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Aitor Esteban no ha querido perder el tiempo tras hacerse con el timón del Euzkadi buru batzar. Una semana después de haber tomado el mando del partido en el Atano III de San Sebastián, ... el nuevo presidente del PNV no ha realizado grandes volantazos, pero sí ha hecho gestos significativos que empiezan a esbozar por dónde discurrirá su hoja de ruta. En todos los frentes.Tanto en el externo como en el interno. De puertas para fuera, el principal mensaje se lo ha llevado EH Bildu. La reforma del autogobierno es factible, e incluso deseable, pero no hay prisas. Nada de pisar el acelerador. Hacia dentro el objetivo es claro: cerrar heridas y recuperar la ilusión.
Esteban tiene sobre la mesa una carpeta que lleva abierta once años: la reforma del autogobierno vasco. Se abrió poco después de que Andoni Ortuzar llegase a la presidencia del Euzkadi buru batzar y ahí sigue. Con una diferencia: todas las partes señalan que en los últimos meses ha habido «progresos» entre las tres principales partes implicadas: PNV, EH Bildu y PSE-EE. Pero una cosa es que haya habido avances y otra que se pueda concretar algo a corto plazo.
Las conversaciones están siendo discretas y no está claro cómo desenredar el principal embrollo: qué hacer con el derecho a decidir. Lo que es evidente es que los pasos que se hayan dado han sido bajo la batuta de Ortuzar. La pregunta es si Esteban asumirá todo lo pactado hasta ahora. Para empezar, lo que ha hecho el nuevo presidente del EBB es enfriar las expectativas ante las «dificultades» que ve en Madrid y recalcar que habrá que esperar un tiempo para que haya fumata blanca.
Unas declaraciones que han provocado el primer choque con EH Bildu. Porque Arnaldo Otegi piensa lo contrario. Que justo ahora es el momento ante «la ventana de oportunidades» que, a su juicio, supone que Pedro Sánchez esté en la Moncloa y que en el Congreso haya una mayoría favorable a avalar el acuerdo que se alcance en Euskadi. De hecho, el martes se encargó de recalcar que «el PNV de Ortuzar» eso lo tenía «claro».
En el partido tienen la sensación de que, en realidad, no hay un problema de fondo o de disparidad de criterios. Más bien una apuesta por la cautela, por tratar de contemporizar con un tema que puede salir o no y con el que Esteban tampoco querría arriesgarse, sobre todo, en el arranque de su mandato.
El nuevo presidente del EBB afronta un reto importante: cerrar las heridas internas tras un proceso convulso. Dentro del partido se admite que los últimos meses han sido complicados y que las relaciones se han tensado demasiado. Las muestras de frialdad han sido evidentes, pero el objetivo de Esteban es recoser lo que se ha roto. Este mismo lunes, el EBB entrante y el saliente compartieron una comida que sirvió para apaciguar el ambiente. Pero más allá de los gestos simbólicos, el presidente del PNV tiene algunas tareas pendientes.
La primera, hacer equipo. De todos los miembros del recién estrenado Euzkadi buru batzar solo una fue avalada por el propio Esteban, Maitane Ipiñazar. De hecho, una de sus primeras decisiones ha sido convertirla en su mano derecha y nombrarla secretaria del EBB con una amplia cuota de poder. Otros tres burukides fueron 'elevados' por Ortuzar tras un pacto entre las dos partes en Bizkaia: Manu Tejada, Andoni Busquet y Miren Martiarena.
No solo eso. Esteban llega a un partido en el que los tres líderes territoriales –Iñigo Ansola, Jone Berriozabal y María Eugenia Arrizabalaga– apenas llevan unos meses en el cargo y, además, fueron elegidos con Ortuzar todavía al frente de la formación jeltzale. Esteban se sitúa al mando del timón con un partido 'hecho' por su antecesor. En sus primeras declaraciones públicas tras su designación, Esteban se ha esforzado en ensalzar la «unidad» del partido.
