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david guadilla
Miércoles, 5 de junio 2019, 00:01
Ni con Vox ni con EH Bildu. La dirección federal del PSOE situó ayer al mismo nivel a los dos partidos y recalcó que no pactará con ninguno de ellos porque forman parte de un escenario que «claramente no se corresponde con la voluntad democrática ... de la mayoría» y no representan «ese espacio de encuentro, convergencia y moderación que este país viene representando». El mensaje, lanzado por José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE, certifica cómo la configuración del Ejecutivo navarro forma parte de una partida mayor. Porque el anuncio del 'número dos' del PSOE, en realidad, iba dirigido a Ciudadanos y tenía como objetivo que el partido de Albert Rivera vete al de Santiago Abascal, lo que facilitaría la llegada al poder de los socialistas en varios ayuntamientos y autonomías. A cambio, el PSN permitiría que Navarra Suma -coalición integrada por UPN, PP y Cs- presidiese la comunidad foral.
La conformación del Gobierno navarro ha entrado en un laberinto cuya salida amenaza con dejar heridas profundas en el PSN. El partido insistió ayer en su apuesta para convertir a su secretaria general, María Chivite, en la próxima presidenta regional. «Volvemos a tener la oportunidad de liderar un Ejecutivo progresista y de izquierdas y cumpliremos nuestro compromiso», afirmaron los socialistas navarros en su cuenta oficial de Twitter. Hoy mismo, Chivite iniciará la ronda de contactos con Uxue Barkos para convencer a Geroa Bai. En los próximos días se reunirá con Podemos e Izquierda-Ezkerra.
El problema de esa ecuación es que se queda lejos de la mayoría absoluta y que cualquier fórmula para investir a Chivite o para lograr la estabilidad a lo largo de la legislatura pasa por EH Bildu, bien con un apoyo explícito o mediante una abstención. El lunes trascendió que Ferraz habría vetado esa opción y ayer Ábalos lo oficializó. En declaraciones a los medios en Barcelona, el ministro de Fomento en funciones admitió que la situación que se vive en Navarra es «compleja» y restó importancia a la decisión del PSN de mantener su apuesta por presidir la comunidad. «No hay ningún desafío» aseguró Ábalos, quien en todo caso dibujó un escenario negociador claro.
Afirmó que el problema no es tanto la investidura sino la gobernabilidad. Es decir, depender de EH Bildu para sacar adelante muchas votaciones; por ejemplo, los Presupuestos. En este sentido, recalcó que el PSOE no pactará con aquellos que «pretenden tener una visión involucionista y que practican un discurso fundamentado en el odio». «Más allá de las acusaciones, amenazas, críticas que me pueda suponer, Bildu y Vox forman parte de un escenario que claramente no se corresponde con la voluntad democrática de la mayoría y no representan ese espacio de encuentro, convergencia, moderación que este país viene representando», afirmó el 'número dos' del PSOE.
Colocar a la izquierda abertzale y a la formación de extrema derecha en el mismo paquete busca poner en una situación incómoda a Albert Rivera para que no reedite ahora en ayuntamientos y comunidades un pacto similar al que firmó con el PP en Andalucía, donde los votos de Vox fueron fundamentales para que los populares desalojaran a Susana Díaz. Sin el apoyo de la formación de Abascal, el PSOE podría tener cerca la Comunidad de Madrid y asegurarse Aragón, entre otras instituciones en el aire. «No puede ser que el pluralismo se traduzca en una especie de bloqueo», argumentó Ábalos.
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