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Imagen de las convocatorias de la de Kontseilu Sozialista en Miramon y de la Gazte Asanblada en la Plaza Trinidad. e. c.
El pulso entre jóvenes de la izquierda abertzale augura un «verano caliente» y preocupa a Bildu

El pulso entre jóvenes de la izquierda abertzale augura un «verano caliente» y preocupa a Bildu

El Gobierno central y el vasco también expresan su temor por el enfrentamiento entre los diferentes sectores

david guadilla | octavio igea

Martes, 7 de junio 2022

Los enfrentamientos que se han registrado durante los últimos días entre jóvenes de las diferentes corrientes que existen en la izquierda abertzale y en el entorno radical han elevado el nivel de preocupación al máximo y amenazan con un «verano caliente». El temor a que los incidentes registrados en la Parte Vieja de San Sebastián se extiendan por diferentes localidades es patente en los gobiernos central y vasco, pero también en EH Bildu y Sortu. A punto de arrancar la temporada de fiestas estivales, las demostraciones de fuerza, las amenazas e incluso la agresiones han empezado a extenderse entre los diversos colectivos que forman el movimiento juvenil. Aparte de un componente ideológico, detrás de la actual tensión está el control de las txosnas, un importante instrumento para recaudar fondos.

La batalla soterrada que desde hace un par de años mantienen los diversos grupos que forman el universo juvenil de la izquierda abertzale y de la extrema izquierda ha estallado esta semana en San Sebastián. La lucha por el control de un local en la Parte Vieja ha derivado en un enfrentamiento abierto con un protagonista claro: la Gazte Koordinadora Sozialista (GKS). Se trata de un grupo con un discurso de ultraizquierda, que se define como comunista y que carga de forma directa contra EH Bildu y Sortu. También opera bajo la denominación de Kontseilu Sozialistak.

En qué punto está la tensión se evidenció el lunes. Alrededor de 300 de sus miembros comparecieron en el anfiteatro de Miramón para leer un duro comunicado en el que además de acusar directamente a los de Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez de representar «a la clase media» y de «criminalizarles», denunciaban «la campaña de agresión anticomunista que lleva a cabo la izquierda abertzale» y lanzaban un mensaje claro: «Si siguen los ataques contra nuestras organizaciones y militantes, hacemos a EH Bildu y Sortu responsables del escenario que se puede generar durante el verano».

Casi de forma simultánea, otro centenar de jóvenes comparecía en la plaza de la Trinidad, en plena Parte Vieja, y denunciaba la actitud de GKS y los ataques sufridos por parte de los representantes del sector «socialista». Lo hacían bajo el lema 'Autodefensa'. Representaban a la Gazte Asamblada, un colectivo heterogéneo compuesto por diferentes asociaciones. De hecho, la pelea que ha encendido los ánimos tenía como protagonista a un militante de Jarki, otro subgrupo escindido de la línea oficial. Aunque todas las partes hacían un llamamiento a la calma, la tensión es máxima. Por varios motivos.

El primero, porque lo ocurrido en San Sebastián no es una excepción. Los enfrentamientos se han dado en otras localidades, como Hernani. En el fondo hay una pelea por la hegemonía de las juventudes radicales de izquierda. Un campo en el que Sortu siempre se ha movido con comodidad, pero en el que en los últimos años están ganando terreno movimientos con un discurso más centrado en ensalzar la ideología comunista que el soberanismo y en reprochar a Bildu su «aburguesamiento».

El dinero de las txosnas

El segundo, que uno de los orígenes del conflicto tiene que ver no tanto con las posturas ideológicas, sino con las fuentes de financiación. En concreto, con la colocación de las txosnas en las fiestas de las localidades vascas. Según GKS, Bildu les está «vetando» en muchos municipios y les impide poner barras. Según la izquierda abertzale tradicional, la Koordinadora Sozialista está realizando una labor de «acoso y derribo», cuyo principal objetivo sería lograr hacerse un hueco en las txosnas para recaudar fondos y poder sufragar las multas que algunos militantes de GKS habrían recibido durante los últimos meses. En un ambiente como el de las fiestas veraniegas, nadie descarta que «las cosas se desmadren».

La estrategia de Bildu y de Sortu pasa por ahora por marcar distancias. De hecho, Iker Casanova, candidato de EH Bildu a diputado general de Bizkaia y un histórico de la izquierda abertzale curtido en los movimientos juveniles, situó ayer a GKS fuera de la izquierda abertzale. Y, por tanto, no se puede decir que los jóvenes de la izquierda abertzale estén «divididos».

Pero la preocupación en el Gobierno central y en el vasco es patente. El portavoz del Ejecutivo autónomo, Bingen Zupiria, consideró legítimas las luchas intestinas «como ha pasado en cualquier partido político que sigue vivo», pero pidió que las «tensiones internas» sean resueltas «por vías pacíficas».

Más contundente se mostró el delegado del Gobierno en Euskadi. Denis Itxaso abogó por que se fomente entre las juventudes de los partidos el uso de la palabra y «la tolerancia a la discrepancia», y advirtió a las organizaciones juveniles de la izquierda abertzale de que «la democracia es incompatible con prácticas violentas».

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