Manu Cecilio

Todos quieren saber qué pasa en la política vasca

Prueba de lógica ·

El auge del nacionalismo en un país cada vez menos independentista y la rápida amortización del dolor generado por ETA es difícil de entender fuera de Euskadi. Incluso a los expertos de aquí les cuesta interpretarlo

Domingo, 28 de abril 2024, 18:11

Lo primero que dicen la mayoría de los expertos que hablan a continuación es que esta última semana han recibido muchísimas llamadas de decenas de medios de comunicación para interesarse por los resultados de las elecciones vascas. Les llaman para entender qué está pasando en ... Euskadi, país que se ve próspero, civilizado y extraño. El interés es grande, mucho más que en citas electorales anteriores, y llega desde lugares próximos y lejanos. Desde modestos medios digitales hasta grandes periódicos americanos.

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Eso significa que llama mucho la atención la particular circunstancia vasca, y es algo que ocurre por varios motivos que fuera de aquí, y a veces dentro también, parecen desafiar a la lógica. Porque el nuevo Parlamento será el que tenga más presencia nacionalista de la historia en un País Vasco donde el sentimiento independentista está en mínimos históricos. Porque repugnándole a la inmensa mayoría de la sociedad el asesinato y la extorsión como vías de imposición ideológica, el partido que más crece hasta rozar el 'sorpasso' con el PNV es EH Bildu, donde permanecen personas que durante décadas han alentado los crímenes de ETA sin que se hayan arrepentido de ello ni hayan pedido perdón; donde se deja al tiempo y al olvido el trabajo de la reparación y el entendimiento; donde el candidato considera al grupo terrorista como un «ciclo político». El asunto es más complejo todavía porque en ese espacio, en EH Bildu, también conviven personas y siglas que siempre, incluso en los tiempos duros, han tenido un compromiso intachable con la paz. Son cosas que extrañan y que casi todo vasco ha tenido que intentar explicar con éxito variable a gente de fuera en alguna ocasión.

Durante toda la campaña esto se veía venir: ETA ya no condiciona el debate y ha dejado de interesar a la mayoría del electorado. «Los estudios dicen que el rechazo a la violencia política es elevadísimo», asume el politólogo Ion Ansa, «pero ya no está entre las preocupaciones de la ciudadanía». En su opinión, «esto no significa que la gente vasca sea desmemoriada, sino que hay una distancia emocional y temporal. A la gente le parece mal lo que pasó, pero lo que le preocupa ahora es Osakidetza».

El hecho de que un horror que ha condicionado la vida en Euskadi durante décadas se dé por amortizado tan pronto (ETA anunció el cese de la violencia en 2011) quizás no sea tanto objeto de análisis político como un dilema ético, psicológico o psicosocial. También demográfico. No es que haya muchos jóvenes en la comunidad autónoma, pero todos los analistas coinciden en que buena parte de quienes se estrenan ante las urnas lo hacen apoyando a EH Bildu, y lo hacen propulsados por un magma de razones diversas: ideológicas, estéticas, educativas o por simple descarte ante el panorama lánguido que visualizan más allá de la coalición soberanista.

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Las frases

Politólogo

Rafael Leonisio

«Habrá que ver si el PNV cambia algo en las políticas de memoria para desgastar a EH Bildu»

Socióloga

María Silvestre

«La clave es si Bildu puede ser un partido 'atrapalotodo' sin que le genere una escisión»

Sociólogo

Ander Gurrutxaga

«Hay una generación a la que le hablas de ETA y te mira como al 'abuelo Cebolleta'»

Socióloga

Cristina Ruiz

«Hay una combinación de generosidad social y olvido selectivo antes de la normalización»

Politólogo

Ion Ansa

«El rechazo a la violencia política es elevadísimo, pero ya no es una preocupación»

Politólogo

Jonatan García

«Es en Álava donde se ha dado el vuelco, donde el voto fluctúa mucho, no en Bizkaia y Gipuzkoa»

Memoria y socios raros

«Hay generaciones de vascos en edad de votar que no han vivido a ETA, que no han notado demasiado su existencia», constata Ander Gurrutxaga, catedrático de Sociología en la UPV/EHU. Y cuando se les habla de terrorismo «te miran de un modo extraño, como al 'abuelo Cebolleta'». Aquí se ve un salto generacional grandísimo porque «quienes sí lo vivimos creemos que tienen una deuda pendiente con nuestra sociedad que deberán pagar». ¿Pagar cómo? «Pidiendo perdón. Si EH Bildu aspira a gobernar, en algún momento deberá desprenderse de todo eso. No entiendo cómo partidos que han sufrido a ETA pueden aliarse con Sortu».

Para la catedrática en Sociología de la Universidad de Deusto María Silvestre la clave está en que «como sociedad necesitamos un debate sobre cómo transmitimos la memoria». Y es en esa dirección hacia donde hay que mirar, según Rafael Leonisio, profesor de Ciencias Políticas de la UNED. Ahora que se roza el 'sorpasso' «habrá que ver si el PNV cambia algo en las políticas de memoria para desgastar a EH Bildu». Quizás poniendo más el foco en concreciones como el terrorismo de ETA frente a las apelaciones más genéricas a todas las violencias que en ocasiones se utilizan a modo de maniobra diluyente.

