A Pedro Sánchez, que atraviesa su momento más difícil por la trama de corrupción del 'caso Koldo', se le pueden achacar muchas cosas, pero en este caso concreto, no se le podrá reprochar que haya cumplido con su promesa. Al menos en parte. Retrocedamos al ... 5 de noviembre de 2019, debate electoral de aquellas elecciones generales celebradas el 20-N. Unos comicios, por cierto, que ganó. Los españoles que le votaron, muchos, creyeron su mensaje. Escuchen: «A ustedes (Partido Popular), señor Casado (Pablo, entonces presidente del PP), se les fugó Puigdemont, y yo me comprometo hoy y aquí a traerle de vuelta a España y que rinda cuentas ante la Justicia».
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Al día siguiente, tiró de redes sociales y publicó el siguiente mensaje: «Nadie está por encima de la ley. Puigdemont es un prófugo de la Justicia. Trabajaremos para que el sistema judicial español, con todas sus garantías, pueda juzgarlo con imparcialidad. La Fiscalía cuenta con el respaldo del Gobierno en la defensa de la Ley y del interés general».
¿Regresará Carles Puigdemont a España seis años después de haberse fugado a Bélgica sin decir nada, por ejemplo, a su entonces vicepresidente Oriol Junqueras? Sí, lo hará. Hasta aquí, promesa cumplida. El problema es cuando uno entra en los detalles, el pequeño 'matiz' de «rendir cuentas ante la Justicia». No lo hará. Habrá amnistía, la misma que para el PSOE y el Gobierno era imposible antes de las elecciones generales del pasado 23 de julio y que ahora se ha convertido en poco menos que una piedra angular de la democracia española para recuperar la convivencia en Cataluña. Así lo exigió Puigdemont para investir a Sánchez y así será.
Carles Puigdemont, quien hasta hace dos días era poco menos que un paria que deambulaba por los pasillos del Parlamento Europeo, es el gran vencedor del enésimo capítulo del 'Manual de Resistencia' del presidente del Gobierno. Primero, porque ningunea a Esquerra Republicana de cara a las próximas elecciones catalanas (esta partida, no lo olvidemos, es clave en el tablero independentista). Y segundo, porque logra todo lo que siempre exigió sin tener que mostrar el más mínimo arrepentimiento por todo lo sucedido en el 'procés'. Todo lo contrario. Su reacción a la cesión de Sánchez ha sido, como se comprobó el fin de semana, seguir amenazando con la vía unilateral. Un 'déja vu' de manual, un homenaje al 'Gatopardo' de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Ya saben, que «todo cambie para que nada cambie».
Quizá este haya sido el mayor error de Pedro Sánchez, no haber pactado el 'relato' de la ley de amnistía. Un 'yo me quemo, pero tú también'. Haber exigido, como él ha hecho, cierta autocrítica sobre todo lo ocurrido en 2017. Aunque sea por pura conveniencia y guardar las apariencias.
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