El revisionismo marca el aniversario de la Carta Magna
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La tormenta por la Ley de Amnistía demuestra hasta qué punto se cuestiona la Transición 43 años después de la aprobación de la Constitucióndavid guadilla
Domingo, 5 de diciembre 2021, 23:31
La Constitución cumple hoy 43 años. Y lo hace en el mismo ambiente de los últimos ejercicios. Defendida por una amplia mayoría pero cuestionada por los sectores que ponen en entredicho toda la Transición. La crítica central que se construye es que, frente al dibujo ... que se hizo durante décadas, de un proceso idílico que sirvió para acabar con la dictadura, la llegada de la democracia fue un cúmulo de cesiones a los defensores del franquismo. Porque ese revisionismo procede básicamente de la izquierda. Y lo que ha sucedido con la Ley de Amnistía es un buen ejemplo.
La norma se aprobó el 15 de octubre de 1977. Es decir, un año antes de la Carta Magna. Pero es probable que sin ella el espíritu constitucional no hubiese crecido. Sirvió, según sus promotores, para cerrar heridas, para cimentar la convivencia. «Libertad, amnistía y Estatuto de autonomía», se convirtió en un clamor. Se excarcelaron a presos políticos, a etarras... y también se pasó página sobre los crímenes de la dictadura. Y para algunos ahí está el problema.
Se compara con las leyes de punto final que se promovieron en Argentina y Chile. Pero hay una diferencia importante. En estos países esas normas fueron impulsadas por los propios militares para tratar de proteger su futuro, en España fue sobre todo una reivindicación de la izquierda y del nacionalismo. Y parte de esa izquierda y de ese nacionalismo es el que ahora pone en cuestión la Ley de Amnistía.
La tormenta se desató cuando hace unas semanas se conoció que el PSOE y Unidas Podemos habían pactado una enmienda a la Ley de Memoria Democrática para tratar de responder a las demandas de ERC. Los republicanos, básicamente, quieren derogar la Ley de Amnistía. Tampoco ha quedado claro el alcance del acuerdo alcanzado por los dos socios de gobierno. Según Enrique Santiago, líder del Partido Comunista y secretario de Estado de Agenda 2030, servirá para acabar con la «impunidad» del franquismo; según Félix Bolaños, ministro de Presidencia, en realidad no cambiará nada. Entonces, ¿por qué abrir la caja de Pandora?
Antonio Gutiérrez | Exlíder de CCOO
Esa es la pregunta que se hacen algunos, entre otros, Ramón Jáuregui, exlíder del PSE y que durante su etapa como ministro con José Luis Rodríguez Zapatero trabajó todo lo relacionado con la memoria histórica. Jáuregui es de los que cree que ponerse ahora a revisar la Ley de Amnistía no tiene sentido. «Estoy abiertamente en contra. Es que hay que recordar que no fue una imposición, sino una conquista de los demócratas».
El exvicelehendakari pone el acento en la filosofía de lo que se vivió hace cuatro décadas. De mirar al futuro, de construir un país en el que 40 años después de terminar la Guerra Civil aún seguían muchas heridas supurando. Jáuregui advierte además de que si se abre el debate habrá que asumir que los límites no están claros. Y que lo mismo que se quiere juzgar los crímenes franquistas y las torturas, alguien puede plantear que los etarras vuelvan a prisión o que se juzguen los asesinatos que cometió la izquierda durante la Guerra Civil.
Tampoco lo ve especialmente claro Antonio Gutiérrez. Militante durante años del PCE, sucedió en 1987 a Marcelino Camacho al frente de Comisiones Obreras, sindicato que lideró durante trece años, y terminó durante una legislatura como diputado del PSOE. «No lo veo necesario e incluso puede ser inconveniente». De hecho, Gutiérrez se revuelve cuando se ataca a la Transición de forma general. Tanto, que llegó a enviar una carta a la jueza argentina Servini con un título nítido: 'Ahora sí le doy las gracias a Martin Villa'.
En el texto narraba cómo durante una protesta en 1976 acabó en Intxaurrondo, donde fue golpeado durante días. El comandante, que era Antonio Tejero, le dijo: «Dale gracias a esos ministrillos reformistas que son unos rojos y unos liberales; porque con este expediente no salías vivo de aquí».
Ramón Jáuregui | Exministro
A partir de ahí Gutiérrez defendía el papel de Martin Villa. En un texto que le generó críticas desde CC OO, elogiaba la memoria de las víctimas del 3 de marzo en Vitoria, pero mostraba su convencimiento de que Martin Villa no era el responsable de la matanza. Este caso concreto le servía para analizar toda la Transición.
«No fue un edulcorado proceso exento de violencia y repleto de diálogo y buenas maneras. Tampoco es un modelo a seguir miméticamente. Pero sí es ejemplar que por primera vez en la historia de España el empeño modernizador de una parte de su sociedad no terminase abortado a palos por la parte más reaccionaria, la que generalmente ha detentado más poder», afirmaba entonces Gutiérrez.
Pero también aporta unos matices. Ese actual afán revisionista en algunos sectores «no cree que sea «una reacción caprichosa» o «revanchista». «Demuestra que no lo hicimos del todo bien. Y cuando uno no tapa un vacío se cubre de mala manera». A su juicio, sería necesario explicar mejor qué sucedió esos años. «Eso me parece más importante que entrar en un debate leguleyo».
El historiador Gaizka Fernández Soldevilla lo tiene claro. «Hemos pasado del mito fundacional de una Transición pacífica y por consenso, que sin ser mentira era una visión un poco edulcorada, a su demonización». Aboga, sobre todo, por la prudencia a la hora de investigar las «sombras», porque «una vez que se rompen los consensos...»
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