Los parlamentarios a través de videollamada.

«¿Se me oye? ¿Se me oye?» Las anécdotas del pleno por videollamada

La primera sesión del Parlamento por videollamada deja un reguero de anécdotas: Perros ladrando, estornudos, políticos que se saltan el confinamiento y la distancia de seguridad...

Octavio Igea

Bilbao

Jueves, 2 de abril 2020, 14:38

Vaya por delante que las cuatro horas que ha durado la primera sesión que el Parlamento vasco realizaba en su historia por videoconferencia se han finiquitado sin mayores problemas técnicos. Y eso que las dudas eran considerables hace un par de días, cuando los ... técnicos de la Cámara comenzaron a hacer las emisiones en prueba con los diez aforados que han seguido en directo la intervención del lehendakari y la consejera de Salud. Reto superado. Quizá se acabe de abrir una nueva era en la política autonómica.

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Que Urkullu, la presidenta del Parlamento, Bakartxo Tejeria, y los portavoces de los grupos se hayan comunicado con soltura no evita que la reunión haya dejado un reguero de anécdotas y la necesidad de dar algunos tirones de oreja a los políticos. Abrir la puerta de casa, o en este caso la webcam, también es esto.

Los periodistas parlamentarios venimos haciendo nuestros pronósticos desde que se supo el cambalache que se iba a formar para evitar que el lehendakari y los aforados se tuvieran que ver las caras en el salón de pleno con mascarillas puestas. La principal apuesta era que la portavoz de EH Bildu iba a ser la que mejor se iba a desenvolver ante los focos. Maddalen Iriarte presentó el 'Teleberri' de ETB durante muchos años antes de dar el salto a la política. Este jueves ha abierto el debate... y, pese a la experiencia, lo ha pagado. «¿Se me oye? ¿Se me oye?», cuestionaba al empezar a hablar. Sí, se le escuchaba. También los ladridos de su perro en al menos un par de ocasiones.

El problema de los animales domésticos, o aparecer delante de inmensas librerías o cuadros, lo han evitado el popular Carmelo Barrio y el jeltzale Joseba Egibar. Ambos han conectado con la emisión del Parlamento desde oficinas de trabajo. Barrio ha acudido al despacho que su grupo tiene en la propia Cámara de Vitoria y Egibar se ha trasladado a la sede del Gipuzku buru batzar en San Sebastián, delante de un gigantesco lazo negro. Ahí surge la duda de si la profesión de político está considerada esencial y si se permite que se salten el confinamiento. El decreto aprobado el pasado domingo por el Gobierno central no los menciona.

«¿Cómo voy de tiempo?»

Sí que es un mantra ya la advertencia de que, en plena pandemia, la gente debe guardar metro y medio de distancia para frenar el contagio. La norma rige en el supermercado, la farmacia, las empresas que siguen abiertas... pero no en Ajuria Enea. Al menos, al lehendakari y a las consejeras de Salud y Seguridad se les ha olvidado alerjase lo que corresponde. Mientras hablaba, Urkullu estaba a menos de un metro de Murga y Beltrán de Heredia.

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«¡Encienda el audio!», insistía el letrado mayor del Parlamento, que también ha participado en la sesión, a Maddalen Iriarte antes de su segunda intervención. Lo que nadie controlaba era al equipo de realización y sus cambios de imagen. A algunos le has pillado su llegada al primer plano peinándose, a otros mordiendo un boli y al lehendakari gesticulando cuando el portavoz del PP decía algo que no le gustaba. Prevenidos de que esto podía pasar tras los primeros 'sustos', a algún participante se le ha escapado un sonoro estornudo. Mientras, Bakartxo Tejeria lidiaba con su pantalla, que ha amagado con caerse en el momento más inoportuno. Cosas del directo.

En líneas generales, las tablas de los políticos les han permitido salir indemnes del reto. El mayor problema al que se han enfrentado la mayoría ha sido el de cumplir los tiempos de discurso sin tener un gran reloj ante los ojos, como pasa en el Parlamento. La alternativa ha sido tirar del móvil, aunque a veces mirarlo provoque que se pierda el hilo por un segundo. «No sé cómo voy de tiempo...», ha cuestionado Egibar. Diríamos que bien, porque ha sido de los pocos a los que Tejeria no ha tenido que pedir que abreviara.

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