Naiara Zamarreño junto con Julio Rivero, presidente de Mila Esker Rafa Gutiérrez
Homenaje a Juan María Quintana, escolta de Manuel Zamarreño

«No sabemos cuántos atentados han evitado los escoltas»

La asociación de ertzainas Mila Esker rinde tributo a Juan María Quintana, la sombra de Zamarreño cuando ETA lo asesinó

Iñigo Fernández de Lucio

Domingo, 9 de enero 2022

La vida de Juan María Quintana dio un vuelco en 1998. Era ertzaina y trabajaba como escolta. El 25 de junio protegía al concejal del PP de Rentería Manuel Zamarreño cuando iba a comprar el pan. Una moto bomba colocada por ETA acabó con la ... vida del político y dejó incapacitado para el servicio a Quintana. La secuelas físicas y psicológicas fueron muy graves. Tenía solo 25 años. Nunca volvió a trabajar.

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No existe un cálculo oficial sobre cuántos escoltas se jugaron la vida durante los años de plomo. Eran sombras, la figura menos reconocida en la lucha contra el terrorismo. Ertzainas, policías nacionales, guardias civiles, seguridad privada... Se estima que en los momentos de mayor actividad de ETA tuvieron que ofrecer protección a más de 1.500 personas de forma simultánea.

En el caso de Zamarreño eran cinco personas las que se turnaban para protegerles a él y a José María Trimiño, el otro concejal que el PP tenía en Rentería. «Sabemos que en ocasiones los escoltas evitaron atentados y secuestros, pero no sabemos cuántas veces lo hicieron porque los atentados que no se cometen, no se ven». La frase es de Florencio Domínguez, director del Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria que este domingo acogió el homenaje que la asociación de ertzainas Mila Esker brindó a Quintana.

El tributo fue para él, pero también para el resto de «ángeles de la guarda» de quienes estaban en el punto de mira de los terroristas. Un trabajo invisible, pero no tanto. Y de un valor incalculable. ¿Cuántas vidas salvaron? Nunca se sabrá. Uno de los principales dirigentes de ETA, Garikoitz Aspiazu 'Txeroki', reconoció una vez que su presencia «dificultaba sobremanera» las acciones de la banda, según recordó Domínguez durante el tributo de Mila Esker, asociación creada hace un año para reconocer la labor de los agentes frente al terrorismo.

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El acto fue muy sencillo. Y la emotividad, incontenible. Quintana recibió una medalla y un diploma en reconocimiento a la labor y el mérito policial. «Eres un referente como ertzaina que cumplió con creces con su labor», le dijo Julio Rivero, presidente de Mila Esker. También entonó el 'mea culpa'. «Nunca estuvisteis solos, aunque en muchas ocasiones os hayamos hecho sentir así». Por eso es importante recordarlo. «La memoria es el agradecimiento del corazón». Quintana les escuchaba atentamente desde la primera fila de espectadores. Rehúye los focos y el protagonismo. Las secuelas siguen ahí. No es agradable recordar.

«Celebrar la vida»

Presidió el acto Naiara Zamarreño, hija del político al que Quintana protegía. Su hermano y ella eran pequeños entonces, no podían saber que la vida de su aita dependía de aquel «chico de las zapatillas rojas». Pero sabían lo «importante» que era para él. «Hoy celebramos contigo la vida, Juan Mari», le dedicó, visiblemente emocionada. «Queremos agradecerte la labor que llevaste a cabo y transmitirte el apoyo y el cariño más sincero de mi familia».

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Sin darse cuenta, Zamarreño también liberó al escolta de la pesada losa que suelen llevar quienes no pueden impedir un asesinato. «Nadie lo podía haber evitado. Gracias por proteger a mi aita hasta el último momento», le expresó, emocionada. El agente, que no quiso realizar declaraciones, escuchó junto con su familia el breve relato de lo que supuso en la vida de la familia Zamarreño el zarpazo del terrorismo.

Más de dos décadas después, las cicatrices aún supuran. «Han pasado 23 años pero sigue doliendo, no se olvida nunca. Hemos sufrido mucho», relató la hija de Zamarreño entre sollozos. Hace solo tres años que contactó con Quintana por primera vez. La huérfana quería sanar heridas. El acto de este domingo también contribuye a ello: «Se tenía que hacer», dijo. El pasado sábado Naiara también participó en una mesa redonda con otras víctimas de ETA y de los GAL organizada por Sare, la plataforma de apoyo a los presos de ETA. Un encuentro inédito. Un esfuerzo por «tender puentes entre dos orillas» separadas por el desgarro de una época no tan lejana.

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Al acto del Memorial acudieron una treintena de personas. La mayoría, ertzainas. También el líder del PSE en Gipuzkoa, José Ignacio Asensio; el portavoz del PP en el Parlamento vasco, Carmelo Barrio; y el coordinador de atención a las víctimas del Gobierno vasco, Enrique Ullibarriarana.

El homenaje concluyó con un vídeo en memoria de los quince ertzainas asesinados por ETA. Sonaba 'Sirenas', de La Oreja de Van Gogh. La canción narra la historia de una madre que cuenta a su hija un asesinato de ETA. Al acabar, la letra quedó flotando en el aire: «Que no pase nunca más...».

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