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Dos días antes del debate parlamentario en la sesión del Congreso en la que Pedro Sánchez debería explicar su plan de defensa con la Unión ... Europea, el presidente del PP, Núñez Feijóo, quiso empezar la semana calentando motores. A ver si, a fuerza de insistir, el presidente del Gobierno se toma más en serio al Poder Legislativo y se molesta en explicar por una vez, con la transparencia que no practica, su plan de gasto, si es que lo tiene.
El líder de la oposición sabe que Carlos Mazón le ha dejado en una situación comprometida con su pacto a la desesperada con Vox para sacar adelante los Presupuestos autonómicos, aunque las últimas encuestas le dicen que el PP ganaría las elecciones en Valencia. Pero esta crisis no puede equipararse al desgaste que sufre el presidente del Gobierno. Que ni ganó las elecciones ni cuenta ya con una mayoría estable. El deterioro sistemático que está sufriendo, aquejado de una manifiesta y tozuda debilidad parlamentaria, no tiene parangón. Sin apoyos. Con flagrantes contradicciones con sus socios en la política de Defensa, tan proPutin y antiOTAN, ellos. Sin Presupuestos. Y en plena confrontación con aquellos jueces que se empeñan en investigar a su entorno político y familiar por presuntos delitos de corrupción y tráfico de influencias, haciendo suyas las consignas independentistas de que en España se practica 'lawfare' porque determinados jueces prevarican por interés político, odio o venganza ideológica.
En una situación tan polarizada como la que está viviendo España, no se debería repartir las culpas a partes iguales. Como diría George Orwell en su 'Rebelión en la granja', todos los animales son iguales «pero algunos son más iguales que otros». Quien tiene la responsabilidad de garantizar la estabilidad de la legislatura es el Gobierno. Quien tiene obligación constitucional de sacar adelante unos Presupuestos es el Gobierno. Y quien tiene el deber de someterse al control del Parlamento, y no al revés, es el Gobierno.
Por eso Feijóo no piensa soltar la presa. Emplaza a Sánchez a que presente las Cuentas ya. Y a un Debate sobre el Estado de la Nación. Y al presidente, que en cuanto le abandona el sondeo del CIS de Tezanos se le asoma la debilidad, le da la risa. Rehuye de los espejos parlamentarios. Sobre la jibarización del Congreso y el Senado, por parte de La Moncloa, el exministro socialista César Antonio Molina ha dejado escrito que el sanchismo «ha demolido a conciencia» el debate público, esencial en la democracia.
Veremos su actuación mañana. Sus juegos malabares sobre el cambio de términos lingüísticos para desviar el debate de fondo no convencen a sus socios, empeñados en sabotear el plan de Defensa. Se llame como se llame. El PP, aunque esté de acuerdo en aumentar el gasto necesario no podrá apoyar al Gobierno. Pedro, de todas formas, resistirá. Antes de ir a las urnas, cualquier fórmula le sirve, aunque no quede muy democrático. Si llegó a asegurar que puede aguantar sin Presupuestos y sin el Parlamento, también intentará seguir aunque sus socios se le amotinen. Es muy capaz de conducir sin manos.
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