Las negociaciones entre el PNV y el PSE van «bien» y prosiguen sin sobresaltos, aunque ambas partes coinciden en que ni el programa ni la estructura del futuro Gobierno de Imanol Pradales se conocerán hasta después de las elecciones europeas del 9 de junio. «Hay ... que dar tiempo, acaban de empezar. En una primera aproximación se hace una especie de unión de los dos programas para ver los puntos en común y eso suele llevar mucho trabajo», despejó ayer la presidenta del Bizkai buru batzar, Itxaso Atutxa.
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Al margen de lo exhaustivo de la labor para fundir los dos documentos en uno, la campaña de las europeas impide 'de facto' que PNV y PSE anuncien su acuerdo antes. Es de esperar que, en el documento final, ambos se dejen pelos en la gatera que podrían aprovechar sus rivales, sobre todo Bildu y el PP, para tomar ventaja, por lo que nadie espera avances públicos antes de esa fecha.
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Cabe dentro de lo probable, por lo tanto, que en esa segunda semana del mes se anuncie el acuerdo definitivo -está por ver si se acompaña con la presentación del programa de gobierno, que en 2020 se guardó celosamente hasta el debate de investidura para no dar pistas a la oposición- y sea ya en la tercera, en torno al día 20, cuando el candidato jeltzale someta su proyecto a la confianza del Parlamento vasco y, una vez investido, jure su cargo en Gernika, en una ceremonia marcada por el traspaso de poderes con Iñigo Urkullu. Los socios quieren acelerar el trabajo habitual de los arranques de legislatura -decretos de estructura, etcétera- para «dejar atadas muchas cosas en julio» y así, tras el parón vacacional de agosto, poder hincar el diente al borrador de Presupuestos para 2025 sin mayor dilación.
Hasta entonces, oficialmente, prosigue esa labor de orfebrería programática, sin que las partes hayan entrado aún al reparto de poder ni siquiera en la Mesa del Parlamento, en la que, obviamente, los socios se garantizarán la mayoría -dos puestos para el PNV, uno para el PSE-, lo que deja virtualmente fuera al PP. Pero, sobre el papel, no hay cerrado ningún acuerdo. Tampoco, menos aún, sobre el reparto de carteras o sobre el nombre de los futuros consejeros que, como avanzó Atutxa en Radio Euskadi, Pradales guardará bajo siete llaves hasta el «ultimísimo momento», igual que hacía Urkullu, su predecesor.
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Sin embargo, según distintas fuentes consultadas por EL CORREO, el PSE-EE, que ha subido dos escaños por los cuatro que ha perdido el PNV, tiene dos objetivos claros en esta negociación: mantener sus actuales carteras, que le han dado proyección y en algunos casos, como la de Turismo que dirige Javier Hurtado, han obtenido el espaldarazo ciudadano en los sondeos, y ganar poder y capacidad de influencia con nuevas atribuciones. Para cumplir esa pretensión, los socialistas miran al terreno de las políticas sociales, ahora incluidas en una macrocartera con Justicia e Igualdad de la que podrían desgajarse sin demasiada dificultad, o incluso a Juventud -en la actualidad una dirección asociada a Lehendakaritza-, un área con posibilidades de gasto gracias al nuevo programa Emantzipa de ayudas directas para la primera vivienda, sea en régimen de compra o alquiler, para los jóvenes.
Gestionar las políticas de juventud tendría así una conexión directa con una de las áreas que los socialistas quieren retener a toda costa, la de Vivienda, ahora con Iñaki Arriola, ya de salida, al frente y unida a Transportes y Planificación Territorial. Funciones, todas ellas, que el PSE busca seguir desempeñando, convencido de la importancia de consagrar la vivienda como derecho subjetivo, un asunto en el que tendrá que batirse el cobre con los jeltzales, que han hecho 'casus belli' de la nueva ley estatal al considerar que invade competencias autonómicas. Aunque, de fondo, laten también profundas discrepancias ideológicas al respecto.
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La movilidad, concebida en un sentido más amplio, es otra de las metas del PSE, que ya gestiona esas políticas en las tres diputaciones. Ese concepto de 'hacer ciudades' entroncaría también con la voluntad de recuperar Medio Ambiente, que el PNV reabsorbió en la cartera de Arantxa Tapia tras el derrumbe del vertedero de Zaldibar. A su vez, los socialistas buscan continuar la labor de Idoia Mendia al frente de Trabajo y Empleo y se da por hecho que Salud, Seguridad y Educación permanecerán en manos jeltzales, porque lo contrario se interpretaría como reconocer un fracaso.
La gran duda, expresada también ayer por la presidenta del PNV en Bizkaia, es si, como en el caso de la ya candidata al Parlamento Europeo, el PSE tendrá vicelehendakari en el Ejecutivo de Pradales o no. Atutxa dio a entender que la decisión dependerá exclusivamente de los socialistas vascos, sin «vetos ni imposiciones» del PNV, y recordó que en el primer Gobierno de coalición los socialistas prescindieron de esa figura, con Mendia como secretaria general. «No sé si quiere priorizar la labor interna del partido en un momento en el que les ha ido bien en las elecciones», deslizó Atutxa en referencia a Eneko Andueza. Está por ver qué decide el líder del PSE, que podría ocupar también ese puesto sin cartera asociada para acentuar su perfil político o delegarlo en otro dirigente.
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