La legislatura del último cuatrienio en Cataluña ha sido un fracaso en toda regla. Convulsionada por los efectos de la estrategia unilateral seguida por los independentistas en el referéndum del 1 de octubre, y por la respuesta represiva y judicial-penal del Estado, la sociedad ... catalana dividida en dos mitades, nada homogéneas, ha llegado al final de la legislatura sin la mínima esperanza de que con las elecciones del 14-F se pueda desbloquear la situación actual y dar paso a una fase nueva, primero, de entendimiento interno y, segundo, de diálogo y acuerdo posible con el Estado. Este ha sido el fracaso de los secesionistas y unionistas catalanes, y ha sido también el fracaso del Estado. La crisis constitucional que representa el cuestionamiento del modelo autonómico de integración de Cataluña en el Estado español por la mitad de los catalanes, sigue estando presente en la voluntad de esos ciudadanos y quedará reflejada en los próximos comicios.
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Las encuestas anuncian movimientos importantes en el electorado de algunas formaciones, como es el caso de los socialistas, con fuerte incremento a costa principalmente del votante de Cs, y movimientos, menos significativos, pero políticamente relevantes, en el independentismo, de cierta corrección de la ventaja de ERC respecto de JxCat; así como la reordenación electoral de la derecha españolista con pérdidas sangrantes para Cs, reforzamiento del PP e irrupción de Vox. Pero en términos porcentuales y de representación parlamentaria, en la relación entre el independentismo y el unionismo no se anticipan alteraciones sustanciales.
Aunque los socialistas obtuvieran los grandes resultados que prevén las encuestas como fuerza más votada y acaso con más escaños, el cambio que representa Illa, dirigido a cautivar al votante de Cs, al excluir de su idea de gobierno expresamente a ERC y reducirlo a un posible pacto con los comunes, es sencillamente imposible de materializar pues no habría mayoría suficiente ni para la investidura. Por otra parte, tampoco ERC y su idea de la necesaria reorientación de la estrategia seguida en los últimos años parece que va a poder llevarse a cabo, pues cautivo y rehén de los movimientos que se están dando en parte de su electorado hacia posiciones más de confrontación, están situando también su idea de gobierno, con la exclusión de los socialistas, en una reconciliación entre los independentistas, con el añadido, si fuera factible, de En Común Pódem. Esta alternativa probablemente sea factible aritméticamente, pero no sería un ejecutivo para avanzar en el entendimiento interno de Cataluña.
Es decir, las dos formaciones que por su dimensión y orientación política podrían ser los agentes protagonistas del cambio necesario para hacer posible el desbloqueo de la situación actual y para ofrecer un horizonte de esperanza que ayude a encauzar la crisis política que vive Cataluña, se excluyen mutuamente, declarándose la guerra en Cataluña mientras se muestran como aliados pactistas en Madrid. ¡Es la política, estúpido!
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