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Cuca Gamarra (Logroño, 1974) visitó esta semana Bilbao para reunirse con sus compañeros en el PaísVasco, donde el PP busca marcar distancias con el PNV. ... El objetivo de los populares es claro: dibujar a una formación jeltzale que habría perdido su rumbo y abandonado sus políticas tradicionales y presentar a los de Javier de Andrés como el único referente del centroderecha en Euskadi. Algo que la secretaria general del PP se esfuerza en subrayar.
– ¿Ha asumido el PP que Pedro Sánchez, a pesar de todo, puede aguantar lo que resta de legislatura y llegar hasta mediados de 2027?
– Puede resistir, sí, pero el coste será muy alto. El problema es cómo van a aguantar los españoles a un Pedro Sánchez acorralado por la corrupción pero también metido en una deriva e imponiendo un infierno fiscal. Esa es la clave, pero también es una realidad la resistencia de alguien que está dispuesto a entregar lo que sea por estar un mes más en la Moncloa. Y eso tiene un coste muy alto para España y para todos los vascos.
– ¿Apoyará el PP la cuestión de confianza presentada por Junts que se debatirá el martes en el Congreso?
– Cada votación es el reflejo de la cuestión de confianza a la que el propio Congreso somete a Pedro Sánchez. Hablamos de más de 85 resoluciones o votaciones que ha perdido en el Congreso un día tras otro.
– ¿Qué relación mantiene ahora mismo el PP conel partido de Carles Puigdemont? ¿Pesa más que siga siendo un prófugo de la Justicia o un potencial aliado para quitar a Sánchez?
– Tenemos la relación propia de un partido, el PP, que es la primera fuerza política porque así lo decidieron los españoles con otro grupo, Junts, en un marco parlamentario y para que muchas políticas puedan salir adelante. Esta es la relación que existe, ni más ni menos, la única.
– ¿Y con el PNV? ¿Han reconducido sus relaciones después de la tormenta que generóMiguel Tellado al calificar a los jeltzales de, entre otras cosas, de partido «aprovechategui»?
– La cuestión aquí es que el Partido Nacionalista Vasco se ha convertido es un satélite y una sucursal de Pedro Sánchez y del sanchismo, por acción o por omisión. Esa es la realidad. Lo único que hacemos es ponerle ante su propio espejo. Y si esto no les gusta, pues que cambien de actitud.
– ¿Están rotos los puentes?
– Es una cuestión de describir la situación que se vive. Si vemos que con las subidas de impuestos que afectan a todos los vascos y a todos los españoles el primero que siempre se alinea con Sánchez es el PNV, evidentemente la relación está clara. Si cuando hablamos de política energética nos sorprende que el PNV se oponga a que se amplíe el tiempo de vida útil de las centrales nucleares, pues lo mismo. Se ha convertido en el cómplice y en el colaborador necesario de unas políticas que están lastrando económicamente a las familias y a la industria. Si no le gusta que lo denunciemos, tiene un camino muy sencillo, cambiar de actitud y entonces nos podremos reencontrar.
– Pero escuchándole no parece muy factible que ese reencuentro se dé a corto plazo.
– Tendrían que cambiar muchas cosas. El problema es que el PNV tiene una relación de dependencia absoluta de Sánchez. Y hay una alternativa. Esa política de centroderecha que se necesita para dar la vuelta también a la economía vasca. Un ejemplo es el mismo infierno fiscal que se vive de la mano del PNV. Practica una política tributaria en las Haciendas forales prima hermana de la de Sánchez.
– Pero el PP lleva un tiempo demostrando que tiene una doble alma en su relación con el PNV. Frente a su discurso, otros dirigentes como Borja Sémper han apostado por tender puentes e intensificar las relaciones.
– Yo no marco diferencias a la hora de poder mantener contactos, lo hago en lo que es el proyecto político. El PNV ha asumido políticas de izquierdas. Y, evidentemente, ahí no vamos a estar. Nosotros vamos a estar en una política de centroderecha desde el punto de vista económico, social... Y si alguien ha abandonado esa posición, lo que tiene que hacer es rectificar.
– ¿En qué medida puede influir en sus relaciones con el PNV el relevo de Andoni Ortuzar por Aitor Esteban?
