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Un permiso que no tiene «nada de excepcional». Es lo que repite una y otra vez Jaime Tapia cuando se le pregunta por el caso de Mikel Otegi, el preso etarra al que se la ha concedido una salida sin custodia policial para acudir al ... odontólogo, en vitoria, desde la cárcel de Zaballa. En el argot se denominan salidas «por autogobierno» o «autogestionadas». Lo primero que aclara el principal asesor penitenciario del Gobierno vasco es que «son salidas muy pautadas. En este caso, una hora para ir y otra para venir desde Zaballa a Vitoria. Y una hora en el odontólogo, que si se retrasa y sale tarde tiene que traer un documento firmado con la hora a la que ha abandonado la consulta».
¿Son habituales este tipo de permisos? Por extraño que suene, son más frecuentes de lo que parece. Los hay para acudir al odontólogo, al traumatólogo, a quimioterapias y para operaciones no muy graves, entre otros motivos. «Si el recluso cumple los requisitos, va. ¿Cuáles? Que sea algo necesario, que no se pueda hacer dentro de la cárcel y que no haya ni peligro de fuga ni de reincidencia. El tema con los reclusos de ETA es que tienen delitos muy graves, pero no entrañan ese riesgo». No es la primera vez que un recluso de la banda tiene uno de estos permisos no custodiados. «Los ha habido toda la vida», insiste Tapia. «Los había antes de la transferencia de prisiones. Están en el reglamento -artículo 155.4-, que es para toda España. Estas salidas, si se dan las condiciones, son iguales en Andalucía», añade Tapia.
¿Por qué hay tan pocos casos entre reclusos comunes? Tiene que ver con la situación económica de los reos. Hay odontológo en prisión pero sólo para extracciones o empastes, las intervenciones más complicadas quedan fuera de la red de Osakidetza y por tanto sólo acceden a ellas quienes se pueden costear un seguro sanitario privado. La mayoría de los presos vive en los límites de la pobreza.
¿Es habitual que venga la patrulla a llevar al preso y no haga falta, como en este caso? Es, de algún modo, una descoordinación pero sucede con relativa frecuencia tanto en los juzgados como en las prisiones.
¿Hay una vertiente económica? «No es la parte fundamental, pero la hay. Los ertzainas sólo deben ir cuando son imprescindibles porque el volumen de traslados para médicos y citaciones es muy alto», confiesa Tapia. De hecho, hace tiempo que en las mesas de coordinación se ha barajado la posibilidad de que algunos trámites y consultas sanitarias puedan hacerse por videoconferencia desde la cárcel para evitar esos movimientos de reos y agentes.
Jaime Tapia insiste en que no hay nada extraño y «es una práctica habitual». Los agentes que hacen traslados como el de Mikel Otegi no lo ven igual y aseguran que «jamás» se hace con un recluso que tenga una larga condena por delante. La gravedad de los delitos, el asesinato de dos agentes, también es infrecuente.
¿Habrá más? «Cuando se cumplan los mismo requisitos, las habrá, claro», defiende Tapia. El juez, de hecho, muestra su preocupación porque estas medidas son muy bien valoradas por los reclusos y quiere tranquilizar a estos porque de cumplirse los requisitos se seguirán dando permisos. Los presos seguirán saliendo solos para consultas si no hay riesgo de fuga o reincidencia.
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