Decenas de miles de personas participan en la manifestación secesionista de la Diada

Se trata, según ha asegurado la ANC, entidad convocante, junto a Òmnium Cultural, de la mayor protesta de la UE celebrada en tiempos de pandemia. Ha sido una protesta multitudinaria. Pero las cifras están muy lejos de los mejores registros del nacionalismo en las protestas de la Diada. Hace dos años, en un contexto de normalidad, se manifestaron 600.000 personas. En 2018, salieron a la calle cerca de un millón, siempre de acuerdo a los datos aportados por la Guardia Urbana de Barcelona. Y en 2014 fueron dos millones, según los recuentos independentistas. En la manifestación han estado buena parte de los miembros del Govern, con Pere Aragonès a la cabeza, así como los principales dirigentes de los partidos independentistas (ERC, Junts, CUP y PDeCAT). Por primera vez desde su encarcelamiento, han asistido también los nueve presos indultados por el Gobierno. Los políticos, eso sí, no han ocupado lugares destacados en la cabecera de la marcha, que llevaba una pancarta con el lema: «Luchemos y ganemos la independencia». Algunos de los líderes secesionistas, tanto de ERC como de Junts han escuchado gritos de «botiflers» y «traidores» por parte de los manifestantes. La marcha ha transcurrido sin incidentes, hasta que la cabecera, se ha cruzado con una protesta de unos 50 independentistas radicales, convocados por un grupo llamado Donec Perficiam, integrado por una escisión de dirigentes de la ANC, que han ocupado la cabecera de la manifestación durante parte del recorrido, al grito de «traidores».

El secesionismo ha superado sus previsiones en vísperas de la reunión de la mesa de diálogo entre el Gobierno central y el catalán. El Govern había llamado a la movilización para fortalecer su posición negociadora. El independentismo no está en su mejor momento. La pandemia se ha notado en la asistencia, pero también ha afectado el clima de división que hay en el movimiento.

Este clima hostil contra los partidos del Govern ha sido una constante durante toda la jornada. Oriol Junqueras, tras casi cuatro años de prisión, ha participado en la manifestación y previamente ha intervenido en la ofrenda floral a Rafael Casanova, donde se han escuchado gritos contra el líder republicano tachándole de «traidor» o «botifler».

En un tono muy encendido, el presidente de ERC ha afirmado, en un acto de partido, que la propuesta de su partido es la mejor y que Esquerra no tiene «ningún miedo de contrastar sus argumentos con nadie». «Nos encontrarán siempre en todas partes, dispuestos a discutir y a hablar con todo el mundo, porque estamos seguros de que tenemos suficiente razón para convencer a la mayoría del país y proclamar la independencia«, ha proclamado. Junqueras también ha reiterado que el camino para ganar pasa por ser »más fuertes«: »¿Quién dice que debemos ser menos se equivoca y nos engaña«, ha avisado.

Por su parte, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, ha llamado a sumar «amplias mayorías» para alcanzar la «república catalana».

Oriol Junqueras y también Jordi Sànchez recibieron ayer a medianoche una sonora pitada cuando intervinieron en el tradicional acto en el Fossar de les Moreres, una plaza donde hay monumento en homenaje a los caídos de la batalla de 1714, un lugar casi sagrado para el nacionalismo. Poco público, pero muy crítico con los dos partidos de gobierno. El ambiente estaba tan crispado que el PDeCAT evitó tomar la palabra, porque le habría caído una buena. Junqueras, en su primera Diada tras salir de la cárcel indultado por el Gobierno, afirmó que si la prisión no le ha hecho callar, «tampoco lo harán los insultos y las amenazas».

Ya desde el primer momento han quedado patentes las enormes diferencias que hay en el independentismo. Pere Aragonès y Laura Borràs protagonizaron ayer un duelo dialéctico, que se ha mantenido este sábado por sus respectivos partidos en relación a la mesa de diálogo entre el Gobierno central y el Govern, que se reunirá la semana que viene, entre el jueves y el viernes. Esquerra, como hizo ayer Aragonès, ha pedido a la ciudadanía que salga a la calle para reforzar y fortalecer la posición de la Generalitat en el diálogo con Pedro Sánchez, mientras que Junts mantiene sus recelos. Es necesario movilizarse para afrontar la mesa y «hacer imbatible el referéndum», según ha expresado Marta Vilalta, de ERC. «Sumar e ir a la una», ha reclamado, consciente de la división en torno a la mesa.

«Movilización y determinación para ganar la libertad», ha pedido Jordi Sànchez, de Junts, quien ha señalado que su partido acudirá al encuentro con el Ejecutivo sin «esperar nada» y para «levantar acta». Una posición muy distinta a la de Aragonès, que reclama sentarse con toda la ambición. La CUP ha presionado hal presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, a que convoque el Pacto Nacional para el derecho de la autodeterminación y la amnistía. Pero Aragonès se resiste, consciente de que a las puertas de la mesa de diálogo no existe consenso en el movimiento. El presidente de la Generalitat ha escuchado esta mañana en la ofrenda floral algún tímido silbido, puede que la antesala de lo que puede oír esta tarde en la manifestación.

El enfrentamiento extremo en el independentismo lo han protagonizado dos grupos muy minoritarios, uno de derechas independentista y otro de extrema izquierda, que han protagonizado una batalla campal en el Fossar de les Moreres, con agresiones. Mientras, Arran, las juventudes de la CUP, han quemado fotos en la puerta de la patronal Fomento del Trabajo.