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Tensión. Jóvenes radicales intentan asaltar el Parlament, en cuyo interior se tuvieron que atrincherar agentes de los Mossos mientras aguardaban a los refuerzos. M. Saez

Radicales intentan asaltar el Parlament después de que Torra les animara a «presionar»

Cortes de carreteras y vías y cargas de los Mossos marcan una escalada de la tensión en el aniversario del 1-0

M. sáiz-pardo / C. Reino

Martes, 2 de octubre 2018, 01:33

Centenares de radicales independentistas estuvieron muy cerca anoche de lograr asaltar el Parlament. Ocurrió a última hora después de la marcha multitudinaria que durante la tarde congregó en Barcelona a más de 180.000 personas -según el Ayuntamiento- para exigir a Quim Torra la activación ya de la república. El president, para el que los comités de defensa de la república (CDR) habían pedido la dimisión desde la mañana, había querido reconciliarse con los radicales después de los altercados con la Policía el sábado y les había animado a «presionar» en las calles. «Hacéis bien en presionar», les dijo en un acto junto a todo el Govern y el presidente del Legislativo, Roger Torrent.

El ejemplo de esa 'presión' se vivió a las puertas del Parlament. La Policía autonómica, desbordada en un primer momento por la multitud, tuvo que replegarse al interior del edificio, después de que la muchedumbre superara el cordón policial pasadas las nueve de la noche. A esa hora había acabado ya la manifestación convocada por la 'Plataforma 1-O', en la que los asistentes habían hecho patente su enfado con el Ejecutivo autonómico y los diputados soberanistas por la falta de avances hacia la consecución de la república.

A las diez de la noche, los Mossos, ya con refuerzos, cargaron contra el gentío. Se vivieron momentos de enorme tensión ante el temor de que el acceso principal cediera a la presión de los radicales y la turba entrara en el Parlament. Muchos de los policías autonómicos que estaban dentro carecían de material antidisturbios.

Los Mossos no pudieron acudir antes a levantar el 'asedio' de la Cámara porque otros millares de radicales, saliéndose del recorrido oficial de la manifestación, se concentraron al caer la noche frente a la sede de la Jefatura Superior de Policía, en Vía Laietana, lanzando todo tipo de objetos contundentes contra los policías autonómicos y nacionales que custodiaban el edificio. Finalmente, los agentes tuvieron que abandonar la actitud pasiva de la que habían hecho gala durante todo el día y cargaron contra la multitud. Al filo de la media noche, los manifestantes se dispersaron por el centro de Barcelona sin causar más incidentes.

Hasta entonces, los CDR habían perpetrado una veintena de acciones, algunas con incidentes menores, pero sin conseguir ni de cerca su objetivo de paralizar Cataluña como punto álgido del 'otoño caliente'. El grueso de la protesta recayó, de hecho, en la capacidad de movilización de las organizaciones civiles independentistas, que lograron, con solo seis horas y media de diferencia, promover dos manifestaciones multitudinarias, una de estudiantes (que durante la mañana discurrió de forma pacífica y que contó con 15.000 asistentes según la Guardia Urbana) y otra ciudadana (que fue la que acabó con los altercados en el Parlament).

Probablemente la acción más contundente de los CDR fue la toma de la estación del AVE en Girona a las siete de la mañana. Cerca de 400 radicales la mantuvieron cerrada durante dos horas. También Girona fue el escenario de otras dos protestas sonadas: la irrupción en la Delegación de la Generalitat para quitar por la fuerza la bandera española y los enfrentamientos con los policías que custodiaban la Subdelegación del Gobierno central.

Los CDR igualmente se volcaron en cortar las autopistas. Los hubo en la AP-7 en varios puntos y hasta de cuatro horas. También en la A-2 y en la autovía Ll-11, en Lleida, amén de causar retenciones a primera hora en las rondas de Barcelona. Los conductores de la capital catalana vivieron una mañana muy complicada. La situación fue también difícil en el CIM Vallès, la gran plataforma logística de distribución del área metropolitana de la Ciudad Condal, que estuvo bloqueada cerca de tres horas.

Símbolos. Torra gesticula junto a los congregados frente al Parlament antes de los incidentes. Abajo, mossos cubiertos de pintura y grupos de los CDR cortando una carretera. EFE / AFP
Imagen principal - Símbolos. Torra gesticula junto a los congregados frente al Parlament antes de los incidentes. Abajo, mossos cubiertos de pintura y grupos de los CDR cortando una carretera.
Imagen secundaria 1 - Símbolos. Torra gesticula junto a los congregados frente al Parlament antes de los incidentes. Abajo, mossos cubiertos de pintura y grupos de los CDR cortando una carretera.
Imagen secundaria 2 - Símbolos. Torra gesticula junto a los congregados frente al Parlament antes de los incidentes. Abajo, mossos cubiertos de pintura y grupos de los CDR cortando una carretera.