– No va a suponer ningún cambio en la deriva de agotamiento en la que ya ha entrado el PNV hace mucho tiempo. Se va a producir un cambio de sillas única y exclusivamente. Es un partido que está en una cuenta atrás desde hace mucho tiempo. Lo que le plantea el PP es que no hay por qué desistir de una política de centroderecha para el País Vasco y para sus instituciones.
– ¿Hubiesen sido tan críticos con la entrega del palacete de París al PNV si estuviesen en el Gobierno y necesitasen sus votos en el Congreso? Es algo que ya se abordó y se negoció con ustedes en la Moncloa.
– Pero no me consta que se acordase nada. Tampoco se acordó que el PNV presentase una moción de censura teóricamente para luchar contra la corrupción, y lo hizo. Y hoy es el PNV el que está soportando la corrupción del Partido Socialista, avalando y apoyando a este Gobierno. Es curioso ese ejercicio de hipocresía.
– Yo le preguntaba por el palacete de París.
– Hay dos cuestiones. Una de fondo y otra de forma. La cuestión de fondo es que se podría analizar si ese palacete, en su caso, debe de ser devuelto al Gobierno vasco, no al PNV. Son dos cuestiones distintas que no deben confundirse en democracia. Y por otro lado, que esto se haya introducido en una ley como un precio para apoyar una convalidación de un real decreto es inadmisible. Tú no puedes poner un precio a la revalorización de las pensiones de los jubilados vascos, por ejemplo. No le puedes estar poniendo un precio político a una gratuidad del transporte público.
– ¿No se pasó de frenada el PP mostrando al principio una posición muy dura contra ese decreto de medidas sociales?
– Lo que denunciamos es esa manera de intentar sobrevivir. Los pensionistas merecen un respeto. Nunca les utilizaremos como un precio político para conseguir otra cosa. Y eso fue lo que hizo el PNV: ponerles como precio un palacete. Eso nos parece impresentable y una falta absoluta de respeto.
– Hablar de que Sánchez «saquea a los trabajadores», de «infierno fiscal»... ¿No abusa el PP de la brocha gorda?
– Es que a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Al pan, pan y al vino, vino. Cuando el PP denuncia todo esto lo acompaña de una política que es la que aplica allí donde gobierna. Y mientras denunciamos, por ejemplo, que no se haya deflactado el IRPF durante los últimos años, allí donde gobierna el Partido Popular sí lo hemos hecho. Por tanto, la denuncia, que vamos a seguir haciendo va acompañada de una alternativa y de una coherencia. La fiscalidad que tiene un español que vive en una comunidad gobernada por el PP es inferior a la que tiene el que reside en una comunidad donde está gobernando el Partido Socialista o el PNV. Eso no es política de brocha gorda.
– ¿Entre llegar a la Moncloa con el apoyo de Vox o con el Junts o el PNV, con qué se queda el PP?
– Nosotros queremos pactar con los españoles, que son los importantes.
– Ya, ¿y después?
– Los españoles tienen en su mano que haya un próximo Gobierno que termine con el sanchismo. Y solo hay una fuerza que le puede poner fin: el Partido Popular. Somos la alternativa porque queremos impulsar un cambio en las políticas. Y ese planteamiento de alianzas lo van a decidir los españoles en su conjunto y los vascos en particular. Y ahí hay que dejar otra cosa muy clara: los vascos saben perfectamente que el PNV nunca ha apoyado a un Gobierno del Partido Popular, al menos cuando ha tenido la oportunidad de ser decisivo.
– Bueno, pactó la investidura de Aznar en 1996.
– Pero cuando lo hizo sus votos ya no eran necesarios. El Gobierno de José María Aznar ya tenía cerrado un acuerdo con CIU y en aquellos momentos se tenía una mayoría absoluta. Esta es la realidad. Votar en las próximas generales al PNV seguirá siendo entregar escaños al sanchismo.
– ¿Estaría dispuesto el PP a reconocer a Euskadi como nación?
– No. Nunca. Es que eso no cabe dentro de la Constitución española. Y ese es el marco en el que está el Partido Popular y en el que vamos a seguir estando.
– La Constitución y el Estatuto ya hablan de «realidad nacional» y de «nacionalidades». ¿Hay mucha diferencia entre nacionalidad y nación?
– Muchísima, sin duda alguna.
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