El PP pide ahora entrar en los gobiernos de PNV y PSE en Gipuzkoa, Vitoria y Durango

En la formación conservadora son conscientes de que los resultados del 28-M les han devuelto al juego de la gobernabilidad del que han permanecido aislados durante los últimos años en Euskadi ante las sumas de PNV y PSE-EE, por una parte, y EH Bildu y Podemos, por otra. El escrutinio del domingo les reportó 71 concejales y 15 junteros en la comunidad autónoma frente a los 55 y 11, respectivamente, de la convocatoria anterior, cuando tocaron fondo. Ahora, tras dos décadas de sangría electoral, acrecentada tras el fin de ETA, creen haber llegado «por fin» al «punto de inflexión» y están decididos a avanzar en la remontada haciendo valer su influencia para decantar gobiernos.

Ya en la misma noche electoral Carlos Iturgaiz fijó como prioridad que su partido corte el paso a la izquierda abertzale en todas las instituciones que pueda. Un mensaje que secundó un día después Alberto Núñez Feijóo desde Madrid: «Pongo los votos de mi partido al servicio del constitucionalismo para quitar a Bildu cualquier gobierno». Este miércoles, ante la junta directiva regional en la que se analizaron los resultados electorales, el presidente del PP vasco lo ha reiterado: «No vamos a defraudar a los vascos que han depositado su confianza en nosotros y que no quieren verse gobernados por quienes no condenan el terrorismo y sembraron el terror y el pánico en nuestra tierra durante décadas».

Sin embargo, el dirigente conservador ha introducido acto seguido una novedad por la que asoma un giro estratégico del PP vasco con el que tal vez nadie contaba hasta hace unos días. Sus apoyos para apartar a EH Bildu serán «gratis et amore», pero «a partir de ahí vamos a pedir la legitimación de la fuerza que somos» y de la condición de «llave» en varios municipios. «Los damos gratis, pero no somos ciegos». Dicho de otra forma, que su partido se «presta para ayudar a la gobernabilidad» con la formación de ejecutivos «estables» que estén encabezados por representantes de PNV y PSE-EE, habituales dianas de sus críticas.

Son seis los puntos geográficos en los que el PP busca participar en los equipos de gobierno junto a jeltzales y/o socialistas. Los principales son la Diputación de Gipuzkoa, donde Eider Mendoza precisa de al menos un 'sí' de alguno de los tres junteros del PP frente a Maddalen Iriarte, que cuenta con Elkarrekin Podemos; el Ayuntamiento de Vitoria, donde la socialista Maider Etxebarria sólo puede ser alcaldesa con el voto afirmativo de al menos dos de los seis ediles populares; y el de Durango, donde el PNV, si quiere recuperar la makila cuatro años después, necesita el respaldo del único concejal conservador, Carlos García, quien ya decantó la balanza para los jeltzales en 2011 en Elorrio.

Los otros tres lugares en los que el PP es clave para evitar gobiernos de EH Bildu se concentran en pequeños pueblos de Álava: Zigoitia, Kuartango y Oion. Cerca de este último, en la misma Rioja Alavesa, los conservadores quieren asegurarse también las alcaldías de Labastida y Laguardia, municipios donde ganaron el domingo pero en los que la izquierda abertzale está dispuesta a aupar al PNV al poder con tal de apartar a los populares. Iturgaiz ha exigido respeto a sendas victorias, que en 2019 no les sirvió para alcanzar la Alcaldía en ninguna de las dos localidades, y señaló que Sabin Etxea deberá decir abiertamente «a la sociedad vasca si quiere que la lista democrática más votada gobierne o si quiere pactar con un partido antidemócrata» como EH Bildu.

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