Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Las prioridades han cambiado en todo el mundo desde que, en febrero pasado, Vladímir Putin invadió Ucrania. La principal preocupación de los gobiernos europeos es la energía, cuyo encarecimiento por culpa del cierre del grifo ruso amenaza a las sociedades del bienestar. Y Euskadi, por ... supuesto, no iba a ser menos. El debate sobre la viabilidad del actual modelo, máxime en un país industrial, abonado mayoritariamente al gas en los hogares y a la vez muy dependiente al producir solo el 8,6% de la energía que consume, ha pasado a ser el asunto central de la agenda pública.
Y el PNV, en puertas ya de un intenso año electoral ha decidido tomar la delantera y trasladar su batalla política con EH Bildu al terreno energético. Las palabras mágicas las pronunció Andoni Ortuzar en Zarautz: «Aquí a todo el mundo se le llena la boca con las energías renovables y alternativas, pero cuando hay que poner un parque de molinos de viento o una planta fotovoltaica montamos la coordinadora de turno para boicotearla. Y ya sabemos quién monta las cooordinadoras, ¿verdad?».
El 'recado', que llegó justo antes de que el presidente del EBB ofreciera un acuerdo «en serio» a la izquierda abertzale para caminar hacia la «autosostenibilidad» energética, es toda una carga de profundidad dirigida a la línea de flotación de EH Bildu. Pero también un ejercicio de autocrítica inédito en el PNV. «Se nos llena la boca hablando de soberanía, pero somos un país energéticamente dependiente como pocos y de eso no podemos echarle la culpa a los de fuera», añadió Ortuzar. Esta semana, el presidente jeltzale ha diluido algo el 'mea culpa' al responsabilizar a los «gurús» de la estrategia «gasística» que adoptó Euskadi a principios de los ochenta al considerarla más sostenible que el petróleo o la electricidad.
Obviamente, en las últimas décadas, con la exigencia de reducir las emisiones y la bandera 'verde' cada vez más presente como reclamo electoral, el PNV ha tenido que enfrentar sus propias contradicciones. Como el 'fracking' y la posibilidad de buscar gas en el subsuelo alavés, que dividió al Gobierno vasco, partidario de las exploraciones, y a los jeltzales del territorio. Ahora, la prohibición expresa de la fractura hidráulica recogida en la ley estatal de Cambio Climático sirve para zanjar el debate. «Queramos o no, está prohibido». La oposición a la reapertura de Garoña no impidió que el PNV votara a favor en el Parlamento Europeo en julio de considerar el gas y la energía nuclear como preferentes mientras las renovables no garanticen la totalidad del suministro. Bildu votó en contra. Y el PNV, en un alarde de pragmatismo, ha decidido utilizarlo a su favor.
El debate fuerza al PNV a hacer autocrítica, al producir Euskadi solo el 8,6% de lo que consume.
Bildu ha respondido hasta ahora con apelaciones genéricas a parar la guerra y el «consumismo».
La ley vasca deberá conciliar ecologismo con la agilización de parques eólicos o fotovoltaicos.
Sabin Etxea ha detectado un punto flaco en el discurso de Otegi, cada vez más alejado del esencialismo identitario y más escorado a la ortodoxia izquierdista y con el ecologismo (y el feminismo y el anticapitalismo) por bandera, y se ha lanzado en tromba. Porque, en el actual contexto de crisis energética, los discursos estrictamente enfocados a la defensa medioambiental a ultranza o la crítica a empresas como Petronor o Iberdrola son difíciles de casar con la garantía del mantenimiento de los puestos de trabajo en la industria.
«Si en Madrid han hecho un ejercicio de realismo político para traer a los presos, si en educación han propiciado el consenso por su fuerte implantación en las ikastolas, en materia energética les pedimos lo mismo: que sean realistas y hagan pedagogía entre su gente, porque la realidad es la que es», apuntan en el EBB, que ha denunciado el exceso de «ideologización» en este asunto.
Eso no quiere decir que la oferta de Ortuzar sea únicamente una envolvente para poner a EH Bildu frente a su espejo, por varias razones. La fundamental, que el PNV y el lehendakari Urkullu sí buscan un acuerdo real en torno a la ley de Transición Energética y Cambio Climático, cuyo anteproyecto aprobará el Consejo de Gobierno este mismo mes y que promete ser polémico.
Ya lo fue, en enero, el primer borrador, que incide en el argumento del interés general para autorizar cualquier proyecto con incidencia medioambiental aunque se oponga el municipio donde se ubica, incluidos los de capital privado, una previsión que puso de uñas a la oposición pero también a Eudel. Fuentes del departamento de Desarrollo Económico y Sostenibilidad reconocen que «algunos agentes» han pedido «la retirada» de ese artículo y apuntan que se están analizando «todas las alegaciones para decidir qué se acepta y qué no».
El departamento de Arantxa Tapia ya dio este verano un paso para agilizar dos años la construcción de parques eólicos y todo indica que la apuesta por las renovables discurrirá por ese carril, frente al efecto 'nimby', el acrónimo inglés de quienes se oponen por sistema a este tipo de infraestructuras cerca de su lugar de residencia. El acuerdo, que deberá conciliar ecologismo con el impulso a estas nuevas fuentes de generación energética, será trabajoso.
De momento, EH Bildu se ha limitado a hacer alusiones genéricas a la necesidad de «parar la guerra», que atribuye a los intereses económicos de las «élites», y a criticar el modelo de «consumismo» capitalista. En el grupo parlamentario, que ya ha mantenido algún contacto preliminar con el Ejecutivo, prefieren no hacer comentarios porque la enjundia del asunto aconseja «discreción». Eso sí, hace unos meses el parlamentario Mikel Otero ya advirtió de que convencer a los alcaldes de EH Bildu para que acepten estos proyectos iba a requerir «pedagogía y compensación».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.