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Jueves, 20 de marzo 2025, 00:22
EH Bildu está viviendo en los últimos meses una tormenta interna que de forma esporádica sale a luz y evidencia las dificultades que tiene la ... coalición soberanista para compaginar su actual apuesta institucional con su discurso histórico. El debate gira sobre el modelo energético y la implantación de renovables. La dirección capitaneada por Arnaldo Otegi ha asumido la necesidad de avanzar en su desarrollo, de forma ordenada y contando con los municipios. Pero, aun así, ese giro estratégico está chocando con el malestar de parte de sus bases. El último ejemplo se ha vivido en Arratzua-Ubarrundia, donde tres de sus concejales han dimitido por la «frustración» de no poder parar un macroproyecto solar.
Lo sucedido en este municipio colindante con Vitoria de poco más de 1.000 habitantes y con alcaldesa del PNV demuestra la tensión existente. El Gobierno vasco y la empresa Solaria tienen pensado impulsar un parque con 90.000 paneles, una propuesta que cuenta ya con el visto bueno de Lakua, pero que también se enfrenta a un importante rechazo vecinal que canaliza, en gran medida, la plataforma 'Proiektu Honi Ez'.
Un colectivo que ha acusado a EH Bildu de «perder el norte» con su «política de moqueta», que ha insinuado que «la dirección política» de la coalición soberanista quería imponer a sus concejales que votasen a favor del proyecto y que considera que la alianza liderada por Arnaldo Otegi se ha convertido prácticamente en una «marca blanca» del PNV.
En un clima muy tenso, los tres ediles han presentado su dimisión recordando que han tratado de parar el proyecto, que representan a EH Bildu pero que «también participan activamente en diversas plataformas populares» y que se presentaron a las elecciones de 2023 para darle «un nuevo enfoque a la transición energética».
Lo sucedido en Arratzua-Ubarrundia llega apenas un mes después de que en Oion parte de la ciudadanía mostrase su malestar por el aval del Ayuntamiento -gobernado por la izquierda abertzale- a un parque eólico. Los representantes de la coalición soberanista argumentaron que no les quedaba más remedio si no querían cometer un delito de prevaricación, una defensa que no convenció a los vecinos que salieron a la calle con pancartas de 'Bildu traidores'.
Las dos protestas evidencian la compleja situación en la que se encuentra EH Bildu y lo complicado que es, como suele admitir el propio Otegi, «gestionar nuestras contradicciones». Porque si hay un tema en el que le está costando hacer virar a parte de su militancia es el energético.
A finales de 2022, EH Bildu presentaba su apuesta por una nueva «estrategia energética». Un documento en el que advertía de la dependencia que vive Euskadi, que abogaba por reducir el consumo y por lograr un autoabastecimiento del 75% para 2045 gracias, básicamente, al uso de las renovables. El texto situaba la fotovoltaica y la eólica como «claves en la transición», y aunque abogaba por un desarrollo controlado, también reconocía que «será necesario contar con centrales de generación eólica de cierta envergadura».
Desde entonces, EH Bildu ha tratado de hacer pedagogía interna y asumir riesgos. Uno fue apoyar hace un año la Ley de Cambio Climático que habían pactado PNV y PSE-EE. Sus votos no eran necesarios porque jeltzales y socialistas contaban con mayoría absoluta, pero la coalición soberanista apostó por negociar varias modificaciones para ampliar ese consenso. Los representantes de EH Bildu consideraron que el texto suponía crear «un suelo mínimo común para acelerar la transición energética y la lucha contra el cambio climático». Pero los sectores más críticos consideran que fue una concesión a las grandes energéticas y a las tesis del Gobierno vasco.
En el caso del proyecto de Arratzua-Ubarrundia, se añade otra cuestión que evidencia las contradicciones internas. Lo impulsa Solaria, y hace solo una semana Pello Otxandiano cargaba con dureza contra la empresa. Se preguntaba «qué gana este país con Solaria» y criticaba que «en la transición energética damos pasos atrás con la ocupación de grandes extensiones de terreno». Justo lo que denuncian los críticos en la localidad alavesa.
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