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Sin concretar el gasto militar y con el Gobierno dividido, tal como estaba previsto. Así se presentó Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados ... para hablar sobre la apuesta europea en materia de Defensa. Le salvó la fórmula elegida -debatir sin votar- para que las fisuras de la mayoría de sus socios de investidura no quedaran, al menos, reflejadas en el panel de las votaciones. Que eso duele. El presidente del Gobierno le reprochó a Feijóo que le hubiera interpelado valiéndose de un guion previamente escrito, pero lo cierto es que el líder de la oposición pudo permitirse esa licencia porque Sánchez apenas aportó novedades y concreciones, más allá de la evidencia de que Europa deberá defenderse sola frente a los nuevos desafíos comerciales y bélicos de EE UU y Rusia. Es cierto que dio un paso adelante con su apuesta por un ejército europeo, pero no adelantó de dónde piensa obtener el dinero para alcanzar sin resuello ese 2% del PIB, ahora que en Europa no se habla de subvenciones, ni deuda mancomunada con transferencias a fondo perdido. O Presupuestos o elecciones. Ese fue el camino que le enseñó, de nuevo, Feijóo al presidente, a pesar de ser consciente de que Sánchez no va a someterse ni al Parlamento ni a las urnas.
¿De dónde piensa obtener el dinero para financiar un ejército europeo? ¿Qué papel tiene que jugar la OTAN, según Sánchez? Solo sabe que no va a tocar el gasto social. Oído en la cocina de la izquierda. Como no supo concretar, dejó sobre la tribuna el anuncio de un proyecto con título rimbombante: plan nacional para el desarrollo e impulso de la tecnología y la industria de la seguridad y la defensa española. Que, pronunciado así, sin comas ni puntuaciones que te obliga a leerlo practicando apnea, sonaba a envoltorio sin contenido.
No fue un buen día para un presidente que se enfrentaba a un debate cada vez más incómodo en el que la ultraizquierda de Podemos terminó por acusarle de haber renunciado a gobernar. Feijóo reiteraba sus golpes en los puntos débiles de Sánchez. ¿Qué representación ostentaba ayer el dirigente socialista? La de presidente del gobierno, no, porque no tiene Gobierno que le respalde. Sánchez habla y habla pero no cuenta ni responde. «¡Conteste a algo!», le vino a decir. Si España necesita un plan de Defensa, como reconoce, pero sus socios se lo bloquean, este país necesitará otro Gobierno. Pero el silogismo de Feijóo le sonaba a matraca a Sánchez, que, empecinado en su propaganda, volvió a tergiversar la historia creyendo que fue él quien ganó en las urnas el 23 de julio de 2023. Le dijo a Feijóo que, en las próximas elecciones, el PP «las volverá a perder». Alto ahí. Esto sí que es una matraca goebbeliana. Pero no funciona. Una mentira repetida mil veces no se convierte en una verdad.
Aparte del pragmatismo exhibido por Junts, Sánchez solo encontró apoyo en el PNV. No por casualidad Andoni Ortuzar, a punto de dar el relevo a Aitor Esteban en el timón del partido, acaba de decir que al País Vasco le puede venir bien «un poco más de Pedro Sánchez» en La Moncloa. Hagámonos con el kit de supervivencia. Que vienen curvas.
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