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N. Vega | c. Reino
Jueves, 30 de agosto 2018
En ningún momento llegó a hacer explícita la amenaza de intervenir la autonomía catalana de nuevo mediante la aplicación del artículo 155 de la Constitución, pero las palabras pronunciadas este jueves por Pedro Sánchez durante la rueda de prensa que ofreció en Bogotá ... junto al presidente de Colombia, Iván Duque, no dejaron ninguna duda sobre sus intenciones si el desafío soberanista desborda otra vez el marco constitucional. Quim Torra, advirtió el jefe del Ejecutivo, «sabe perfectamente cuál es el camino que le depararía volver al unilateralismo, la quiebra de la legalidad y el desacato». La última vez que eso ocurrió, con el referéndum del 1-O y la declaración de independencia, el Gobierno de Rajoy tomó las riendas de Cataluña con el apoyo del PSOE, ahora en La Moncloa.
Sánchez ha elevado el tono de sus avisos ante las últimas publicaciones periodísticas, que apuntan -este jueves lo anunció 'La Vanguardia'- que el presidente de la Generalitat planteará el próximo martes en una conferencia en Barcelona la desobediencia a la eventual sentencia del 1 de octubre, un ultimátum al Gobierno para negociar un referéndum de autodeterminación y, finalmente, preparar un clima político que impulse la ruptura con el Estado.
Preguntado por el contenido de esta información durante su viaje oficial a Sudamérica, que le llevó este jueves a Colombia, Pedro Sánchez aseguró que su Gabinete tiene muy claros los límites de toda actuación política. «Dentro de la legalidad el Gobierno está dispuesto a hablar con el Govern», dijo el líder socialista, y añadió que lo que tiene que hacer Quim Torra es «representar a la mayoría de los catalanes que quieren acabar con esta crisis de convivencia y fractura que vienen sufriendo de unos años a esta parte». Quiebra que en las últimas semanas se habría manifestado en la guerra de los lazos. A este respecto, instó «a todos los actores catalanes a construir convivencia y no ahondar en fractura social».
Además de la cuestión catalana, Sánchez fue interpelado por otros asuntos de carácter internacional. Uno de los más controvertidos, la situación política en Venezuela. El presidente del Gobierno regateó como pudo la pregunta para evitar tachar de dictadura el régimen de Nicolás Maduro. «No se puede llamar democracia a un sistema que tiene presos políticos por sus ideas», fue a lo máximo que llegó. Momentos antes su anfitrión, Iván Duque, había calificado al régimen bolivariano de «dictadura oprobiosa».
Sánchez optó por la prudencia y la diplomacia, y abogó por alcanzar una solución dialogada entre todos «los actores» venezolanos. «Venezuela debe tener una conversación consigo misma», apuntó. Reconoció que la posición española no es tan beligerante como la colombiana, país que es punta de lanza contra Maduro y que mantiene un enconado enfrentamiento con el régimen bolivariano. «Cada país es soberano para elegir sus estrategias para resolver la crisis en Venezuela», argumentó el presidente del Gobierno.
Pedro Sánchez ofreció además al presidente colombiano que España albergue las conversaciones de paz entre su Gobierno y el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), el único de los movimientos armados históricos que sigue activo tras el acuerdo alcanzado con las FARC.
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