Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Nuevo giro de guion -el enésimo- en el gran teatro de la legislatura. El argumento de fondo, los socios soberanistas como sostén de Pedro Sánchez, nunca varía, pero en cada nuevo acto el presidente y sus aliados se alejan, se acercan, se pelean y se ... reconcilian según convenga. Ayer, con las elecciones andaluzas del 19 de junio cada vez más encima, tocaba escenificar un cese de hostilidades tras la tormenta provocada por el 'caso Pegasus'. ¿La razón? A un mes de la cita con las urnas, reconocen en el PSOE, «a nadie le interesa, ni siquiera al PP, seguir aumentando los decibelios porque eso es echar votos a paladas a Vox. Los de Abascal casi no han hablado del espionaje porque no les hace falta. Les bastaba con sentarse a presenciar el espectáculo».
Así que ayer tocaba tregua, agradecimientos de Pedro Sánchez a sus socios vascos de PNV y EH Bildu por su «tono» sosegado y cortejo indisimulado con una estrategia de mano tendida en la cuestión territorial o en las exigencias de los nacionalistas de «regeneración democrática» tras el escándalo de las escuchas.
Noticia Relacionada
Todo ello salpimentado con los audios del excomisario Villarejo desvelados por 'El País', salpicado de reproches a los «mangantes» del PP, en expresión repetida de Sánchez, por la mochila de la «corrupción» y la «libretita» de Bárcenas y sincronizado con el discurso de los propios socios. Un paso 'a deux' muy claro en el caso del PNV, que certificó justamente ayer su «decepción» con Alberto Núñez Feijóo al constatar, prácticamente en los mismos términos que lo hizo el presidente en sus intervenciones en el pleno de control, que el PP del líder gallego es, en realidad, «el mismo de antes de ayer, el mismo de (Pablo) Casado».
La confluencia de intereses opera de nuevo. Ni Sánchez ni sus socios quieren una eventual mayoría PP-Vox, ni en Andalucía ni en España, porque desalojaría al primero de Moncloa y dejaría a los segundos sin juego en el ruedo madrileño. Cosa distinta sería, para Sabin Etxea, un Feijóo capaz de gobernar sin Santiago Abascal, pero ese escenario se antoja lejano y los peneuvistas mantienen la apuesta por su alianza «estructural» con Sánchez, que ya pusieron en escena al anunciar esta semana un acuerdo, el de la ley audiovisual, cocinado hace semanas. En lugar de seguir jugando al desgaste, los unos, y a la defensiva, el otro, se han conjurado para rebajar el ruido.
La pregunta de Aitor Esteban, la segunda tras un primer cruce con la popular Cuca Gamarra, en el que Sánchez acusó al PP de practicar «la misma oposición negacionista contra el interés general» y la portavoz popular habló de un presidente engendrado por un «pacto diabólico» con los independentistas, sirvió para lamerse las heridas de Pegasus.
Sánchez aprovechó que el portavoz jeltzale quería saber si la Policía y la Guardia Civil disponen del 'spyware' israelí no solo para negar que las FSE utilicen el programa sino para mostrarse como víctima del espionaje y mostrar, entre abucheos de la bancada opositora, su «empatía» con el resto de personas escuchadas sin aval judicial. No solo eso: el jefe del Ejecutivo aseguró no tener «nada que esconder» y se mostró dispuesto incluso a estudiar la reforma del CNI que planteará el PNV en las Cortes Generales, con el propósito de incrementar el control judicial sobre los servicios secretos.
Poco después, el burukide del EBB Xabier Barandiaran, aprovechó un acto del partido para marcar distancias claras con Feijóo. Aunque Sabin Etxea recibió en principio con agrado al nuevo líder del PP, reconoció que «la música ha cambiado» y se declaró a la expectativa, ahora creen que «el pretendido cambio no es más que un eslogan por el momento» y que mantiene el mismo rumbo que Casado, «obsesionado con Vox». En concreto, Barandiaran censuró que el líder popular «niegue la realidad» de que «existen diversas naciones en el Estado» tras la polémica desatada por Elías Bendodo y le afeó que no «asuma responsabilidades» respecto a los casos pasados de corrupción.
La siguiente pregunta del orden del día, formulada por la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, sirvió a Sánchez para aplacar los recelos de sus socios en otra materia sensible, la territorial. Tras recordarle Aizpurua que la mayoría de la investidura ha quedado «tocada» -la izquierda abertzale insiste en que no da por cerrado 'Pegasus' pese a los intentos de Sánchez por pasar página-, el presidente se mostró dispuesto a reunirse con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, e incluso a convocar la mesa de diálogo «cuando lo decida la parte catalana».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.