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Por el momento, lo que ha habido en Euskadi ha sido «una combinación de generosidad social y olvido selectivo», a juicio de Cristina Ruiz, doctora en Sociología. Pero en su opinión el auge de EH Bildu no es fruto solo de eso, sino de una «tormenta perfecta». Y se refiere a una «tendencia favorable» que viene de atrás, una «renovación de cuadros» que da una imagen refrescante, «la división en los partidos de izquierda» con el espectáculo de Podemos y Sumar a los que Bildu ha arañado miles de votos, y por último la «utilidad» de los soberanistas en su apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez «para impulsar políticas» del agrado de buena parte de la sociedad. En esto último también se fija Rafael Leonisio como elemento normalizador, porque «mucha gente razonará que si el Gobierno de España considera apto a este partido para pactar con él sin problemas, por qué lo voy a penalizar yo». En este clima, pronostica que se acerca un tiempo en el que habrá un «voto dual en función de las elecciones». Personas que lo mismo apoyarán aquí a EH Bildu que al PSOE en las generales. Cosas así.

Muchas almas

¿No es algo extraño que haya semejante hegemonía nacionalista en el Parlamento vasco a la vista de la situación social de Euskadi? Porque sólo el 19% de la población se siente únicamente vasca, la proporción más baja de la serie histórica. Cristina Ruiz cree que «es una contradicción como la copa de un pino», pero con fecha de caducidad. Se refiere a que tanto el PNV como EH Bildu han recibido el respaldo de una masa electoral «muy heterogénea» y, por lo tanto, inestable.

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«En esos dos espacios, bajo esas dos siglas, hay un montón de gente diversa porque en el periodo posETA son espacios cómodos, socialmente más aceptados y mejor vistos», continúa el razonamiento. «Hay una especie de presión social contra ciertas siglas que se mantiene, pero que irá a menos. Con el tiempo llegará la normalización y los electores se sentirán más libres para reflejar la pluralidad política» que hay en cualquier país diverso e instruido. Además, entiende que «EH Bildu no siempre va a poder orillar el independentismo», como en la última campaña electoral, y dejar de hacerlo previsiblemente encogería su caladero.

Ion Ansa no comparte esta opinión. «Otxandiano, y hasta Pradales, han dicho que son independentistas, y parece que no molesta». Es decir, no les ha penalizado en las urnas. Quizás no sea tanto por la cercanía del electorado a estas tesis como por el desinterés que generan entre quienes no las tienen entre sus prioridades. «Es evidente que la independencia no está entre las preocupaciones de la gente», constata el analista. En su opinión, «el tema catalán» ha influido en este sentido por el estropicio causado en la convivencia y en la economía para no lograr resultado alguno.

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Con todo, también apunta que «el tema del soberanismo es cíclico, va y vuelve, y, además, la independencia no genera rechazo entre las nuevas generaciones; pueden sentir indiferencia, pero no rechazo». Eso significa que entre los más de 341.000 votos que ha tenido EH Bildu hay una parte importante que no es «meramente ideológico, sino un voto más expresivo, que le dice a quienes están gobernando que tienen que espabilar, de gente que tiene interiorizado que Bildu no va a gobernar pero quiere decir que hay que cambiar cosas».

Por supuesto que en los buenos resultados de la izquierda soberanista tiene un papel muy importante «el desplome de Sumar y Podemos», insiste María Silvestre. Algo que contribuye a dejar una configuración parlamentaria que «no refleja la complejidad de la sociedad vasca». Ahora la cuestión es «si Bildu puede ser un partido 'atrapalotodo', transversal, sin que haya una fricción, un debate y hasta una escisión».

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Lo mismo se pregunta Rafael Leonisio: si el sector más radical, la izquierda abertzale histórica, va a tener paciencia para gritar 'independentzia' únicamente «después de que se cierren las urnas», si va a tragar con que el mensaje social eclipse al soberanista. Recuerda que en Cataluña apareció la CUP para canalizar esas frustraciones y aquí «ya existe GKS». Eso sí, a este remedo de cisma «no se le ha oído nada en campaña, como que no quisiesen molestar durante las elecciones».

Un poco de todo

Más conocido es lo del PNV y su carácter transversal. «Hay un voto nacionalista que no conlleva necesariamente integrar el programa máximo del nacionalismo ni la independencia», recuerda Ander Gurrutxaga. «Siempre ha habido gente que ha votado nacionalista sin serlo» porque detrás hay otras cosas como la idea de «dotarse de una identidad, formar parte de una comunidad y buscar certidumbres». Eso ocurre en un lugar, claro, donde hay «bienestar». Recuerda el sociólogo que «el 80% de la ciudadanía está contenta con cómo se gestionan los asuntos públicos. Además, en Euskadi vivimos bien, hay calidad de vida», lo que juega a favor de las formaciones hegemónicas. Pero también las penaliza cuando las cosas se empiezan a torcer.

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¿Estamos en ese momento? La caída del PNV y el auge de EH Bildu parecen sugerir que sí. De modo que los próximos cuatro años serán fundamentales. Habrá que ver si se mantiene la calidad de vida y de los servicios públicos que sostienen la paz social y el 'statu quo'; qué perfil pone EH Bildu, y si logra transmitir capacidad para gobernar sin que le genere un cisma interno; habrá que ver también si resucitan opciones de izquierda autoinmoladas que compitan por el voto progresista y no nacionalista. También está el dilema de cómo se mueven las distintas sensibilidades de la derecha y, lo que está en todas las quinielas, cuándo el PSE-EE dará el paso de ver a EH Bildu como socio de gobierno en Euskadi.

Abstención cuando no hay visos de cambio

La abstención el pasado domingo fue del 37,5%, frente al 34,9% de las generales del año pasado. ¿Interesa menos la política vasca que la española? En opinión del politólogo Jonatan García hay menor participación cuando «se da por hecho que no va a haber cambios considerables» en el Gobierno. Y este es el caso. Además, considera que una clave está en Álava, donde «se produce el vuelco», el territorio más volátil. Porque Bizkaia y Gipuzkoa apenas dan sorpresas.

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