«No hay víctimas de unos y de otros, todas las víctimas somos de todos». Con ese mensaje diáfano y contundente ha inaugurado este jueves Sara Buesa el XXII seminario de la Fundación Buesa y el Instituto Valentín de Foronda, que este año lleva por ... título 'Herencias del franquismo y del terrorismo. La consideración de sus memorias y sus víctimas'. La hija de Fernando Buesa, exvicelehendakari y político socialista asesinado por ETA, ha defendido que «a las víctimas del franquismo y del terrorismo, siendo de naturaleza muy distinta, es mucho más lo que las une que lo que las separa» y ha alertado sobre «las diferencias de trato y consideración» que reciben.
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En el campus de la UPV en Vitoria, que acoge las jornadas, Sara Buesa ha explicado que «tanto quienes sufrieron el franquismo como los que sufrieron el terrorismo son víctimas de una utilización política de la violencia para imponer un proyecto político excluyente». A su juicio, «necesitamos una memoria democrática integradora porque la incapacidad para integrar el pasado conduce a una memoria dividida».
Esa brecha provoca efectos de calado. «Genera tensiones entre distintos sectores sociales y a las víctimas del franquismo se les atribuye un cuerpo ideológico de izquierdas mientras que se sitúa en la derecha a las del terrorismo. Este es un esquema de apropiación de unas víctimas y exclusión de otras por las fuerzas políticas. Se las instrumentaliza buscando la confrontación entre las propias víctimas», ha lamentado. Kepa Aulestia, que ha impartido la primera de las conferencias de las jornadas, ha recordado cómo ETA y la izquierda abertzale incluso «presentaron a ETA como una revancha por las víctimas del franquismo y la presentaron como algo inevitable, cuando no es cierto».
Hay otros ejemplos recientes y mediáticos. «La exhibición de fotografías de personas asesinadas por ETA -como hizo un diputado del PP en el Congreso hace un par de semanas- es un espectáculo lamentable», ha continuado Sara Buesa, quien ha recalcado que «tenemos un pasado vivo y que escuece». En su opinión, «algunas víctimas incomodan a unos partidos y otras a otros cuando, como dice el filósofo Reyes Mate, quien entiende a una víctima debería entender a todas». Aulestia ha añadido que los que sufrieron vulneraciones de derechos «no sólo molestan a los victimarios sino a una parte de la sociedad vasca. Cuando la izquierda abertzale dice que las víctimas entorpecen que empiece una nueva fase no se dirigen sólo a los victimarios sino a un sector mayor».
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Sara Buesa ejemplificó el tratamiento distinto entre damnificados en las leyes que las amparan, que en el caso del terrorismo se remontan a 1999, mientras que en el caso del franquismo son de 2007 y algunos cambios fundamentales, como la exhumación de fosas o la ilegitimidad de los tribunales franquistas, son reformas normativas del año 2022. «Hay leyes diferentes, pero un mismo espíritu que nos obliga a hacer un examen de conciencia colectiva sobre el pasado oscuro de nuestra historia», ha reclamado la hija de Fernando Buesa.
Por su parte, el historiador José Antonio Pérez ha retratado nuestro pasado como «un pasado sucio e incómodo, que nos produce una gran desazón». Ha subrayado, en este sentido, que «ETA fue la última excrecencia del franquismo, no una consecuencia inevitable, y heredó del régimen su rechazo a la democracia y su desprecio por los derechos humanos». El experto del Instituto Valentín de Foronda ha reclamado «abordar este fenómeno sin complejos y con un compromiso ético». «Meter ese pasado sucio bajo la alfombra y no hacer nada con él es un suicidio», ha apostillado.
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