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El manifiesto firmado por 150 representantes de diferentes ámbitos de la cultura en el que piden que se acabe el «veto» contra GKS ... a la hora de colocar txosnas en los recintos festivos es el último movimiento de un conflicto que se extiende desde hace más de un año.
¿Quiénes son los protagonistas?
A un lado está Gazte Koordinadora Sozialista, el grupo cuyo embrión es Ikasle Abertzaleak y al otro la izquierda abertzale, EH Bildu y Sortu. El sindicato estudiantil rompió con la coalición soberanista hace cinco años por considerar que se había convertido en un partido «burgués». Desde entonces los enfrentamientos son constantes. GKS, que forma parte del Movimiento Socialista (MS) no se considera como un grupo «disidente», sino como algo «nuevo». Su ideología es un comunismo ortodoxo en el que el independentismo ocupa un lugar secundario. En el fondo, hay una lucha por la hegemonía de las corrientes más a la izquierda, vinculadas incluso a grupos como los okupas y antisistema, un terreno en el que la izquierda abertzale siempre se ha movido con comodidad y ahora pierde terreno.
¿Por qué las txosnas son tan relevantes?
Son un elemento muy importante por dos motivos básicos. Uno es económico, porque suponen una notable fuente de ingresos. Un dinero que luego sirve para montar actos, movilizar a la gente y pagar las multas y sanciones que empieza a acumular GKS por sus protestas. La otra razón por la que se han convertido en un elemento relevante es porque sirven para hacer proselitismo y atraer a los jóvenes. Hasta la fecha era un terreno en el que la izquierda abertzale tenía la hegemonía, pero en el que GKS está demostrando una enorme capacidad de captación. De hecho, en algunas localidades ha barrido a Ernai, las juventudes oficiales de Sortu.
¿Cuál es el problema?
En buena parte de los municipios de Euskadi la decisión final sobre quién debe estar en los recintos festivos la toman las diferentes comisiones de fiestas. Y es habitual que de forma directa o indirecta la izquierda abertzale tenga un amplio control sobre sus decisiones, una preeminencia que de ninguna manera quiere perder. Los choques han sido constantes.
¿Hasta dónde llega el enfrentamiento?
La tensión ha alcanzado por momentos niveles elevados. Los críticos con GKS les acusan de «sectarios» y de intentar dominar todos los espacios «populares». Como ejemplo, el Movimiento Popular de Gasteiz decidió expulsar el año pasado a GKS y al Sindicato de Vivienda –otro grupo del MS– del recinto festivo. En un duro comunicado argumentaron que se tomó esa decisión como consecuencia «de los acontecimientos dados en los últimos años» y de una «falta sistemática de voluntad colaborativa, lo que ha generado numerosos conflictos en diferentes momentos y ámbitos». Mencionaban «continuos intentos de imposiciones, agresiones verbales fuera de lugar, intoxicaciones, amenazas y enfrentamientos». En junio de 2022, miembros de GKS llegaron a ocupar el Ayuntamiento de Hernani, en manos de EH Bildu, en protesta por la situación.
¿Qué pasará a corto plazo?
En el horizonte aparecen de nuevo las fiestas estivales. Los representantes de la cultura que aparecieron este martes pusieron sus ojos en Luberri, una comparsa que quiere instalarse en la Aste Nagusia de Bilbao, y en las dos barras que quieren colocar de nuevo GKS y el Sindicato de Vivienda en Vitoria. Para la segunda de las citas quedan apenas dos meses. La duda es hasta qué punto la presión que puedan ejercer referentes como Joseba Sarrionandia o Fermin Muguruza ayudará a evitar que el conflicto vaya a más.
¿Cuál es el problema para la izquierda abertzale?
No es la primera vez que referentes de la cultura vasca apoyan las tesis de GKS. No su ideología, sino el hecho de que puedan tener txosna. Ya lo hicieron hace dos años dos de las principales voces del bertsolarismo, Amets Arzallus y Andoni Egaña. Pero el manifiesto va más allá, porque el listado de quienes lo firman incluye rostros que durante años han avalado casi sin fisuras las tesis de la izquierda abertzale. En una guerra abierta, con acusaciones cargadas de duros calificativos, personas como Joseba Sarrionandia, Fermin Muguruza o Itziar Ituño, que en enero portó la pancarta en la manifestación de apoyo a los presos de ETA, evitan criticar a EH Bildu, pero dicen que GKS tiene razón. Y eso, para la coalición de Arnaldo Otegi y para Sortu, es un golpe difícil de encajar.
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