David Guadilla
Jueves, 12 de octubre 2023, 07:02
EH Bildu y la izquierda abertzale lograrán mañana una fotografía inédita que anhelaban desde hace años. Se sentarán cara a cara, en público y de forma oficial con un presidente del Gobierno de España. Será el punto culminante a un proceso de normalización de un ... grupo que sigue sin condenar el terrorismo de ETA, pero que en los últimos años ha dado un giro a su estrategia para ampliar su base social. Un golpe de timón y una legitimación política que solo ha sido posible gracias, precisamente, a Pedro Sánchez.
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Lo más parecido a lo que se vivirá este viernes –una cita en la que estarán Mertxe Aizpurua y Gorka Elejabarrieta y que se enmarca dentro de la ronda abierta por el líder del PSOE para lograr los apoyos necesarios para su investidura– se produjo el 17 de diciembre de 2019. Aquel día se hizo otra fotografía que supuso el inicio de una relación política que pocos podían imaginar. Una delegación de EH Bildu compuesta por Aizpurua, Elejabarrieta y Oskar Matute se reunía de manera oficial con otra del PSOE formada por Adriana Lastra y Rafael Simancas. Con luz, taquígrafos y en el Congreso.
La relación entre el PSOE y la izquierda abertzale se había establecido hasta ese momento sobre un terreno en el que había una línea roja: la violencia de ETA. La negativa de la formación de Otegi a condenar el terrorismo hacía que todo se moviese entre sombras. Se normalizaban las relaciones en Euskadi y Navarra, pero no en el Congreso; Zapatero alababa el papel de Otegi y se reunía con él en Elgoibar, pero lo hacía en secreto... Pero aquel 17 de diciembre lo cambió todo.
El camino se empezó a desbrozar unos meses antes en Navarra, cuando la socialista María Chivite logró la presidencia autonómica. La comunidad foral siempre ha sido un termómetro que mide hasta qué punto el PSOE quiere consolidar su relación con la izquierda abertzale, muy cuestionada por parte de su militancia y otros barones regionales. Chivite llegó al poder gracias a la abstención de Bildu y solo unos meses después se producía la cita con Simancas y Lastra. La satisfacción de los representantes de EH Bildu chocaba con la incomodidad socialista. Fue el preludio de lo que vino después.
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El gran golpe de efecto se produjo el 20 de mayo de 2020.Bildu ya había apoyado los estados de alarma por la pandemia, pero a todo el mundo descolocó que ambas partes pactasen la derogación íntegra de la reforma laboral del PP. Aquel acuerdo quedó en casi nada, pero demostró que tanto el PSOE y EH Bildu habían construido un puente sólido. A la izquierda abertzale le interesaba aparecer como una alternativa creíble al PNV, y el apoyo de los de Otegi le facilitaba a Sánchez mantener como aliado a ERC porque republicanos y EH Bildu habían firmado una «unidad de acción». En julio de 2020, en una entrevista en EL CORREO, Sánchez calificaba a la coalición soberanista como «un partido más».
Los gestos siguen llegando
A partir de ahí los acuerdos han sido constantes y la relación se consolida. El líder del PSOE ha encontrado un aliado estable. De hecho, a día de hoy EH Bildu es la única formación que ha garantizado que apoyará la investidura. La izquierda abertzale, a cambio, ha reforzado su mensaje social, ha visto cómo su estrategia ha sido premiada en las urnas y ha logrado desinflamar el único problema que realmente amenazaba las costuras internas: los presos de ETA. Salvo la docena que están en Francia, el resto –alrededor de 140– cumplen condena en Euskadi y Navarra.
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La actitud de Bildu respecto a la violencia sigue enturbiando el clima –como se ha visto con los ataques a la memoria de Buesa–, pero ninguna de las partes piensa abandonar el camino iniciado. Otegi insistió hace unos días en lo de la «ventana de oportunidades». En la agenda de la izquierda abertzale está derogar algunas leyes que limitan la concesión de beneficios a los reclusos de ETA o que vuelva a ser el juzgado penitenciario existente en Euskadi el que analice los casos, y no la Audiencia Nacional. Los gestos siguen llegando. La semana pasada EH Bildu se hizo con la presidencia de la Federación de Municipios de Navarra gracias al PSN. Todavía queda por atravesar el Rubicón: formar gobiernos de coalición o aliarse para desbancar al PNV. Nadie lo ve a corto plazo, pero nadie lo descarta a medio.
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