Pradales y Esteban engrasan la nueva bicefalia del PNV en su primera reunión oficial

Durante cerca de una hora, los dos dirigentes han compartido el diagnóstico sobre los principales retos de Euskadi y se han comprometido «a trabajar de forma estrecha para abordarlos». Según la nota oficial conjunta de Lehendakaritza y el PNV, han hablado sobre «bienestar social, competitividad industrial, el reto demográfico, el cambio climático o el avance en el autogobierno». Apuestan por que esta legislatura sea la definitiva para completar los traspasos pendientes del Estatuto de Gernika y para reformarlo, aunque Esteban ya ha enfriado las expectativas para «no generar frustración».

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De la reunión, según esas mismas fuentes, ha salido el compromiso de «ahondar en los ya engrasados cauces de comunicación» entre el Gobierno vasco y el PNV para «desarrollar un trabajo en equipo que responda a las inquietudes y necesidades de la ciudadanía». Tanto el Ejecutivo como el partido han querido subrayar que el lehendakari y el presidente del EBB «ya han tenido ocasión de trabajar conjuntamente» en sus anteriores responsabilidades como diputado foral vizcaíno y portavoz en el Congreso, respectivamente. Sin embargo, también es cierto que la relación no ha sido ni mucho menos estrecha.

La histórica bicefalia del PNV, un modelo de reparto de poder tan capaz de hacer rodar los engranajes orgánicos e institucionales en los buenos momentos como de generar auténticos quebraderos de cabeza en los no tan buenos, se enfrenta ahora a un cambio de protagonistas que inevitablemente pondrá a prueba su fiabilidad. Hay que recordar que Pradales fue una apuesta personal de Andoni Ortuzar y de su principal escudero, Joseba Aurrekoetxea. Pero ahora sus grandes valedores en el partido han abandonado las riendas en favor de Esteban y un EBB renovado casi por completo.

El abrupto relevo en Sabin Etxea, que el lehendakari ha seguido desde un segundo plano pero al tanto en todo momento, se ha producido ocho meses después de completarse el cambio de inquilino en Ajuria Enea, en un contexto en el que el Gobierno vasco se afana por desplegar definitivamente la legislatura, por pasar de las palabras a los hechos. En ese afán se encuadra el llamamiento de Pradales a sus consejeros para que «se pongan las pilas» y el impulso al calendario legislativo.

Durante los últimos meses, máxime en pleno enfrentamiento interno, el lehendakari se ha echado a la espalda la responsabilidad de reflotar la sigla jeltzale, sabedor de que el éxito o fracaso de esa misión dependerá en gran medida de su gestión al frente del Ejecutivo autonómico.

La bicefalia Pradales-Esteban deberá labrarse ahora mientras ambos tratan de marcar su propia impronta en el Gobierno y en el partido, algo que está por ver si genera fricciones entre ellos. A su favor juega, eso sí, el tiempo. La ausencia de convocatorias electorales en el horizonte –si no hay adelantos, no debería haber una nueva cita con las urnas hasta dentro de dos años– permite una transición ordenada que tardará en enfrentarse a su primer test. Será en 2027, con unas municipales y forales que volverán a poner a prueba la histórica hegemonía jeltzale ante una EH Bildu en auge.