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Terrorismo es, según la RAE, la dominación por el terror, una sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror y la actuación criminal de bandas organizadas que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos. Una triple ... acepción que resume con meridiana claridad el concepto que impregna el Centro Memorial que hoy inaugura el Rey en Vitoria. Un espacio que da testimonio de todos los terrorismos que han actuado en España: el de ETA el ultraderechista y parapolicial, el de extrema izquierda, simbolizado en los GRAPO, y el yihadista.
Cualquiera con una mínima sensibilidad social e histórica puede comprender el subtexto que vertebra el nuevo espacio, la necesidad de honrar públicamente la memoria de quienes fueron víctimas de esas bandas organizadas y contar la historia, especialmente a las generaciones más jóvenes, para evitar su repetición. La violencia sistemática con fines políticos ha marcado a sangre y fuego este país y, como tal, sus víctimas merecen un espacio exclusivo donde se reivindique el valor de su sacrificio, la misma razón por la que es criticable el 'totum revolutum' del plan de convivencia del Gobierno vasco.
Pues bien, algo aparentemente tan fácil de compartir ha sido atacado por EH Bildu en vísperas de su apertura con ferocidad impropia de una coalición que se quiere presentar como plenamente imbricada en el sistema. EH Bildu no ha tenido empacho en 'saludar' la inauguración del Memorial como un «fasto» que entorpece la convivencia al mismo nivel que la agresión perpetrada contra el exconcejal alavés del PP Iñaki García Calvo. La equiparación es tan absurda como malintencionada, además de chocante por utilizar la coalición a Eba Blanco, lideresa de EA, una formación que desde sus orígenes mantuvo una actitud intachable frente a la violencia, para sembrar dudas sobre los supuestos fines espurios del centro. Qué triste trayectoria la de una sigla ahora diezmada en su representatividad y ahogada en luchas internas porque algunos, como el exlehendakari Garaikoetxea, aún denuncian ese ejercicio de ventriloquía utilitarista a la que le somete la ortodoxia de la izquierda abertzale.
El alegato contra el Memorial contiene además falsedades, como decir que las víctimas del terrorismo de Estado no tienen espacio en él. En la sala 'Discursos y Prácticas del Odio' hay una parte específicamente dedicada a los GAL. Incurre también EH Bildu en interpretaciones torticeras al hacer notar la ausencia de los sucesos del 3 de marzo, la mayor matanza cometida por los aparatos del Estado en la Transición, que, por impulso de las instituciones vascas y de la Diócesis vitoriana tendrá su propio centro memorial en la antigua iglesia del barrio de Zaramaga donde fueron masacrados los trabajadores. Las víctimas de abusos policiales en democracia serán reconocidas públicamente en junio en un acto que coincidirá con el Día Internacional Contra la Tortura. Denunciar la imposición de un presunto relato de parte sin atender a los pasos que se están dando para reparar a todas las víctimas solo puede obedecer, cual tinta de calamar, a la necesidad de EH Bildu de tapar sus propias vergüenzas y su incapacidad para condenar, con esa palabra, que le crucen la cara a un chaval por militar en un partido.
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