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Las épocas de cambio son un terreno especialmente abonado para la sociología y la ciencia política. Y si, además, están aderezadas por una pandemia y ... una guerra a las puertas de Europa, el trabajo se acumula por el impacto doméstico de estas cuestiones. Eso lo sabe bien José Antonio Oleaga, el recién reelegido presidente de la Asociación Vasca de Sociología y Ciencia Política, que se moja en todos los charcos al repasar desde la eclosión de Isabel Díaz Ayuso a las elecciones francesas de hoy.
- ¿La invasión rusa de Ucrania ha polarizado aún más a una sociedad que ya estaba polarizada?
- La manera de relacionarnos hoy nos invita a posicionarnos a favor de algo y en contra de otra cosa al mismo tiempo. Lo hemos visto en la clase política, hay una búsqueda de la confrontación como forma de definición propia.
- Por ejemplo, el consenso que se produjo en el Congreso durante la visita de Volodímir Zelensky duró quince minutos.
- La intervención tuvo una respuesta unánime, pero al cuarto de hora hay una necesidad de diferenciación para marcar territorio de confrontación. La irrupción de la extrema derecha y de discursos también de izquierda agresivos han tensado aún más la cuerda y lo estamos viendo. La aparición por un lado de Abascal y por otro de Iglesias en la parte de Podemos contribuyó mucho a la polarización de posiciones, de discursos, incluso al cambio de tono en los intercambios políticos. Me desagrada profundamente esa estrategia de confrontación porque es cortoplacista.
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- ¿Salva a algún partido?
- Tengo la sensación de que los partidos se han convertido en 'votívoros', en máquinas de devorar votos. El interés bastardo es conseguir más votos o sacar al otro del poder en las siguientes elecciones. Al final se pierden de vista los grandes objetivos que tenemos como sociedad. Esos grandes retos quedan un poco empañados. Parece que los partidos políticos han perdido la ideología y solo confían en consultar el oráculo, me recuerdan a los romanos cuando abrían las tripas de un pez para saber si debían invadir una región o no.
- ¿Cree que encaja en esa teoría el giro de Pedro Sánchez respecto al Sáhara Occidental?
- Para mí que sí lo ha provocado su oráculo. Son pros y contras, no quiero decir que tengan que ser fundamentalistas, pero me gustaría que los partidos políticos respetasen un poco sus programas.
- Aquello que defendía Julio Anguita...
- Sí, pero sin ser tan «programa, programa, programa», solo se trata de un poquito de ideología. Seguramente en el Gobierno hayan visto que la entrada de jóvenes marroquíes en Melilla de forma masiva les supuso un golpe en pérdida de votos, por ejemplo, o el tema pesquero... Y habrán antepuesto el tema saharaui a los votos o a acercarse a Joe Biden para que no le vuelva a hacer la cobra en la próxima cumbre internacional.
- A Sánchez siempre se le critica o se le alaba por ser osado.
- Osadía me suena como algo positivo. Es cierto que es valiente, pero más que osado lo percibo como descarado. Estudia dónde está perdiendo votos en los sondeos y cuáles son los discursos imperantes. No me extrañaría que dentro de un año volviera a escribir una carta al Rey de Marruecos desdiciéndose y acabe visitando el Sáhara con Brahim Gali (líder del Frente Polisario).
- ¿En qué cree que se basa el éxito de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid?
- Los políticos de ahora y sus partidos ya no quieren votantes, solo quieren fans. Ayuso es el mejor ejemplo, busca generar con el votante un vínculo, una relación afectiva, una experiencia que vaya más allá del voto ocasional. Como si fuera una estrella de rock quiere que seamos sus fans porque eso implica que nos parecerá bien todo lo que haga y que le seremos fieles en el futuro. Sus 'claims', sus lemas, su culto a la persona, sus retoques estéticos, su puesta en escena... Todo se encamina a generar una relación afectiva con sus seguidores.
- ¿Es partidario de los cordones sanitarios en política?
- En Europa es más fácil establecer cordones sanitarios porque los grandes partidos están más acostumbrados a entenderse. Angela Merkel ha gobernado en Alemania al frente de coaliciones que aquí nos parecerían impensables. Si hubiera existido en España un entendimiento previo entre PSOE y PP, a Mañueco no le hubiera hecho falta recurrir a Vox. Pero ambos partidos no se ponen de acuerdo ni para el horario de apertura del Congreso, parece que sus augures les dicen que defiendan lo contrario que el rival.
- ¿La llegada de Feijóo cambiará esa tendencia?
- Feijóo viene con otra idea, ya ha propuesto un acuerdo de mínimos. Pero Sánchez sigue prefiriendo gobernar con Yolanda Díaz y Feijóo cree que tiene más amarrado a Vox, hay que ir viendo como evoluciona Abascal.
- La extrema derecha vuelve hoy a disputar, una vez más, la segunda vuelta de las presidenciales francesas. ¿España se puede mirar en ese espejo?
- Hasta hace poco Vox no había entrado en ninguna institución, ahora acaba de hacerlo en el Gobierno de Castilla y León. La razón de los partidos es gobernar y Abascal dice que su razón de ser es llegar a La Moncloa. Lo que tenemos que ver es cómo evoluciona este partido ahora que tiene responsabilidades de Gobierno, porque desde fuera es muy fácil mantener un discurso populista, decimonónico... Pero cuando entras en un Gobierno tienes que empezar a gestionar.
- Los consejeros elegidos, muy técnicos, dan pistas de ello.
- De los cuatro miembros de Vox que han entrado en el Ejecutivo solo uno de ellos tiene un perfil más político que técnico, el vicepresidente Juan García-Gallardo, los demás aún no han dicho una palabra más alta que otra. En el caso de Marine Le Pen, ella también aspira gobernar en Francia, pero no desde las posiciones de su padre, tan distintas que ha dejado espacio a la derecha como para haya hueco para Eric Zemmour (el candidato de la derecha radical). ¿Le puede pasar eso a Abascal, intentar ocupar más espacio al centro? Parece de momento que Alberto Núñez Feijóo está tratando de ocupar también ese hueco.
- Tenemos ejemplos de gobierno de extrema derecha en Europa como en Hungría o Polonia. ¿Si Le Pen llegase a la presidencia en Francia cambiará la UE tal y como la conocemos?
- Para que gane tendría que haber un ambiente en Francia bastante antieuropeo, que yo creo que no se da todavía. De hecho Macron, en los últimos tiempos y sobre todo tras el 'Brexit', intenta recuperar el europeísmo más de valores. Si cae derrotado y gana Le Pen habría que repensar el proyecto europeo.
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