Una jornada tensa

  • Cortes de carretera y AVE. Los radicales interrumpieron durante tres horas desde las siete de la mañana la línea de AVE en Girona entre Barcelona y Figueras. También cortaron la AP-7 y la autopista de Lleida, así como las rondas de Barcelona.

  • Ataques a edificios públicos. En Girona asaltaron la sede del Govern para arrancar banderas españolas. También arremetieron contra los policías que custodiaban la Subdelegación del Gobierno central.

  • Manifestaciones. Dos marchas recorrieron Barcelona. A la mañana de estudiantes, y por la tarde con 180.000 personas, según el Ayuntamiento.

Dos manifestaciones recorrieron Barcelona para conmemorar el referéndum de hace un año

«Torra dimisión»

Los altercados del Parlament evidenciaron la existencia de unos grupos radicales que tratan de marcar el paso a la clase política. Por primera vez se escucharon en la calle gritos exigiendo la dimisión del presidente de la Generalitat. Quim Torra pidió hace semanas un otoño caliente y la calle se le está empezando a volver en contra.

El independentismo radical, abanderado por los comités de defensa de la república y la CUP, arremetió contra el Govern por las cargas de los Mossos contra manifestantes secesionistas el sábado pasado en Barcelona. «Torra, traidor», dijeron. Y sobre todo, porque consideran que el Ejecutivo catalán no da pasos explícitos para hacer efectiva la república. Ahí, los CDR, la ANC y la CUP coinciden: el líder nacionalista está haciendo autonomismo. «Queremos que el Gobierno y el Parlament pasen de las palabras a los hechos», aseguró Elisenda Paluzie, presidenta de la influyente ANC.

La ANC y la CUP exigen al president que haga efectiva la república y abandone el autonomismo

Ante la presión de la calle («ni un paso atrás»), Torra trató de lanzar algunos guiños a los más radicales. Por un lado, mantuvo su compromiso con hacer efectiva la república, declarada hace casi un año por el Parlament. «Reiteramos el compromiso con el mandato democrático del 1-O», afirmó a las puertas del Ayuntamiento de Sant Julià de Ramis (Girona), donde el Ejecutivo catalán celebró una reunión extraordinaria. Es el pueblo donde tenía previsto votar hace un año Puigdemont y donde se produjeron las primeras cargas, las que retransmitieron las televisiones en directo.

Antes de la reunión del Gobierno autonómico, el president llamó a los catalanes a «defender hasta el final» la república declarada el 27-O. «El 1-O es el día de la victoria», dijo. «Fue la semilla constituyente de la república», añadió. Torra quiso tener un gesto con sus «amigos» de los CDR («alguno de mis hijos vota a la CUP y mi hija está en un CDR», reveló recientemente), y les animó a seguir con la lucha: «Presionad; hacéis bien en presionar», aseguró en el acto de Sant Julià de Ramis, mientras ellos le replicaban «no nos mandes a los Mossos». Torra sabe que a corto plazo la promesa de implementar la república es irrealizable. No tiene ni la fuerza parlamentaria ni el apoyo social para ello, a pesar de que un sector del independentismo le pide que lo haga. Está por ver cómo gestiona las expectativas generadas.

«Si esto sigue así, habremos perdido», afirma Joan Tardà

Las primeras reacciones al intento de asalto al Parlamento de Cataluña llegaron en cuanto los Mossos disolvieron a los radicales. Y demostraron la escisión que se vive dentro del soberanismo. Uno de los primeros en dar su opinión fue Joan Tardà. El diputado de ERC, en tono autocrítico, afirmó en Twitter: «Si esto sigue así habremos perdido. Tendremos a Madrid y al 'establishment' español contentos». En una línea similar se expresó la actual consejera de Agricultura. «No tocaba. Conmemorar el 1 de octubre no es violencia. Construir la república es trabajar por un país democrático y pacífico», subrayó Teresa Jordà.

Pero ese rechazo explícito a la violencia fue matizado por Carles Puigdemont y su entorno. El expresidente de la Generalitat sí criticó los incidentes, pero insinuó que quienes los habían protagonizado eran radicales infiltrados con el objetivo de reventar el 'procès'. «Si van encapuchados no son del 1-O. Si usan la violencia no son del 1-O. ¿Quién tiene interés en que se infiltre la violencia perdedora allí donde hemos resistido con una paz vencedora?», afirmó Puigdemont.

Su teoría fue rebatida a los pocos minutos por Arran, las juventudes de la CUP, que tras la carga de los Mossos advertían: «Id a la mierda. Seremos vuestra peor pesadilla».

En un sentido contrario, Pablo Casado y Albert Rivera aprovecharon los incidentes para cargar contra el Gobierno de Pedro Sánchez y reclamar la activación de nuevo del 155. «Me duele Cataluña y ver a los totalitarios tomar las calles», afirmó el dirigente popular.

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