Si Sabino levantara la cabeza...
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El PNV culmina con la terapia de choque de 'Entzunez Eraiki' el concienzudo giro ideológico que emprendió en 2009Innovación ·
El PNV culmina con la terapia de choque de 'Entzunez Eraiki' el concienzudo giro ideológico que emprendió en 2009Les deseo una vida feliz en un cuerpo feliz, amando felizmente a quien amen y sintiéndose felices como se sientan». Así celebró esta semana el diputado jeltzale Joseba Agirretxea la aprobación definitiva de la 'ley trans' tras meses de tira y afloja entre PSOE y ... Unidas Podemos. Tenía motivos porque la norma salió adelante tal y como la defendía la ministra Irene Montero, cuya cruzada en favor de la autodeterminación de género y los derechos de los menores trans el PNV ha abrazado como propia.
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Ese progresismo militante y entusiasta en cuestiones como las reivindicaciones del colectivo LGTBI, llamativo en un partido de raíz hondamente católica como el PNV, es solo la punta del iceberg de un concienzudo y meditado 'aggiornamento' a los nuevos tiempos que ha vivido esta semana otro de sus hitos con la presentación de las conclusiones del proceso 'Entzunez Eraiki'. Como colofón a la «escucha activa» que Sabin Etxea arrancó hace un año, el partido no ha tenido empacho en reconocer que, pese a que en los últimos lustros ha hecho suya sin complejos la doctrina socialdemócrata, parte de la sociedad vasca sigue percibiendo la sigla como conservadora, anticuada e incluso propensa a la arrogancia y el «amiguismo».
«Los comentarios negativos, aunque se lleven a titular, no son mayoritarios. Pero ponerlos en primer plano refuerza y legitima la verdad con que hemos asumido este proceso. Otros hacen procesos de escucha exprés, enfocados a la campaña electoral o en el que solo se les escucha a ellas. Nosotros, no», se ufanan en el EBB. La ejecutiva peneuvista niega además que el partido haya cambiado, algo inevitable en una organización con 127 años de historia que nació anclada al «integrismo católico» -en definición del catedrático de Historia Contemporánea de la UPV José Luis de la Granja-, que propugnaba Sabino Arana, del que hace tiempo que no queda ni rastro. «No lo vemos así. Hemos evolucionado de la mano de la sociedad», apostillan.
En realidad, como en todas las organizaciones, hay quien no comparte el entusiasmo con la nueva estrategia de la dirección, una apuesta de riesgo por la «gobernanza colaborativa» cuya paternidad hay que atribuir al burukide y sociólogo guipuzcoano Xabier Barandiaran, que ya ensayó la vía aperturista como asesor de Markel Olano. El propio Andoni Ortuzar reconoció en la puesta de largo de las conclusiones en el Palacio Euskaduna que el proceso de escucha ha tenido que vencer el «escepticismo» de algunos de los principales dirigentes del partido. Efectivamente, hay quien cree que la autocrítica solo debería aplicarse a errores concretos y acotados -por ejemplo, la gestión interna que Osakidetza ha hecho del conflicto en la OSI de Donostialdea- pero no a la «trayectoria» en genérico de la sigla porque puede volverse en contra como un bumerán.
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Otros, entre la militancia, arrugan la nariz ante lo que consideran puro «marketing» político cuando lo que hace falta, dicen, es «revitalizar de verdad» la vida interna del partido y 'resucitar' los batzokis. Una «horizontalización» de las estructuras que Barandiaran ha defendido esta semana pero que, para algunos, no ha llegado aún a un partido donde la voz de las ejecutivas sigue teniendo un peso fundamental. «Me parece un acierto», sostiene en cambio la socióloga y directora del Deustobarómetro María Silvestre. «Solo un partido que se siente fuerte es capaz de realizar un ejercicio de autoanálisis como este», abunda la experta, que cree que compartir «los defectos» presupone «confianza y seguridad en sí mismo» y permite, aun a riesgo de «provocar la risa o el meme», potenciar «valores» que «flaquean»: juventud, modernidad y transparencia.
La necesidad de conectar con las generaciones más jóvenes, el gran talón de Aquiles del PNV, ha sido clave desde el principio en esta particular 'perestroika' que arrancó en 2009 con el apoyo jeltzale a la despenalización del aborto impulsada por Zapatero. El PNV cortó de raíz con la libertad de voto en conciencia que daba a sus diputados en temas de índole moral y decidió desligarse de posiciones que la sociedad vasca, que se autopercibe más bien escorada a la izquierda, pudiera identificar como retrógradas o vinculadas a los sectores más conservadores de la Iglesia. De hecho, los obispos vascos, en un gesto del todo inusual, montaron en cólera y pidieron al PNV que reconsiderara su postura y recordara sus orígenes «cristianos».
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El rapapolvo cayó, no obstante, en saco roto. Sabin Etxea, todavía con Urkullu al frente, había detectado un «gran consenso social» sobre ese tipo de asuntos y tenía decidida ya la hoja de ruta a seguir. Desde entonces, los jeltzales, en abierta competencia con EH Bildu, han abrazado el discurso de la transición 'verde' (aunque con contradicciones por su tradicional ligazón al mundo de la empresa, incluidas las grandes energéticas), el feminismo o la integración social de los inmigrantes, como quedó patente en su última asamblea general.
También han hecho pedagogía interna para hacer más digeribles los cambios a sus bases. Por ejemplo, contaron con el asesoramiento de médicos expertos en cuidados paliativos para explicar el respaldo a la ley de eutanasia. Y el entusiasmo con el que se han batido el cobre en la 'ley trans' apenas ha levantado ampollas entre las mujeres del partido, a diferencia de lo sucedido en el PSOE.
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«El PNV adoptó en la República la doctrina social de la Iglesia y sus diputados ya defendieron entonces iniciativas sobre el salario social o la participación de los obreros en los beneficios de las empresas. Pero, en lo referente al apoyo a las leyes del aborto, la eutanasia o la 'ley trans', llama la atención que, con el peso que ha tenido la religión católica en su historia, hayan podido aprobarse sin oposición interna», opina De la Granja, que cree que esa ha sido «una de las mayores rupturas, quizás la mayor» con la doctrina fundacional de Arana, «al que sin embargo siguen venerando y homenajando tres veces al año». Cosas del famoso pragmatismo jeltzale.
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