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Ármense de paciencia. Por si alguien albergaba todavía alguna duda, el último choque dialéctico entre el presidente Pedro Sánchez y el del PP, Alberto Núñez Feijóo, ratificó por enésima vez que no existe posibilidad alguna de que se recompongan los puentes. Y que, en consecuencia, ... vamos a ser instalados en una peligrosísima crisis institucional de una gravedad sin precedentes. Lo determinante es que ni PP ni PSOE, ni PSOE ni PP están dispuestos a levantar el pie del acelerador y a permitir que el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional vuelvan a estar formados por profesionales con una ideología, sí, pero no con una dependencia absoluta de lo que les ordene el partido que les ha promovido al puesto. Absolutamente vergonzoso.
La alternativa de que sean las asociaciones judiciales quienes elijan a una mayoría de los togados, como cíclicamente plantean los populares, tampoco parece la solución. Y es que la inmensa mayoría de los profesionales pertenecen a asociaciones conservadoras y en el arranque de nuestra democracia, cuando pudieron elegir, lo que hicieron fue copar todos los puestos a su alcance.
Así que seguiremos la batalla Sánchez-Feijóo por controlar ambos órganos. De momento gana la derecha, que desde hace cuatro años bloquea la renovación del CGPJ de forma absolutamente torticera y antidemocrática. Y que desde el verano hace otro tanto el Constitucional. Será sólo por unas cuantas semanas más. De momento el PP ha conseguido que el TC frene la reforma planteada por el Gobierno de coalición y sus socios de investidura para romper el bloqueo impuesto por los conservadores. Lo ha hecho interfiriendo por primera vez en el poder legislativo, en el Senado. Y lo ha hecho porque dos magistrados que debieran haberse hecho a un lado al estar directamente involucrados en el tema, ya que tan pronto como se renueve el Constitucional perderán el sillón, no lo han hecho. ¿Prevaricación?
Sánchez y sus aliados parece que van a esperar a conocer el texto completo del fallo del tribunal de garantías antes de plantear la proposición de ley que haga posible terminar con el bloqueo sin recurrir a lamentables atajos como el que ha parado el TC. Salvo que Feijóo y sus jueces se saquen otra vez algún conejo de la chistera, lo previsible es que el Constitucional pase a tener mayoría progresista antes de dos meses. Con la nueva mayoría dejarán de correr peligro leyes como las del aborto, la eutanasia, la 'ley trans' o la reforma laboral, aunque el TC seguirá siendo, desgraciadamente, un instrumento al servicio de los mandamases de los partidos.
No parece que ni Sánchez ni Feijóo se encuentren consternados por la situación. Lo suyo es hacer cuentas a ver si la batallita del TC da o no alas al Gobierno. Lo que las primeras encuestas empiezan a poner de manifiesto es que la injustificable supresión del delito de sedición y la suavización del de malversación promovida por el presidente para conservar el apoyo de ERC, y el jueves recibió el plácet del Senado, sí podría costar un importante número de votos al PSOE. Claro que para eso es hoy. Qué sucederá cuando seamos llamados a las urnas no lo sabe nadie.
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