Al despacho en domingo. Con esa simbólica imagen -sólo hay que sumar dos y dos para inferir que se pretendía trasmitir la imagen de un Gobierno en marcha desde el minuto uno- arrancó ayer Imanol Pradales su mandato como lehendakari, el sexto en democracia. El ... nuevo jefe del Ejecutivo vasco, vestido de manera informal y sin corbata, firmó en Lehendakaritza el decreto que define las funciones y áreas de actuación de los quince departamentos del nuevo Gobierno vasco, el más extenso de la historia de Euskadi hasta el punto de que no hay bancada en el Parlamento para tantos consejeros, y de la propia Presidencia vasca.
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De las funciones que cada lehendakari reserva a su propio departamento, el auténtico corazón del Ejecutivo, cabe sacar conclusiones sobre los asuntos a los que concede una relevancia especial y sobre los que quiere tener control directo, además de darles un enfoque interdepartamental y transversal. Pues bien, las primeras decisiones de Pradales en ese sentido, a la espera de que el decreto se publique hoy en el Boletín Oficial del País Vasco, mantienen algunas de las que tomó su predecesor, Iñigo Urkullu; corrigen otras que fueron especialmente polémicas -sacar Emakunde de Lehendakaritza en 2020- y marcan también su propia impronta al añadir áreas nuevas en asuntos especialmente sensibles en la Euskadi de hoy, en este caso las políticas para atraer y retener talento.
En el caso de Igualdad, que regresa a Lehendakaritza tras una legislatura compartiendo cartera con Justicia y Políticas Sociales en el departamento que encabezaba Nerea Melgosa -una de las tres que repiten, ahora al frente de Bienestar, Reto Demográfico y Juventud-, la nueva adscripción orgánica de Emakunde zanja la controversia que se desató entonces. Los colectivos feministas, y singularmente las activistas que contribuyeron al surgimiento del Instituto Vasco de la Mujer en los ochenta, criticaron duramente como un «retroceso» la decisión de sacar Igualdad de Lehendakaritza, a la que estaba adscrita por ley desde su nacimiento.
Entonces, hace 36 años, el feminismo vasco peleó para que la lucha por la igualdad se considerara un asunto transversal, de tal modo que la perspectiva de género impregnara las políticas del resto de departamentos. Incluirlo en una macroconsejería mucho más amplia se percibió hace cuatro años -una protesta a la que se sumó de forma enérgica EH Bildu- como un paso atrás que daba ya por 'normalizado' el asunto y arrebataba a Emakunde su papel de interlocutor central. A la espera de saber si su actual directora, Miren Elgarresta, continúa al frente -los ceses y nombramientos en los segundos niveles deberán esperar y no se harán efectivos aún en el primer Consejo de Gobierno de la 'era Pradales', que se celebrará mañana tras el acto protocolario de toma de posesión de los nuevos consejeros en Ajuria Enea-, lo que sí se sabe es que el instituto estará bajo la supervisión directa de la Presidencia vasca.
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En Lehendakaritza desembarcará también una nueva secretaría o dirección encargada de coordinar las políticas para la atracción y retención del talento, una tarea clave en una Euskadi cada vez más envejecida y necesitada de impulso para convertirse en un polo atractivo para profesionales punteros y evitar que los jóvenes mejor cualificados se marchen. Un objetivo que el lehendakari quiere coordinar de manera directa, aunque después se desarrolle en departamentos como el de Melgosa, que asume ahora las políticas de juventud que hasta ahora estaban en Lehendakaritza.
La representación y proyección de Euskadi en el exterior y la política gubernamental en asuntos europeos, adscritas a una secretaría que hasta ahora encabezaba Marian Elorza, seguirán en Lehendakaritza. Lo mismo sucede con Agenda 2030, un departamento creado en su día 'ex profeso' para Jonan Fernández, estrecho colaborador de Urkullu, después de que las políticas de memoria y derechos humanos, que él coordinaba, salieran de la Presidencia. El futuro de Fernández es una incógnita aunque no hay que dar por hecha una renovación total en Lehendakaritza: de hecho, personas clave en el organigrama de Urkullu como el sociólogo Manu Castilla, muy cercano también a Pradales, podrían continuar.
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La estructura se completa con Cooperación, pero no entendida solo en el sentido clásico de ayuda al desarrollo de terceros países, y de colaboración transfronteriza e interregional, sino también con 'sello Pradales', para fortalecer el lazo con la diáspora vasca e implicar directamente a las colectividades y centros vascos del exterior en un trabajo «en red» para trabajar «alineados» en «hacer país».
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