Una de las decisiones ya tomadas por el 'nuevo' PNV tiene más importancia estratégica de lo que parece. El EBB anunció el lunes que Maribel Vaquero asumirá la portavocía del partido en el Congreso tras la marcha de Esteban. Había ejercido esa labor como adjunta en el Senado, así que tampoco debería sorprender demasiado que haga lo mismo en la Cámara baja. Pero esa designación oculta un par de claves añadidas. Una es acallar las críticas que habían surgido ante la escasa presencia de mujeres en el EBB. Unos reproches que quedan diluidos con el papel que asumirán Vaquero e Ipiñazar.
A esto hay que añadir que la nueva portavoz en el Congreso es de Urnieta, Gipuzkoa. Y eso no es irrelevante. El PNV siempre ha cuidado los equilibrios territoriales y Esteban no ha querido ser menos. A Vaquero hay que sumar a la vizcaína Ipiñazar –que aunque no se ha hecho oficial parece que llevará el peso comunicativo del EBB– y a Joseba Díez Antxustegi, portavoz en el Parlamento y alavés.
Esteban, además, ha tenido que sortear la primera crisis territorial. El enlace del TAV con Navarra, donde las organizaciones alavesa y guipuzcoana presionan para que la solución se decante por Vitoria o por Ezkio-Itsaso. La Asamblea General del pasado fin de semana se cerró con una solución de compromiso. Esteban tendrá que lograr que sea definitiva o al menos evitar que estalle una guerra territorial.
No es casual que uno de los primeros gestos que ha querido trasladar el PNV es la fotografía de Aitor Esteban con Imanol Pradales en Ajuria Enea. La reunión fue el miércoles, apenas tres días después de la elección del nuevo Euzkadi buru batzar, y suponía algo más que una imagen simbólica y protocolaria. Se trata de una bicefalia nueva, en todos los sentidos. No solo porque son dos dirigentes que acaban de aterrizar en sus puestos –Pradales lleva nueve meses en Ajuria Enea–, sino porque apenas han tenido contacto. Esteban ha estado los últimos veinte años en Madrid y el ahora lehendakari lanzó su carrera en la Diputación de Bizkaia. Esteban tiene 62 años y Pradales, 49. Se han movido en mundos diferentes, pertenecen a generaciones distintas y ahora deben formar equipo.
Ambas partes señalan que no habrá problemas, pero los dos se enfrentarán al reto de reforzar su perfil político, uno como lehendakari y el otro como líder del partido. El escenario es inédito, porque los últimos años primero funcionó el tándem Ortuzar-Urkullu y en los últimos meses con Pradales, ungido como candidato a lehendakari por el presidente saliente del EBB.
La situación es nueva. Para empezar, el jefe del Ejecutivo está intensificando su agenda y Esteban ha dejado claro esta semana que, más allá de las instituciones, «el perfil del PNV hay que transmitirlo más directamente, poner un altavoz» y tener una presencia periódica.
En estos primeros días de mandato, todavía no ha habido mensajes en ese sentido, pero es una de las tareas que tiene por delante Esteban. Es una de las cuestiones en las que juega con más ventaja tras sus dos décadas en Madrid, pero que también tiene que afrontar porque ha generado un intenso debate interno. El discurso de que la alternativa PP-Vox no solo es «peor», sino que supuestamente supondría un peligro para el autogobierno vasco ha creado una especie de dependencia de Sánchez en la que el presidente del Gobierno se ha sabido mover con facilidad. Urkullu y Ortuzar se cansaron de denunciar que el inquilino de La Moncloa incumplía los compromisos, algo que tendrá que solventar Esteban, cuya relación con Sánchez –tras lo visto en su despedida en el Congreso– parece engrasada. Este miércoles, su sustituta como portavoz en la Cámara baja, Maribel Vaquero, escenificará cómo arranca la nueva etapa con su primera pregunta a la vicepresidenta primera en el pleno de control.
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