha sido una decepción enorme: yo confiaba en Yolanda y en su capacidad para unir al espacio, pero desde que ganó su trabajo consistió en hundir a Podemos y en aliarse con sectores repugnantes del poder. La gente se ha dado cuenta de eso.

- ¿Usted no hace autocrítica?

- Siempre que un periodista me pregunta por la autocrítica respondo algo que puede sonar desagradable pero que no es personal: hasta que el periodismo no haga autocrítica de las barbaridades que ha hecho con nosotros en los últimos años, no cabe pedirnos autocrítica desde el periodismo. Que nos la pidan los militantes.

- ¿La culpa de que Podemos haya pasado, por ejemplo en Euskadi, de ganar dos elecciones generales a ser extraparlamentaria es de la Prensa?

- Es que es evidente. Podemos en 2014 tuvo el resultado que tuvo porque yo estaba en la tele mañana, tarde y noche. Los medios pueden destruir a cualquiera. ¿Cómo es Sánchez tan hipócrita de decir que el problema es de los panfletos de extrema derecha y no de las teles y los grandes periódicos? ¿Quién se atreve hoy a decir esto?

- En el caso vasco, que Podemos se haya quedado fuera de la Cámara mientras Bildu sigue subiendo, ¿tiene algo que ver con que usted les diera alas al situarles en la «dirección de Estado»?

- Claramente, lo han aprovechado muy bien y es lógico que eso ocurra. Se han convertido en una fuerza 'atrapalotodo', se han abierto a sectores no independentistas y les ha ido muy bien. Pero habrá que ver qué ocurre en unas generales y este 9-J. Tengo la impresión de que mucha gente que ha votado a Bildu en las vascas va a votarnos a nosotros en las europeas. Nuestro espacio político se ha roto en dos. Es lógico que la gente vote al que puede ganar.

- ¿No penalizará el votante que no fueran capaces de evitarlo?

- El espacio está roto por la mitad , y toca analizar quién lo rompió. Es evidente quién planteó el veto a Irene Montero, y quién asumió como tarea política la destrucción de Podemos en Euskadi. Hay que asumir que ese espacio está roto y creo que Podemos respira muy bien sin entrar en la toxicidad interna de Sumar. Podemos tiene que trabajar sin complejos por reconstruir su espacio y ser muy respetuoso con la vida interna de otras formaciones políticas, en las que por suerte ya no estamos.

- ¿Da entonces por perdida la unidad de la izquierda?

- En el futuro, no. Lo que pasa es que eso va a ser imposible con Yolanda Díaz. Creo que tarde o temprano se tendrá que ir. Lleva ocupando cargos públicos 25 años. Cuando se produzca una depuración de dirigentes que han sido responsables del desastre que representa Sumar, claro que habrá que construir puentes con todo el mundo, pero desde el protagonismo de la militancia y no desde la lógica del dedazo.

- ¿Ha entrado la legislatura española en vía muerta?

- Si este Gobierno quiere seguir tiene que negociar con nosotros. ¿Qué es eso de que sólo se negocia con Puigdemont? No creo que Sánchez tenga miedo a unas generales, vaya o no de candidato. Hay que estar preparados para todos los escenarios. Nosotros trabajaremos para que de esas elecciones salga un Gobierno lo más a la izquierda posible con Podemos dentro. Hay que pelear, asumir que no pasa nada por llamar genocidio a lo que está haciendo Israel en Palestina estando dentro del Gobierno.

- Eso ya lo hacen ministros de Sánchez. ¿Corren el peligro, ustedes y Sumar, de acabar fagocitados por el PSOE?

- Con Podemos lo tiene más difícil. Sumar pensó que podía ser Más Madrid y engullir ellos al PSOE con besos, cariños y buen rollo. A nosotros todo el mundo nos daba por muertos y desde enero, despacito y modestamente, no paramos de subir.

- ¿Creyó que Sánchez se iba a marchar?

- Obvio. Me parece inconcebible que hiciera ese ridículo espantoso y que se quede sin tomar ninguna medida contra las cloacas del Estado. ¿Es que el 'lawfare' empieza cuando se meten con su mujer? ¿Cómo es posible que vayamos Irene (Montero) y yo a un juicio contra nuestro acosador, nos insulten y amenacen en la puerta, y no diga ni pío, cuando hasta la vicepresidenta Ribera puso un tuit? A él no le preocupa el 'lawfare', le preocupa su familia.

- ¿Hay 'caso Begoña Gómez'?

- Mi impresión es que es todo una tomadura de pelo, una operación para desgastar a Sánchez. Que sea la mujer del presidente no justifica que yo mire hacia otro lado. Lo que toca ahora es solidarizarse. Ahora bien, ¿va a retirar él al embajador de Israel como hizo con el de Argentina?

- Pero hay un empresario, unos contratos que han aumentado exponencialmente tras las cartas de recomendación.. ¿Ni siquiera hay que investigar?

- El manual del político cínico diría que sí. Pero no me lo creo. Huele a cloaca.

- Su relación de amor-odio con el PNV, ¿en qué punto está?

- En la admiración política. Siempre caen de pie. Es el partido del régimen del 78 que mejor se ha sabido adaptar a los cambios y tiene una capacidad de resistencia enorme, aunque puede que ahora se queden fuera del Parlamento europeo. Me parece increíble que hayan logrado que la izquierda abertzale asuma que si gobiernan será con ellos.

- ¿No ve a Bildu en un gobierno de izquierdas?

- Quiere un gobierno con el PNV, creen que hace falta un compromiso histórico con la democracia cristiana vasca para avanzar en el soberanismo.

- ¿Volverá a la política?

- Nunca. Soy más útil dirigiendo un medio de comunicación. Las actuales dirigentes me dan mil vueltas.

- ¿Y usted no manda?

- Orgánicamente nada, pero trato de influir todo lo que puedo.