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El interés por el futuro de Iñigo Urkullu es directamente proporcional al revuelo que provocó la noticia, adelantada en exclusiva por EL CORREO en noviembre, de que el PNV le había comunicado que no contaba con él para aspirar a un cuarto mandato en Ajuria ... Enea. El lehendakari, en funciones desde que el domingo se celebraron las elecciones, habría querido seguir, como dio a entender al día siguiente de la designación como candidato de Imanol Pradales: «Soy un hombre de partido, y sé cómo va esto». Desde entonces, ha optado por un perfil discreto y ha dado pocas pistas –o más bien ninguna– sobre su futuro, aunque se sabe que descarta franquear las famosas puertas giratorias y dar el salto a alguna gran empresa privada y que tampoco tiene en mente, de momento, regresar a la primera línea política.
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Olatz Barriuso
Con la renovación del EBB prevista para principios de 2025, las bases –una parte importante de la militancia respaldaba su continuidad e incluso llegaron a proponer su nombre en algunas asambleas durante el proceso interno en el que se ratificó a Pradales– podrían reclamar su regreso a la ejecutiva, que ya presidió entre 2008 y 2012. No obstante, en el partido se da por hecho que, al menos por ahora, Urkullu no tiene intención de aspirar a ningún cargo interno, pese al afán con que ha puesto en valor su trayectoria.
Este mismo lunes, recién recontados los votos, el lehendakari recordó el elevado grado de aprobación ciudadana de su Gobierno, cercano al 80%, y las vicisitudes que ha tenido que enfrentar: no sólo una pandemia y una guerra en el corazón de Europa, sino también derrumbamientos –en Zaldibar y Ondarroa–, «tempestades, inundaciones e incendios». Una manera de reivindicarse y de dejar claro que los cuatro escaños que ha perdido el PNV el 21-A no son achacables a su gestión.
De hecho, desde que se conoció su relevo, su mayor empeño ha sido defender su legado político y no tanto encauzar su futuro, que, por el momento, según distintas fuentes, no está escrito del todo. Sus opciones, a priori, son tres: jubilarse, regresar a su puesto de trabajo –es profesor de ikastola y lo fue, de hecho, de Pradales– o bien emprender alguna actividad nueva. Las dos primeras posibilidades parecen descartadas: a su edad, 62 años, Urkullu sigue siendo una persona activa e implicada. Quienes han hablado con él en estos meses le ven en el ámbito académico y pedagógico, quizás impartiendo cursos y conferencias, pero, en principio, no al frente de ningún centro creado 'ex profeso' para él. En su día,Ardanza, recientemente fallecido, asumió la presidencia de Euskaltel e Ibarretxe, tras defender su tesis doctoral, se puso al frente del Agirre Lehendakaria Center (ALC).
Secretaría y chófer
Urkullu, por el momento, guarda silencio y podría esperar al traspaso de poderes, previsto tras las elecciones europeas de junio, para dar a conocer su futuro. Será entonces, tras entregar la makila a Pradales, cuando anuncie sus planes. En Lehendakaritza se remiten al decreto 1/1999 de 12 de enero por el que se regula el estatuto de los exlehendakaris. Los jefes del Ejecutivo salientes tienen derecho, al cesar en el cargo, a una secretaría de apoyo, con la persona que ellos elijan, a una oficina personal –el local que antiguamente ocupaba Eudel en la plaza del Ensanche, en Bilbao, podría ser el lugar elegido– y a un coche con conductor, un puesto que se cubre con personal eventual. En caso de que Urkullu optara por otro tipo de salida profesional, renunciaría a estas prerrogativas previstas por ley, como ya hicieron otros lehendakaris.
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