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Con los resultados de las elecciones autonómicas en la mano, una vez evitado el 'sorpasso' de EH Bildu, Andoni Ortuzar (Abanto-Zierbena, 1962) se mueve ... entre la satisfacción y la cautela. Defiende que la victoria «reafirma» al PNV en su «orientación política» y también en su apuesta por el relevo generacional, encarnado por Imanol Pradales, que en todo caso, matiza, «no tiene por qué» replicarse en el partido con un cambio en el liderazgo. Pero, de la misma forma, diagnostica problemas de penetración electoral y asume que «ahora hay que profundizar en la autocrítica» aprovechando la «bola de partido» concedida por la sociedad vasca.
- ¿Respiró tranquilo el pasado domingo por la noche?
- Tenía una confianza total en que íbamos a ser primera fuerza. Me hubiera gustado ganar también en escaños, pero visto lo visto y el clima en el que estábamos, creo que hemos tenido un resultado bueno que nos permite mantener el liderazgo del país. La sociedad vasca nos ha dado una oportunidad, otra bola de partido para poder relanzar el proyecto político del PNV en buenas condiciones.
- Aun así el PNV es el único partido, junto a Podemos, que ha bajado en porcentaje de voto. ¿A qué lo achaca?
- Creo que hemos sacado de la abstención a una parte importante de los que se nos quedaron en casa hace un año, pero otros no han salido de ahí porque no veían en riesgo el Gobierno. Les daba igual que nos dieran un 'kokoteko' (golpe en la nuca) y que ganara Bildu sabiendo que de una u otra manera el PNV iba a seguir gobernando con el PSE-EE y, si tenía que ser con un apoyo externo, pues que lo fuera. Es cierto que ahora tenemos que profundizar en la autocrítica para reconectar con esa parte de la sociedad.
- Adelante, haga autocrítica aquí. ¿Qué han hecho mal?
- Está claro, por ejemplo, que hay ámbitos de la Euskadi rural y la euskaldun en los que nuestro proyecto político está más débil. Es evidente también que en la franja de 35 a 50 años tenemos problemas. Y en Álava, particularmente en Vitoria, está sucediendo algo. Todo eso ha sido objeto de análisis de una manera bastante descarnada.
- ¿Siente alivio por que la apuesta del EBB, Imanol Pradales, haya funcionado? Usted mismo reconoció que era un «riesgo».
- Más que alivio, nos reafirma en que la decisión era correcta. Podemos mirar al futuro de una manera mucho más segura habiendo hecho el cambio ahora que dentro de cuatro años.
- Y en lo que le toca a usted, ¿se siente reforzado al frente del partido?
- Ni me siento particularmente reforzado ahora ni me habría sentido debilitado si las cosas hubieran salido de otra manera. Es verdad que los resultados electorales nos reafirman en la corrección de la orientación política del partido.
- ¿Le reafirman tanto como para aspirar a la reelección en la presidencia del EBB?
- En nuestro modelo nadie aspira a nada. El partido tiene sus mecanismos y su cultura interna para hacer estos procesos bien. No te presentas, te presentan.
- Pero usted tendrá una opinión sobre su futuro, ¿no? Si no quisiera seguir...
- Sí, pero sólo la formularé cuando me la pregunte quien me la tiene que preguntar. Lo veremos a final de año o principios del siguiente.
- En la designación de Pradales, usted defendió que se necesitaba una nueva generación para asumir retos a doce años vista. Usted lleva el mismo tiempo en el cargo que Urkullu de lehendakari. ¿Lo que vale para el Gobierno no vale para el partido?
- La vida de un partido no tiene nada que ver con la de una institución. Podría ser legítimo que surgiera la necesidad de un cambio y en ese caso yo no sería un obstáculo, pero no son los mismos parámetros.
- ¿Por qué?
- Porque yo no voy a tener que poner en marcha ningún proceso que tenga que ver con la transición energética a quince años. El EBB lo que tiene que hacer es dar el mejor soporte que pueda a las instituciones y tejer relaciones en Madrid y Bruselas para que el proyecto siga funcionando. Eso se puede hacer a cuatro años vista, a doce...
- Entonces, ¿los relevos institucional y orgánico no van de la mano?
- No tiene por qué. Son dos entes autónomos, completamente diferentes. De hecho, Arzalluz estuvo con dos lehendakaris distintos en un periodo de tiempo mucho más largo.
- ¿El cambio de lehendakari sí debería tener reflejo al menos en los consejeros?
- Eso le tocará decidirlo al lehendakari. Nosotros le damos manos libres.
