El segundo referéndum escocés no entusiasma en Euskadi

Nada que ver con el desembarco de las cúpulas del PNV, EH Bildu y las fuerzas nacionalistas catalanas hace ahora casi ocho años en Edimburgo, en mitad de los prolegómenos de la consulta del 9-N impulsada por Artur Mas que serviría de preludio al 'procés' y al plebiscito ilegal que se consumó tres años después, en octubre de 2017. Los ánimos estaban caldeados y aunque el PNV, escarmentado tras el fracaso del plan Ibarretxe, ya había decidido delegar en el Parlamento vasco cualquier avance en el nuevo estatus, el inédito y civilizado acuerdo entre el entonces 'premier' británico, David Cameron, y el antiguo líder del Scottish National Party (SNP), Alex Salmond, agudizó el interés -y la competencia interna- de los nacionalistas vascos. Soplaban vientos de cambio en Europa, donde ya se planteaba con naturalidad la posible partición de un Estado miembro de la UE.

En el tiempo transcurrido desde la victoria del 'no' con más del 55% de los votos aquel 18 de septiembre de 2014, ha habido desgajamiento, sí, pero del Reino Unido tras su apoyo al Brexit. Los escoceses, que votaron con la salida de la UE sobre sus cabezas como una espada de Damocles, vivieron el adiós del Reino Unido al club comunitario como una puñada trapera. Y en 2021 el SNP rozó la mayoría absoluta con un programa en el que llevaba la convocatoria de otra consulta.

Pero Boris Johnson no es Cameron. No hay acuerdo posible y sí batalla jurídica y política por delante. El trauma del 1-O y el repunte del rechazo al indepedentismo en Euskadi, que llegó a máximos históricos durante la pandemia, han cambiado las prioridades. La mejor prueba es que el Gobierno vasco ni ha tratado el asunto ni se ha pronunciado en público sobre él: cunde la impresión de que los movimientos del SNP obedecen más a una campaña política de Sturgeon que a movimientos tectónicos reales que puedan desembocar en la independencia de Escocia.

Arnaldo Otegi reaccionó ayer al anuncio, tres días después y con una declaración en vídeo que buscaba también 'calentar' la nueva iniciativa de Gure Esku en favor del derecho a decidir, que se celebrará hoy en clave de hermanamiento con Cataluña y la ANC y sembrará de luces trescientas cimas de los Pirineos, desde Gipuzkoa a Girona.

«Este es el camino, lo que está de moda en Europa. La autodeterminación está en el viento que sopla a favor de la historia», abundó el líder de EH Bildu, que insistió en que Euskadi «necesita» reabrir el debate soberanista y llamó a participar en la 'performance' que, por el lado del PNV, contará con la presencia en el monte Jaizkibel de los burukides guipuzcoanos del EBB: Joseba Egibar, Xabier Barandiaran y María Eugenia Arrizabalaga.

En Sabin Etxea habían guardado silencio hasta ahora pero ayer, a preguntas de este periódico, fuentes del EBB dijeron seguir «con atención, interés y cercanía» los acontecimientos en Escocia. Eso sí, el PNV, que ha tirado del freno de mano en Euskadi con el argumento de que no hay «agua en la piscina» para abrir ahora el melón del estatus, no pierde de vista que el cansancio también puede haber hecho mella entre los escoceses. De hecho, según una encuesta de 'The Scotsman' un 53% de los ciudadanos desaprueba la 'hoja de ruta' de Sturgeon.

Por eso, y ante la «judicialización» del debate, el PNV permanece a la expectativa de la «respuesta» que la convocatoria pueda merecer entre el resto de partidos de la Cámara de Holyrood y entre la ciudadanía. Aun así, para el EBB «lo importante» es que «en la Europa del siglo XXI» se pueda hablar «con naturalidad» de independencia «sin complejos ni alarmismos» y «sin que a nadie le dé por montar policías patrióticas para salvar la sacrosanta unidad de la patria».