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Las dificultades agravadas por la guerra de Putin contra Ucrania han generado en España mucho más descontento social que en el resto de los países europeos. Diferencia que solo puede explicarse porque antes de la invasión había problemas no resueltos que las seis olas epidémicas ... contribuyeron a acallar. De ahí que las terribles imágenes de la agresión rusa no hayan sido argumento suficiente para posponer paros y movilizaciones. La insistencia de Pedro Sánchez en atribuir a la guerra las tensiones inflacionistas no ha conseguido resintonizar las percepciones ciudadanas. Aunque el Gobierno ha contado con dos factores singulares a su favor, que han atenuado la tormenta perfecta e impedido colocar el cartel de 'legislatura agotada'. Por una parte, la situación que atraviesa el PP, a la espera de la coronación de Alberto Núñez Feijóo dentro de una semana. Por la otra, la incapacidad de la contestación tanto política como social para concretar las medidas reclamadas frente al incremento de todos los costes. Estos dos factores explicarían la impasibilidad con la que Sánchez ha afrontado diez días de paro de transportistas y la protesta del sector primario, a la espera de este Consejo Europeo.
Lo que resulta imposible es adherirse al enredo montado a costa del Sáhara Occidental para mejorar las relaciones con Marruecos. Una mezcla de audacia y arrogancia basadas en el hecho consumado. Sorprender con un pacto tan trascendente con Mohamed VI sin que conste encuentro alguno al respecto. Recurrir al mismo calificativo empleado por Donald Trump sobre la propuesta marroquí -«la más»- teniendo a mano la fórmula comedida de Alemania. Justificarlo alegando que nada cambia para los saharauis y que todo cambia para España. En la seguridad de que ni el Congreso de los Diputados osará enmendar el contenido de la carta dirigida al hijo de Hasán II.
Pedro Sánchez ha erigido el tótem del Consejo de Ministros del próximo martes 29 para alumbrar el Plan contra los efectos de la guerra. Tras mantener en reserva las posibles medidas a aplicar, con la intención de que su conocimiento público no desbarate las iniciativas, el apoyo al Plan se presenta ineludible para los actores económicos y sociales, para las comunidades autónomas y para los grupos parlamentarios. El acuerdo alcanzado con el Comité de Transporte en la madrugada del viernes marca la pauta: retoques fiscales y ayudas inmediatas acompañadas de cambios normativos a medio plazo. Desde el punto de vista partidario, un órdago dirigido a las dos almas de Unidas Podemos y a los socios habituales desde la investidura. Pero también a Núñez Feijóo para que se retrate entre el consenso y la contrariedad. Los primeros, obligados a mantener la legislatura. El segundo, necesitado de ese mismo tiempo para aspirar a la Moncloa. Mientras el socialismo sanchista gobierna en solitario.
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