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Sánchez y Feijóo, rehenes de la 'nueva política'

Mientras Podemos hace pinza con ERC y Bildu en su pulso con el PSOE por el 'sí es sí', Vox acorrala al PP con el aborto. Los 'asediados' buscan resistir sin descuidar el centro

Domingo, 19 de febrero 2023, 00:41

En ocasiones, el registro del Congreso revela más sobre la 'gran política' que los discursos de turno. Por ejemplo, es elocuente la iniciativa que ha presentado Vox esta semana para derogar la ley del aborto de 2010 –que acaba de ser avalada por el Constitucional– ... y sustituirla por el protocolo para que las embarazadas escuchen el latido fetal con el que pusieron en aprietos al popular Alfonso Fernández Mañueco, su socio en Castilla y León. O la proposición de ley cuya toma en consideración logró sacar adelante Podemos el martes –ojo, con la complicidad del PP– para dejar en evidencia la soledad del PSOE frente al resto del hemiciclo tras su histórico giro para apoyar de facto las demandas de soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.

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No es casualidad, por supuesto, que el debate impulsado por los morados para que se conceda de manera automática la nacionalidad española a todos los saharauis nacidos durante la época de dominio colonial se produjera en plena tormenta por la ley del 'sólo sí es sí', que ha abierto la puerta ya a más de medio millar de rebajas de condena de agresores sexuales. Es solo un primer paso pero el objetivo que perseguía Podemos –aislar a los socialistas y colocarles frente a sus contradicciones más incómodas– se logró con creces.

En el caso de la formación de Abascal, su intentona no solo no tiene ninguna posibilidad de prosperar sino que la ley que exige derogar ha sido reformada para que las chicas de 16 y 17 años puedan abortar sin permiso paterno. Pero es lo de menos: lo que busca Vox es también exponer a Génova a sus fantasmas y forzarle a retratarse, de nuevo, sobre un asunto que solivianta a los sectores más duros del partido y a la Iglesia y que podría taponar el flujo de votantes de Vox dispuestos a regresar al PP. Según estimaciones de la dirección popular, se trataría de un 13% de esos votantes.

El PP cifra en un 13% el voto huido a Vox que puede recuperar con su agenda reformista

Pero Vox ha olido sangre y no va a soltar la presa, un anticipo de lo que le espera a Alberto Núñez Feijóo si se apoyase en sus escaños para llegar a La Moncloa. «Identifican nichos de voto muy concretos –los cazadores, por ejemplo– y van a por ellos. Ahora tocan los antiabortistas porque saben que es un asunto incómodo para nosotros que nos obliga a hacer equilibrios aunque para gran parte de la sociedad sea un debate superado», reconocen en el PP. No es casual que la portavoz de la formación de extrema derecha en el aborto sea Lourdes Méndez, exdiputada del PP y firmante en su día del recurso de su antiguo partido contra la ley de plazos de Zapatero.

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«Antisanchismo transversal»

Todo un reflejo de esa apelación al votante desencantado con un partido que Abascal identifica ya con «el PSOE con diez años de retraso». Los populares tratan de ignorar a Vox –que incomoda igualmente a Ayuso con su exigencia para que derogue la 'ley trans' autonómica o su apoyo a las protestas sanitarias– mientras confían en atraer a su sigla el «antisanchismo transversal» y el voto socialista desencantado (creen haber captado ya un 10%) y, a la vez, potencian su agenda reformista con el objetivo de volver a seducir a quienes se fueron a Vox «enfadados con Rajoy».

En el ala izquierda, la pugna por el 'sí es sí' ha expuesto a Sánchez a un desgaste que busca atajar de raíz con la reforma de la ley. Pero, si bien las diferencias con Podemos eran perfectamente predecibles –aunque le hayan obligado a tragarse sapos como la aprobación sin cambios de la 'ley trans' de Irene Montero–, no lo era tanto que los compañeros de coalición maniobraran con ERCy Bildu, las fuerzas a las que Pablo Iglesias ya situó de forma premonitoria en la «dirección de Estado», para retrasar el debate y hacerlo coincidir con el 8-M.

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El PSOE, obligado a tragarse sapos como la 'ley trans', busca rentabilizar los avances sociales

La pinza ha hartado a Sánchez, que esta semana ha advertido a la ministra de Igualdad que espera de ella «menos ruido» y más «soluciones», en un intento de soltar lastre sin romper la coalición. En una estrategia similar a la de Feijóo, Moncloa trata de ponerse de perfil, polarizar con el PP y concentrarse «en lo que la ciudadanía espera de nosotros», es decir, rentabilizar al máximo avances como la subida del SMI mientras desliza que Yolanda Díaz está del lado del presidente frente a las «deslealtades» que alentaría, en la sombra, Pablo Iglesias. Hasta el PNV –que en esta guerra va con Ferraz– ha dado la voz de alarma para advertir de que los morados están tensando la cuerda en un intento de forzar un adelanto electoral y que las generales coincidan con las autonómicas y municipales de mayo.

Sánchez busca soltar lastre sin romper la coalición y ha pedido a Montero «soluciones»

Paradójicamente, quienes más trabajan para desgastar a los dos buques insignia del bipartidismo –al margen, claro, de las andanadas que se dedican entre ellos– son también los únicos que, salvo giro drástico, pueden procurarles una mayoría suficiente para gobernar. Tanto Sánchez como Feijóo culpan al otro de rechazar los pactos de Estado mientras siguen rehenes de los partidos surgidos a su izquierda y a su derecha desde la 'nueva política'.

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