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Pradales marca distancias con Urkullu

Pradales marca distancias con Urkullu

El descarnado diagnóstico que su Gobierno ha hecho de la situación de Osakidetza ratifica que el lehendakari está decidido a marcar perfil propio aunque cuestione la gestión de su predecesor en Ajuria Enea

Domingo, 8 de septiembre 2024, 00:32

«No he venido para ser el gerente del Gobierno vasco, quiero liderar el país». Era el 30 de junio, apenas llevaba una semana como lehendakari e ImanolPradales hacía toda una declaración de intenciones en su primera entrevista en EL CORREO. Y el nuevo inquilino de Ajuria Enea ha querido demostrar esta semana que está al timón, que marca el rumbo, aunque eso suponga marcar distancias con el emprendido por su predecesor.

La relación entre Iñigo Urkullu y Pradales es conocida. Profesor y alumno. Fue ese vínculo el que se trasladó durante la campaña y cuando se anunció el relevo en la candidatura del PNV.Como un proceso tranquilo en que el mentor daba el testigo a su discípulo más aplicado. Un cambio sin revolución. Mantener el mismo espíritu, pero renovado y conservar el legado de los doce años de la era Urkullu. Pero Pradales ha demostrado que, sin querer llegar a lo de 'matar al padre', sí pretende demostrar que ahora es él quien manda. Pese a quien pese.

El golpe de efecto llegó el jueves. El lehendakari presidió la Mesa de Salud, el gran foro ideado por Pradales para relanzar Osakidetza a través de un gran pacto de país con todos los agentes implicados.Habló de establecer «una comunicación clara y honesta con la sociedad» y recalcó que «sin un cambio sistémico» será imposible «frenar el deterioro» del modelo vasco de salud. A la salida, Andoni Ortuzar, presidente del PNV, no torció el gesto. Todo lo contrario. «Hago mío el diagnóstico», zanjó.

Saber cómo sentaron estas declaraciones a Urkullu es una incógnita, pero si se tira de hemeroteca es de suponer que no muy bien. El 19 de junio, solo un día antes de que Pradales fuese investido lehendakari, Urkullu cerraba su etapa al frente del Ejecutivo vasco con una visita a las obras de un centro sanitario –lo que en sí mismo ya era todo un mensaje de reafirmación–, sacando a relucir un informe de la Federación de las Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública que ponía en valor la situación de Osakidetza para cargar contra «las críticas injustificadas» que, a su juicio, sufría el Sistema Vasco de Salud.

Que un dirigente político quiera romper amarras con el pasado es normal, no tanto que lo haga de forma tan descarnada, casi presentando una enmienda a la totalidad a la gestión del anterior gobierno. Como si fueran dos partidos diferentes. Antes de los 'cien días de gracia',Pradales quiere demostrar un «perfil más dinámico», destaca la directora del Deustobarómetro,María Silvestre.

Más ejemplos. El viernes abrió el curso escolar con una visita a una escuela pública en Zarautz. Tampoco se anduvo con rodeos. Hizo un llamamiento a la «autoexigencia» en las aulas. Un mensaje que, en cierta medida, también supone un toque de atención a la herencia recibida en un ámbito, como el educativo, donde los datos de los últimos informes Pisa referidos a Euskadi sacaron los colores a los responsables del anterior Gobierno vasco (aunque hay que añadir que la actual consejera,Begoña Pedrosa, era la viceconsejera con Jokin Bildarratz).

Y hay otros dos gestos que, aunque simbólicos, Pradales ha querido poner encima de la mesa para salir cuanto antes de la alargada sombra de Urkullu. El primero fue reunirse con ELA. Fue una cita meramente protocolaria, pero dado cómo estaban las relaciones entre el principal sindicato vasco y Lehendakaritza casi se transformó en un acontecimiento histórico. El último encuentro con Urkullu había sido en 2013 y al frente de ELA estaba todavía Adolfo 'Txiki' Muñoz. En este terreno, a Pradales también le ha dado tiempo a darse cuenta de lo difícil que es «pasar de las musas al teatro», como él mismo comentó a este periódico.

Equilibrios territoriales

Porque más allá de la fotografía, el tablero de juego es el mismo. El líder de ELA, Mitxel Lakuntza, le aseguró que el sindicato iba a mantener la estrategia de «confrontación», y para que le quedase todavía más claro optó por no acudir a la mesa del pacto sanitario, que calificó como un «ejercicio de propaganda». El otro elemento que ha utilizado Pradales para marcar el relato ha sido el pacto ético, un decálogo genérico para «dignificar» la política que ahora emprenderá un recorrido por el Parlamento que nadie tiene muy claro cuál será.

Que ha habido un cambio en las formas con respecto a Urkullu lo reconoce hasta Arnaldo Otegi y lo comparte el PSE, su socio de gobierno. Pero en estos tres meses escasos que lleva en Ajuria Enea, Pradales, un político que hasta ahora había demostrado su capacidad para moverse en Bizkaia, territorio monolítico donde la hegemonía del PNV es total, ha oteado lo complicado que es gestionar un país como Euskadi, transversal, foral y con intereses a veces contrapuestos. La polémica abierta por la conexión del TAV con Navarra demuestra que el camino está lleno de imprevistos. Será, sin duda, otra gran prueba de fuego para un lehendakari que pide mirar «por el país» en lugar de en intereses territoriales.

En esa misma entrevista de junio, lanzaba un tercer mensaje a recordar vistos los acontecimientos: «Ayudaré al PNV, pero mi responsabilidad es Ajuria Enea». Se refería a que en sus manos estaba también la responsabilidad de impulsar electoralmente a su partido, pero el incendio territorial que puede propagarse por elTAVpuede provocarle quemaduras. Por si acaso, Pradales ya se ha reunido con los tres diputados generales, los tres de su partido. Y ahí también tendrá que demostrar que el lehendakari ahora es él y que Urkullu, pese a ser un referente, forma parte del pasado.

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