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LORENA GIL
Jueves, 16 de mayo 2019, 10:43
Cambo fue el plató en el que se representó la despedida definitiva de ETA el pasado 4 de mayo de 2018. Curiosamente, casi un año después el histórico dirigente etarra Josu Urrikoetxea era detenido este miércoles en los Alpes franceses. La localidad vascofrancesa sirvió ... para escenificar el cierre a seis décadas de terrorismo. No hubo autocrítica ni arrepentimiento por parte de la banda. Ni en el comunicado final, leído por el propio 'Ternera' y que se hizo público 24 horas antes –aunque reconocieron el daño causado– ni después, ya metidos en la «celebración», dijeron, del tan ansiado final. Tampoco mención alguna a sus 855 víctimas. Pero sí a los presos. El guión se mantuvo.
La cita, impulsada por el Foro Social, Bake Bidea y el Grupo Internacional de Contacto, fue diseñada en su origen como una especie de segunda parte de la conferencia de Aiete de 2011. Un encuentro de líderes internacionales para arropar a ETA en su disolución. Entre ellos, el exprimer ministro irlandés Bertie Ahern; el exdirigente de Sinn Fein Gerry Adams; y el exjefe de gabinete de Tony Blair Jonathan Powell. El acto de Cambo estuvo rodeado de la retórica de la izquierda abertzale.
El abogado sudafricano, Brian Currin, fue el encargado de recibir a los invitados que acudieron aquel 4 de mayo a 'Villa Arnaga', una casona construida hace más de un siglo. El mayor respaldo provino de las autoridades vascofrancesas, con Jean Renè Etchegaray, presidente de la Mancomunidad de Iparralde y alcalde de Bayona a la cabeza. En total, 87 asistentes. Entre ellos, además de los dirigentes de EH Bildu, acudió una delegación del PNV liderada por Andoni Ortuzar y Joseba Aurrekoetxea; otra de Podemos Euskadi; así como los máximos líderes de ELA, LAB y UGT. El PSE y el PP rechazaron la invitación y llamaron a colocarse un lazo azul, uno de los principales símbolos en la lucha contra ETA.
Sorprendió la presencia al más alto nivel de representantes jeltzales. Tanto el Gobierno vasco como el propio lehendakari decidieron no sumarse a la convocatoria. Iñigo Urkullu, así como su homóloga en Navarra, Uxue Barkos, marcaron una escueta distancia con el discurso y espectáculo de Cambo con la reivindicación de una «memoria crítica». Un año después, la izquierda abertzale sigue sin acudir a ninguno de los actos organizados por el Ejecutivo vasco en el que se lamente la «injusticia» del daño causado por ETA y se recuerde a sus víctimas.
Fueron ellas, quienes sufrieron la violencia de la banda terrorista, las grandes ausentes en la localidad vascofrancesa. No hubo ninguna alusión explícita a los asesinados, heridos, extorsionados y amenazados por ETA. La reunión comenzó con un minuto de silencio por todas las víctimas «del conflicto». «Nos merecíamos otro final», lamentaron entonces y lo siguen haciendo hoy. Tampoco a los más de 300 crímenes que aguardan justicia ni a lo que significa que se reciba a terroristas en Euskadi como héroes: 63 homenajes en 2018 y una decena en lo que va de año.
En el denominado «Encuentro Internacional para avanzar en la resolución del conflicto vasco», los expertos internacionales se convirtieron en meros «notarios» de la decisión adoptada por los terroristas. Una decisión, reiteran desde la izquierda abertzale, ante la que no cabe «vuelta atrás» –la sombra de lo que ocurre en Irlanda es alargada–. Pero también sirvieron de pista de aterrizaje a la campaña de presión para reclamar al Gobierno central que acabara con la dispersión. Ese fue, en realidad, el mensaje de Cambo, y el discurso que ha ocupado a EH Bildu en estos doce meses. «La situación de los presos sigue siendo una asignatura pendiente», defienden desde la coalición independentista.
La decisión de modificar la política penitenciaria tras la disolución de ETA ha sido uno de los pasos dados por el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Durante la pasada legislatura, Interior dio el visto bueno a más de una veintena de acercamientos y otras tantas progresiones de grado. Será, sin duda, una de las «patatas calientes» del próximo Gobierno que se forme tras las elecciones del pasado 28 de abril.
El contrapunto en Cambo llegó de la mano de Raúl Arza. En los jardines de la villa el representante del sindicato UGT afirmó lo que algunos –entre ellos, las propias víctimas– esperaban escuchar de otros: «ETA desaparece unilateralmente tras no conseguir ninguno de sus objetivos, dejando miles de víctimas con una violencia que causó daño injusto e irreparable, y que nunca debió existir«.
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