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El líder de los socialistas madrileños, Juan Lobato, se ha convertido en una china en el zapato de Pedro Sánchez y sacudírsela va a costar algo más de lo que habían calculado sus detractores en la dirección del partido y en la siempre convulsa ... federación que comanda desde 2021. A solo cuatro días del 41º congreso federal del partido, adelantado el pasado septiembre con la idea de lanzar un mensaje de unidad en torno al jefe del Ejecutivo en una legislatura de alto voltaje, Lobato no solo ha puesto sobre el tapete información que puede comprometer a La Moncloa en la filtración de datos privados del novio de Isabel Díaz Ayuso por la que el Tribunal Supremo ya investiga al fiscal general del Estado, sino que, tras intensas presiones, transmitió este martes que no dará un paso al lado y, si es preciso, está dispuesto a morir matando.
Los rumores sobre su posible dimisión, extendidos la víspera desde el partido, se disolvieron este martes bien temprano como un azucarillo. Después de que el diario ABC publicara el lunes que, a principios de este noviembre, Lobato acudió a notario para registrar una conversación de Whatsapp de marzo en la que la número dos del jefe de Gabinete de Sánchez, Pilar Sánchez Acera, le conminaba a usar políticamente el correo en el que Alberto González Amador planteaba un pacto de conformidad a la Fiscalía por el que reconocía haber cometido fraude fiscal y que hasta entonces ningún medio había publicado íntegramente, cargos de la formación comenzaron a exigir su cabeza por falta de lealtad. A las 9:30 de la mañana, en una breve comparecencia sin preguntas en la Asamblea regional dejó claro que no se irá 'motu proprio'.
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El secretario general del PSOE de Madrid lleva meses escuchando que Sánchez no confía en él y quiere sustituirlo. Ese es el contexto en el que hay que situar los últimos acontecimientos y lo que explica que este martes se presentara como víctima de un «linchamiento». El favorito del presidente para sustituirlo es precisamente su exdirector de Gabinete, jefe por tanto de Sánchez Acera y hoy ministro de Transformación Digital, Óscar López. Fuentes del núcleo duro en Ferraz lo confirmaban este martes y descartaban que el señalamiento de Lobato, que el viernes debe declarar ante el juez del Supremo que instruye la causa contra el jefe del Ministerio Público, Álvaro García Ortiz, por revelación de secretos pueda hacerle daño: «¿Quemado? ¡Por favor! Será el candidato», aseguraron a este periódico.
Como Sánchez en 2017, Lobato –exalcalde de Soto del Real y técnico de Hacienda– está dispuesto en todo caso a jugar la baza del rebelde contra las imposiciones del aparato. Y este martes lo hizo denunciando un trato injusto y dejando la sombra de la duda sobre el intento de sus enemigos de acallarlo para tratar de encubrir una grave irregularidad.
«Tengo bien claro que la democracia y la ley está siempre por encima de los partidos políticos y los dirigentes del PSOE como exigimos a otros», dijo. «Si lo que se me dijo esa mañana cuando se me mandó la documentación era verdad, no veo el problema en acreditar el origen lícito de esa documentación», añadió. El lunes, Lobato aseguró que Sánchez Acera, también secretaria de Política Institucional en su ejecutiva y exportavoz adjunta en la Asamblea, le trasladó que el origen del correo con datos privados del novio de Ayuso era la prensa y no la Fiscalía. «No contemplo otra cosa –adujo este martes, con segundas–, porque habría sido un intento de que hiciera yo público un documento con las consecuencias legales que habría tenido para mí».
Ferraz y sus afines en Madrid lo dan ya por «muerto», pero asumen que poco pueden hacer para evitar que llegue aún como barón regional al cónclave de Sevilla, que comienza el viernes por la tarde. Estatutariamente, su margen para defenestrarlo es mínimo. Cuando recuperó la secretaría general, Sánchez eliminó de la normativa interna la herramienta que los partidarios de Susana Díaz habían usado contra él en 2016 (la dimisión de la mitad más uno de la ejecutiva) y el resto de opciones o serían demasiado traumáticas o exigirían un proceso demasiado largo. «No tiene sentido meternos en una guerra a tres días del 41º Congreso; la cosa está más bien a la vuelta», apuntan en alusión a las primarias convocadas para el 11 de enero.
Aun así, la presión de cargos del PSOE-M ligados a Sánchez arreció este martes. La portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, la exministra de Industria Reyes Maroto, incluso pidió a Lobato que se someta a una cuestión de confianza (una figura que no existe en los estatutos) y el delegado del Gobierno y exnúmero dos del ministro Félix Bolaños en La Moncloa, Fran Martín, le exigió que dé explicaciones ante la comisión ejecutiva. El líder madrileño ya avisó el domingo al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, de lo que iba a pubicar ABC y también le anticipó cuál sería su respuesta (que quería acreditar que no hubo filtración de la Fiscalía). Pero su argumento no satisfizo en la dirección del partido. «No entiendo que alguien vaya al notario a registrar una conversación con un compañero de partido», recriminaban este martes.
La sensación en el resto de federaciones es de desconcierto. Hay quien expresa solidaridad con Lobato e incluso señala una cierta similitud entre este caso y el vivido por Pablo Casado, cuando denunció la corrupción del hermano de Díaz Ayuso – en un caso luego archivado por la justicia, pero que a día de hoy aún usan los socialistas– y acabó destituido como presidente del PP. Pero la mayoría evita meterse. «Hay incomprensión general. Ni unos ni otros han explicado nada y nadie quiere meterse, a estas alturas de procesos congresuales que vienen, en guerras más allá de su federación», resume un dirigente territorial. La frase más repetida: «Habrá que esperar a lo que pase el viernes» en el Supremo.
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