- ¿Un relevo generalizado sería una asunción de errores?
- No. Un Gobierno tiene que responder a muchos equilibrios. Entre las dos fuerzas políticas, de género, territorial, de realidades sectoriales...
- Visto el aviso de las urnas, ¿hay que cambiar la forma de gobernar?
- Creo que una parte de la sociedad tiene una relación con la política que más que de ciudadano a institución va de cliente a prestador de servicios. Y eso lo tenemos que entender. Hay gente que declina el voto no en función de orientaciones ideológicas ni tradiciones, sino pensando en cómo le va. Eso lo tenemos que meter en la ecuación de la acción política del Gobierno y del partido.
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- Mañana empiezan las negociaciones con el PSE-EE. ¿Dónde pueden estar las mayores dificultades?
- Tradicionalmente donde más tiempo hemos necesitado siempre ha sido en el programa, no en el reparto o en la estructura. Somos dos partidos sólidos que tenemos fortaleza ideológica y hay tres o cuatro sitios en los que rozamos. Hay que darle grasa para que no chirríe.
- ¿Por ejemplo, en vivienda? El Gobierno vasco ha recurrido la ley nacional al Constitucional con el rechazo de los socialistas.
- Veremos lo que pasa con ese recurso porque tendrá que haber una sentencia a lo largo de la legislatura y la invasión competencial es palmaria. Creo que nuestro punto de encuentro debería ser la ley vasca, que ha tenido un desarrollo bueno.
- ¿Ahora el PNV está a favor de esa norma? Votó en su contra.
- Somos respetuosos con las leyes que emanan del Parlamento, aunque el tiempo nos ha dado la razón con algunas cuestiones. Pero creo que, tal y como se está aplicando ahora, es un buen punto de encuentro para los dos.
- El PSE-EE ha ganado dos escaños y el PNV ha perdido cuatro. ¿Debe haber más peso socialista en el nuevo Ejecutivo?
- Podemos ir a la calculadora y hacer una regla de tres... Pero creo que una de las claves será dar con una estructura entendible para la gente, que responda a las lógicas y a las grandes prioridades del momento.
- ¿La presidencia del Parlamento vasco es negociable?
- En la negociación entra todo pero hay lógicas que hasta ahora se han impuesto: que la fuerza más votada se hace con la presidencia del Parlamento siempre que además responda a la acción del Gobierno para que no sea un contrapoder.
- Aboga por reactivar la ponencia de Autogobierno e integrar los dos acuerdos que tienen con EH Bildu y PSE-EE. ¿Qué le hace pensar que ahora sí se pueden conciliar? ¿Ve algún cambio?
- Si el Bildu de esta campaña va a hacer esos planteamientos en la negociación de un nuevo estatus, creo que el acuerdo es factible; si viene el Bildu de hace cinco años es imposible. Y si tomamos como marco el acuerdo firmado entre el PNV y Sánchez, hay mimbres porque entiendo que lo que acepta el PSOE afecta también al PSE-EE. Creo que hay un marco posible ahí.
- ¿En ese marco hay margen para el derecho a decidir?
- ¿Para una formalización concreta del derecho a decidir? Sí.
- ¿Con el PSE-EE dentro?
- Sí.
- ¿Cómo?
- Tiene que ser una formalización. Tendremos que negociar qué es y cómo entendemos ese derecho a decidir para este momento y para este nuevo estatus.
- ¿Y eso no es un referéndum de autodeterminación?
- Eso es lo que sea, en lo que nos pongamos de acuerdo las partes.
- Diga entonces qué formula propone usted.
- Llegará el momento de proponerla.
- Estamos ante el Parlamento más nacionalista de la historia, pero la pulsión independentista está en mínimos.
- No es incompatible porque si luego preguntas a la gente si quiere más autogobierno, lo quiere; si quiere la Seguridad Social, la quiere; si quiere selecciones de Euskadi, las quiere... Si le vas proponiendo todos los instrumentos y símbolos de una nación, los quiere...
- ¿El nacionalismo del siglo XXI renuncia a la independencia?
- El nacionalismo del siglo XXI tiene que darse cuenta de los contornos en los que se mueve. En nuestro caso, en el contorno internacional de Europa. El tiempo está dando la razón a la estrategia gradualista del PNV, en la que la independencia se mide más por la no dependencia que por poner una fecha a cuándo hacemos un referéndum. Esa evolución día a día, paso a paso, hace que la gente no sienta la necesidad de plantearse las cosas al todo o nada.
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